Venezuela: El Trueque en pleno siglo XXI
Jamás imaginó Francis Fukuyama quien escribiera aquel polémico texto el Fin de la Historia, donde pronosticaba el triunfo definitivo y universal del capitalismo ante el derrumbe del bloque soviético, la caída del Muro de Berlín y la implantación mundial de la globalización, que habría un país situado al norte de América del Sur donde el trueque aparecería de nuevo, como práctica económica recurrente para una población hambrienta, que a diario se despierta bolsa en mano a enfilarse en colas kilométricas para adquirir productos de la elemental dieta alimentaria.
El trueque consiste básicamente en intercambiar un objeto o servicio por otro sin que medie dinero en la operación. En este sentido, puede decirse que el trueque forma parte de la prehistoria de la economía. Se trata del precursor del comercio como lo entendemos hoy en día y quizás de la primera forma de comercio que haya existido.
El trueque fue lo que permitió a los primeros asentamientos humanos dar el siguiente paso y crecer hasta convertirse en poblados. Aunque posiblemente se practicase desde siempre, el trueque empieza a cobrar fuerza cuando surgen los primeros excedentes productivos en las comunidades como método para mejorar su eficiencia. Si un determinado terreno no era apto para el cultivo o sus habitantes eran buenos cazadores, podían prescindir en parte de esa actividad e intercambiar su caza por plantas, armas o cualquier otra cosa que necesitase.
Pues bien, luego de haber transcurrido y ser superado por milenios de historia económica, los «genios del Socialismo del Siglo XXI» lo hicieron ley al aprobar en aquel aciago diciembre 2010, La Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal en su artículo 6, con los mercados de trueque comunitario, el sistema de distribución de trueque comunitario, el trueque comunitario directo e indirecto, como signo de redención social, en lugar de lo que es hoy en realidad, la gran tragedia nacional que padecemos en todos los rincones de Venezuela.
Como cita la prensa zuliana, los venezolanos se las ingenian para hacerle frente a la escasez y no caer en las redes del mercado negro. Existen diferentes cuentas de Twitter e Instagram que se encargan de ofrecer intercambio de productos, avisar dónde están «sacando» o promover la donación de medicamentos. El trueque ya es un hecho en Venezuela. El antiguo sistema de intercambio, de bienes materiales o servicios por otros objetos o servicios, tiene su versión 2.0 y se apoya en las redes sociales para institucionalizar un novedoso sistema de «cambio tal cosa por…», donde se anuncia desde fórmulas lácteas y pañales hasta objetos de higiene personal. En Twitter se destaca @mamiencontro, con siete mil 309 seguidores, otras de 9.000 seguidores. En su bio se puede leer: «Iniciativa para ayudar a mamás y a papás a conseguir productos en escasez que usamos para nuestros hijos.»
Por tanto es común conocer el trueque de otros artículos, mayonesas por desinfectantes, salsa de tomates por harina pan, leche completa por aceite, donde ya no es el valor de uso o el valor de cambio marxista lo que signa el valor de la mercancía, sino la incapacidad de un proyecto político en ruinas.