Venezuela: son dos elecciones, no una
Son dos las elecciones que los venezolanos debemos arrostrar este año en el camino constitucional y democrático que seguimos y que nos llevará, Dios mediante, a lograr la transición hacia el retorno de la democracia y un régimen de libertades. Y son dos, porque a la decisión parlamentaria le antecede la elección democrática y plural de los candidatos de la libertad.
La MUD acaba de escoger la comisión electoral que tiene la misión de organizar dichas elecciones primarias a celebrarse en mayo. Dicha comisión, necesariamente plural, tiene enfrente una tarea compleja, llena de retos de todo tipo. Afortunadamente, ya la MUD ha indicado en cuáles estados y circunscripciones se han logrado consensos, y por lo tanto no habrá necesidad de realizar elecciones primarias. Pero quedan muchas otras regiones donde sí hay que votar, sin duda alguna, y con la ilusión de que se está colaborando con el cambio necesario.
Quiero hacer referencia en estas líneas al compatriota escogido como presidente de la comisión, José Luis Cartaya. El Morocho, como lo llamamos sus amigos y conocidos, además de poseer variadas virtudes en el ejercicio de la amistad, es en su faceta de actor público una persona seria y trabajadora, de gran capacidad y espíritu de servicio, con talante dialogante y democrático. Es asimismo miembro de una familia numerosa, sobre todo muy digna y con larga historia de servicio a Venezuela. Su padre, Rafael Angel Cartaya, fue un muy respetado y estimado fundador del socialcristianismo venezolano. Los venezolanos podemos estar seguros que el Morocho hará, con esfuerzo y constancia, todo lo que esté en sus manos para enrumbar las labores de la comisión a buen puerto.
Pero no basta con preparar bien las elecciones, es necesario también que los ciudadanos hagamos acto de presencia en las primarias de mayo. De ello no puede quedar dudas. Ese día servirá como prueba adicional al gobierno y a los ojos del mundo pendientes de este desastre, de cuál es la fuerza de un pueblo que se niega a seguir soportando una tiranía.
Para ello, sería de gran ayuda que los partidos presentasen un auténtico All-Star de candidatos que muestren y demuestren ideas, no meras ambiciones: qué necesario y ejemplarizante, con un significado de profunda comprensión de lo que está en juego, sería el incluir, más allá de sus militantes con méritos y debidamente seleccionados, a destacados representantes de la institucionalidad civil, dispuestos a servir en un parlamento que, además de sus tareas ordinarias, con mayoría democrática trabajaría por el desmontaje del aparato totalitario.
Los resultados de mayo deben servir de abreboca a los contundentes resultados a favor de la libertad en las elecciones parlamentarias. Muchos de los peligros para cumplir dicho objetivo están, afortunadamente, a la vista de todos. Los venezolanos tenemos muchos años conociendo y sufriendo al régimen. El chavismo muestra su deseo de perpetuar su ilegitimidad haciendo todo lo posible para impedir la renovación parlamentaria. No nos equivoquemos, por mucho que lo nieguen, ellos tiemblan cada vez que sale una nueva encuesta. Pocas veces en la historia de Venezuela ha habido tanta coincidencia en atestiguar la caída en el favor popular de un régimen.
De no poder impedir la realización de las elecciones, el gobierno hará todo lo posible, en primera instancia para disminuir la fuerza opositora, impulsando su división, y persiguiendo a sus líderes y organizaciones. Esto último lo estamos viviendo día a día. Asimismo, intentará que las condiciones electorales sean peores –si ello fuera posible- que las que se han visto en los últimos procesos electorales.
Afortunadamente, hay clara coincidencia entre las voces criollas que alertan contra estas maniobras, y las voces mediáticas, sociales y políticas de todo el mundo que no sólo exigen la realización de las elecciones, sino que además demandan que las condiciones respeten la constitución.
Los actores extranjeros favorables al régimen, como la UNASUR, intentan lo contrario. Hablan de nuevo de diálogo, y se niegan a ver las violaciones a los derechos humanos de Maduro y compañía. Pero su juego está tan claro como el del régimen, y sus palabras ya no pueden convencer a nadie.
La MUD tiene que perfeccionar la estrategia que se ha seguido recientemente, y que debe tener como un momento central la Cumbre de las Américas de este próximo abril, en Panamá. En dicha estrategia, para lo cual hay que ganarse adeptos dentro y fuera del país, deben confluir demandas vinculadas a lo electoral (por ejemplo, no impedir o poner trabas al voto de los centenares de miles de compatriotas que residen en el exterior), con exigencias que provienen del respecto estricto de la constitución, como la liberación inmediata de todos los presos políticos y el cese de las persecuciones a toda muestra de opinión diversa. Porque las condiciones para ir a las elecciones no derivan del acto electoral mismo, sino de la propia constitución, y su correcta y justa implementación.
La oposición venezolana debe pedirle a Ernesto Samper y demás miembros de UNASUR que, con su lenguaje diplomático y gelatinoso sólo están para servirle al régimen, que al menos exijan la realización de las elecciones. ¿Cómo podrían negarse a hacerlo? ¿Qué excusa podrían dar?
Las parlamentarias serán unas elecciones donde la ciudadanía podrá comparar modelos, estilos, intenciones y promesas. El PSUV y la MUD, el desastre y su alternativa, el pasado y el futuro, el odio y la inclusión. El país en ruinas y una nación con un posible futuro de renovación y avance.
Se necesita que los partidos vayan más allá de la oposición, y entren en terrenos de proposición, luchando contra la abstención que el gobierno promoverá, creando las condiciones para una auténtica movilización ciudadana, especialmente de todos aquellos desencantados de la política, promoviendo vínculos directos con los electores. La gente se entusiasma y participa si se le convence de que hay una causa justa por la cual luchar, y unos dirigentes dispuestos a hacerlo. Todo ello implica mantener la ruta de defensa de la constitución. Defender la constitución implica que toda la corrupta institucionalidad chavista, hoy cada vez más sumida en la hoguera de sus pasadas vanidades, no tenga más remedio que aceptar que es inevitable la realización de las elecciones parlamentarias, y el respeto sin condiciones de su resultado. Porque para los demócratas todo acto electoral es una expresión de civilidad republicana, ya que los votos de la libertad expresan un hecho no sólo político, sino asimismo moral. Ese día los votos vencerán a las botas. Y Venezuela y el mundo serán testigos de una segunda muerte: luego de fallecido el tirano, está llegando la hora final de la tiranía.