Uno de los objetivos fervientemente buscados por todo gobierno autoritario es la atomización social, política, cultural. “Una sociedad atomizada es la única que puede dominarse totalmente”, nos recuerda la gran pensadora y analista del fenómeno totalitario, Hannah Arendt.
¿Por qué traigo al recuerdo en estas líneas una afirmación tan contundente? Porque la atomización es uno de los objetivos centrales del narco-régimen y de su asamblea prostituyente.
¿Qué quiere decir atomizar? Significa en primer lugar destruir los lazos esenciales que por muchos años identificaron a los venezolanos. El papel del odio y la manipulación de la diferencia socio-económica es esencial por sus efectos a nivel emocional y práctico. Implica asimismo la creación de un sistema en el cual hay ciudadanos de primera –los afectos al régimen- y los de segunda, incluso creándose la figura de los no-ciudadanos. “En la Unión Soviética había ciudadanos y había ciudadanos”, nos recuerda la historiadora, especialista en temas rusos y soviéticos, fundamentalmente de la era estalinista, Golfo Alexopoulos. Lo mismo puede afirmarse de la Cuba castrista. Un hecho venezolano que a su muy peculiar manera ejemplifica lo anterior es la Lista Tascón. Así, por haber usado un derecho constitucional, usted pierde buena parte de su condición ciudadana.
Atomización implica también el progresivo aislamiento de la realidad exterior, de la comparación con países que sí avanzan hacia el bienestar general. O esconder la realidad local, las carencias, la inseguridad. Establecer la información única, conducida desde los centros oficiales, que sólo mostrarán las razones que tenemos los venezolanos para ser felices. Para lograr tal objetivo es esencial el control progresivo de los medios de comunicación. La ofensiva se está intensificando, porque los discípulos de los castristas tienen claro que el precio del poder total es la erradicación de la pluralidad humana.
En todo régimen con aspiraciones totalitarias no hay atomización sin censura mediática, expresión clara de paranoia. Como nos recuerda el premio Nobel de Literatura J. M. Coetzee, “la censura es señal de debilidad del Estado. No de fortaleza. El historial mundial de la censura es lo bastante repugnante para desacreditarla para siempre…la paranoia es la patología de los regímenes inseguros y en particular de las dictaduras. Una de las diferencias entre las dictaduras modernas y las antiguas ha sido la amplitud y la rapidez con que la paranoia puede extenderse desde arriba para contaminar a la población. Y eso se usa como método de control”.
Alexopoulos también afirma que durante el estalinismo los asuntos de seguridad prevalecieron siempre sobre otros asuntos, como por ejemplo la modernización económica. Para ello, las instituciones encargadas de los temas de seguridad dieron paso a órganos fuera de las instituciones tradicionales.
En el caso venezolano actual, las cosas han ido también muy lejos: no sólo el régimen es hoy militar con algunos toques y matices civiles, sino además ¿qué pensaría usted, amigo lector, si hace veinte años le hubieran dicho que la seguridad y la información sobre cada venezolano llegarían a estar en manos extranjeras? Pues, hoy, es vox populi -y el gobierno no sólo no lo esconde, sino que se enorgullece de ello- de que están en manos de agentes castristas.
Se me dirá que todo comenzó con Chávez, que Maduro lo que ha hecho es renovar la siembra que iniciara su ídolo. Que le ha seguido poniendo agua a la matica totalitaria. Es cierto. Pero el problema es que Maduro, que parece pero no es, como que sí tiene claro cuáles son sus objetivos, que además no esconde, y desde la Isla lo tienen teledirigido en todo aquello que sea útil para mantenerse en el poder.
Atomización significa asimismo “normalización”. Después de diez y nueve años de violaciones a la constitución y a los derechos ciudadanos, dichas violaciones forman parte de la cotidianidad; y si se soportan una, y otra vez, llega un momento en que ya es lo normal. Es normal, por ejemplo, que si usted es parlamentario opositor sus derechos sean cercenados, al capricho de los oficialistas. Fue normal que la oposición ganara el referendo del 2007, para que meses después la institucionalidad chavista se burlara de la decisión mayoritaria popular e impusiera ilegalmente, por ejemplo, la posibilidad de reelección del difunto. Y buena parte del país, incluyendo algunos líderes opositores partidistas, no entendían que –siempre con Arendt- la marca característica de toda tiranía es la inexistencia de la ley. O su interpretación y uso según convenga.
Atomización y Normalización conducen a la fórmula ideal de todo totalitarismo: aceptar la exclusión del diferente, del crítico, como hecho natural.
En poco tiempo veremos si se realizan, y cómo, las elecciones regionales. Una vez más, el gobierno (apoyado en un Tribunal Supremo y un CNE complacientes, en un nuevo fiscal, particularmente siniestro, y en la Prostituyente) se saltará las leyes e intentará hacer de las suyas. Si la oposición se queda en una mera declaración de protesta en los medios, habrá contribuido al clima de “normalización” que el régimen busca.
Otra forma de atomización lo constituye la tendencia de algunos dirigentes opositores a “actuar por la libre.” Si el gobierno ataca a otro dirigente opositor, con quien uno no se lleva muy bien, o milita en un partido distinto al mío, y con el cual compito en influencia social y electoral, me hago el loco. También actúan a favor del gobierno, ya se ha dicho, quienes desde las aceras opositoras piden diálogo sin condiciones, como recientemente ha insistido, una vez más, ese campeón del colaboracionismo, Manuel Rosales. Es una rendición ética y moral de la peor especie posible.
Al momento de escribir estas líneas nuevos vientos huracanados soplan hacia la MUD y hacia toda la sociedad democrática. Pero no tendrán éxito. Las propias acciones gubernamentales, las estupideces generadas por la prostituyente y el cada vez mayor apoyo internacional a los demócratas abren nuevas fortalezas y medios de lucha. Para el gobierno, en cambio, las horas menguadas se multiplican más y más.