Venezuela o Colombia: ¿cuál es el reino de las arepas?
Una reina pepiada venezolana junto a una arepa paisa colombiana. The Washington Post /Getty Images
¿Dónde se comen las más ricas? Enfrentamos a una colombiana y a un venezolano para descubrirlo
No vamos a discutir sobre el origen de la arepa. Diremos que su historia se remonta a la época de los indígenas que habitaban América, especialmente en los territorios en donde en la actualidad se ubican en el mapa Colombia y Venezuela. Nos atreveremos a decir que esos círculos de masa aplanchada hechas de maíz que los españoles miraban de reojo (y con un poco de desprecio) a su llegada al continente, pero que pronto incluyeron en su dieta, son una herencia que disfrutan ambas naciones. Y ahí terminó la paz: ¿dónde se comen las más ricas? ¿Son mejores las colombianas o las venezolanas? Ponemos frente a frente a dos corresponsales amantes de las arepas para que intenten convencernos.
Colombia
Sally Palomino, periodista colombiana de EL PAÍS, adicta a las arepas:
Lo que de verdad le preocupa a una colombiana adicta a las arepas como yo es convertirse en amiga de una venezolana. Sabemos que siempre que coincidamos no solo nos van a preguntar por las telenovelas, por Hugo Chávez y Álvaro Uribe, o por Franco de Vita y Juanes. También saldrá el tema de las arepas. Mi amiga dirá que son venezolanas, describirá a la reina pepiada y me dejará sin defensa. Yo aceptaré que su origen es venezolano , pero buscaré la forma de demostrar que Colombia es el reino de la arepa. Tanto que hasta un monumento le levantaron.
Puede que Venezuela tenga las mejores arepas por su relleno, pero que su casa es Colombia. Y pienso demostrarlo con argumentos de peso.
- Sin añadidos: Los venezolanos y los colombianos podemos pasarnos horas recitando nombres y variedades de arepas. Según los rellenos, las regiones y quienes las cocinen. No entraré en ese debate. No me hace falta porque puedo jactarme de que las nuestras no necesitan adornos: con la arepa sin más ingredientes, sin rellenos, ya es deliciosa. Lo que parece un imposible para nuestros vecinos, en Colombia es nuestro pan de cada día. No necesitamos añadirles nada para que sean una delicia. Ahí radica su grandeza.
- Campeones en consumo: Según la agencia Raddar, que estudia los hábitos de consumo de los colombianos, en el último año la compra de arepas creció en un 17%. El mercado de este alimento representó 1.150 millones de dólares en 2015 para el país. En enero de este año, los colombianos gastaron 111 millones en arepas.
- La más grande del mundo: En octubre de 2014, los colombianos elaboramos un ejemplar de siete metros y cuatro centímetros de diámetro y un espesor de 15 milímetros. La hazaña espera entrar en el libro Guinness World Records. Seguimos esperando a que los venezolanos sean capaces de ganarnos (o por lo menos que intenten competir con la nuestra).
- La reina de los festivales: En Colombia nos tomamos tan en serio esta elaboración que nuestras mujeres se miden en batallas anuales en certámenes por todo el país. En la costa atlántica, más de 50 mujeres se reúnen desde 1988 para demostrar que este plato no es asunto sencillo. Para participar deben tener al menos cinco años de experiencia en la preparación de arepa. Así es como honramos a la arepa en este país.
Venezuela
Ewald Scharfenberg, periodista venezolano de EL PAÍS y convencido de que para conquistar el mundo, como buen venezolano, solo necesitará una arepa:
Hasta el momento no se ha verificado una moda mundial de la arepa que la equipare con el sushi o con el taco. Pero el venezolano insiste, sin reparar en que los condumios típicos de la tradición criolla –no solo la arepa, sino también la hallaca o el casabe- no se dejan querer con facilidad.
Seas de la clase social que seas, tengas el bagaje que hayas heredado tras medio siglo de intensiva polinización cultural, en Venezuela desayunas con arepa. El resto del día, hablas con arepa: si le buscas sentido algo, dirás que quieres verle “el queso a la tostada” (una modalidad de arepa); si ves a alguien en problemas, sentenciarás que “se le puso la arepa cuadrada”; si hay campeonato de pelota (béisbol), desearás que tu equipo le cuelgue al rival sus “nueve arepas” (o nueve ceros).
La arepa es parte central de la cotidianidad del venezolano. Aún más: es su patrimonio.
- Es parte de la cultura desde hace más de 400 años: Desde 1561. Entonces, fondeado frente a las costas de Borburata, el Tirano Aguirre –el mismo de Werner Herzog y la Ira de Dios- le informaba al rey español desde donde amenazaba con derrocarlo: “Frente a estos viles comedores de arepa”. Mariano Picón Salas, uno de los principales humanistas del siglo XX, escribió en 1953 para una revista de empresa petrolera una “Pequeña historia de la arepa” que todavía se considera un clásico del ensayo. Hasta el momento se desconoce una versión similar de un español frente a las costas colombianas.
- Frita, asada o al horno, una arepa es una arepa en Venezuela. Sin ambigüedades ni confusiones. Con la arepa venezolana uno sabe a lo que va. En este país jamás a nadie se le habría ocurrido llamar “arepa” a lo que en Colombia llaman “arepa de choclo”; la sabiduría popular, consciente de que ya se trataba de otro género, bautizó esa torta dulzona de maíz tierno como “cachapa”. Nosotros reservamos el nombre para la de maíz blanco que hasta la crisis se cultivaba en tierras venezolanas.
- El don de la versatilidad. Como alguna vez se le oyó decir a un chef venezolano: “El único relleno con el que no combina son los espaguetis”. Por ahora.
- La arepa está más de moda que nunca: En Venezuela la arepa es tan trendy entre la gente joven que la banda de pop más internacional del país en los últimos años, Los Amigos Invisibles -descubiertos por David Byrne-, tituló Arepa 3000: a venezuelan journey into space su tercero y quizás más exitoso álbum.