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Villasmil: Daniel Kahneman (1934-2024)

 

Daniel Kahneman, quien acaba de fallecer a los noventa años, ganó el Premio Nobel de Economía en 2002, siendo el único ganador en la historia de dicho premio que no es economista; es más, nunca tomó un curso o una materia de economía. Dicho premio Nobel lo recibió conjuntamente con Vernon Smith, y le fue concedido “por haber integrado aspectos de la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que respecta al juicio humano y la toma de decisiones bajo incertidumbre.”

Kahneman, desde la psicología, sistemáticamente desmontó y destruyó el tradicional modelo de decisión racional basado en el “homo economicus”. ¿Actores racionales los seres humanos? Al contrario. Basta ver la situación del mundo hoy -o revisar la historia-, y las experiencias que cada uno de nosotros vemos a diario en todos los ámbitos de la actividad humana, para asumir que la palabra “racional” es en muchas ocasiones un sinsentido.

Nacido en Israel en 1934, Kahneman fue un psicólogo que dedicó su vida profesional a la educación y a la investigación de un tema fundamental para todos nosotros: cómo los seres humanos tomamos decisiones. Sus investigaciones fueron fundamentales para la llamada “economía del comportamiento” al aplicar conceptos psicológicos al estudio de las decisiones económicas.

Lo cierto es que, en la actual revolución en materia de toma de decisiones humanas, en el principio fue Daniel Kahneman.

Es importante que asumamos lo siguiente: todos los seres humanos, sin excepción, desarrollamos prejuicios cognitivos no conscientes que influyen en la forma de percibir las cosas y de tomar decisiones tanto en el entorno personal, profesional o relacional de todo tipo. Un prejuicio cognitivo es un error inconsciente en nuestro pensamiento. Ocurre cuando malinterpretamos la información del mundo que nos rodea, lo que afecta la racionalidad y precisión en la toma de decisiones.

Hoy, el prejuicio cognitivo más viral es el llamado por Kahneman prejuicio de confirmación”, la tendencia a buscar, propiciar, recordar solo información que confirma algo ya decidido, pensado o creído, o que favorece creencias muy arraigadas. Es el caso, por ejemplo, de personas que apoyan o se oponen a un tema determinado, y que solo buscan información para reforzar sus tesis, interpretando dicha información de forma que apoye sus ideas preconcebidas. Solo leo o escucho aquello que confirma mi creencia.

Y esto es más frecuente si quien genera la opinión inicial es un líder político demagogo, o un caudillo a quien sigo ciegamente, sin aceptar que se le critique.

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Fue tal la importancia de sus descubrimientos que los mismos afectaron positivamente la toma de decisiones en campos tan diversos y distantes como la política, las negociaciones internacionales, las relaciones laborales o familiares, la medicina, o incluso el juego de póquer y el deporte.

Como señala en ABC Pedro García Cuartango, «Kahneman básicamente demostró que estamos condicionados por prejuicios y marcos mentales que pesan más que las razones en los procesos de decisión. Esto vale tanto para la elección de pareja como para una negociación diplomática».

Gran parte de la labor de Kahneman se basó en la idea de que la mente opera en dos modos: rápido e intuitivo (llamado Sistema Uno) y lento y analítico (Sistema Dos) El primero proporciona conclusiones de forma automática, y el segundo, respuestas conscientes. Su libro «Pensar, rápido, pensar despacio», publicado en 2011, tuvo un gran éxito de ventas y explicó sus descubrimientos de manera accesible, utilizando ejemplos ilustrativos que permitieron a los lectores no especializados comprenderlos.

“Pensar rápido, pensar despacio” cambió para siempre nuestra manera de pensar sobre cómo pensamos. Considerado uno de los mejores libros de 2011 por The New York Times, The Economist y The Wall Street Journal, Kahneman revela cuándo podemos confiar en nuestras intuiciones a la hora de decidir.

Kahneman enseñó en varias universidades, incluyendo la Universidad Hebrea de Jerusalén, la Universidad de Columbia Británica, la Universidad de California en Berkeley y la Universidad de Princeton.

Para Richard Thaler (también ganador del Nobel de Economía), Kahneman fue un “gigante intelectual”. Steven Levitt afirmó que Kahneman “es uno de los pensadores más originales e interesantes de nuestro tiempo. No hay otra persona en el planeta que entienda mejor cómo y por qué decidimos.”

«Su mensaje central no podría ser más importante«, dijo el psicólogo y reconocido autor y docente de Harvard Steven Pinker al diario The Guardian en 2014, «a saber, que la razón humana, dejada a su aire, es propensa a cometer una serie de falacias y errores sistemáticos, por lo que, si queremos tomar mejores decisiones en nuestra vida personal y como sociedad, debemos ser conscientes de estos prejuicios y buscar soluciones. Es un descubrimiento poderoso y fundamental».

El ensayista, estadístico y matemático Nassim Nicholas Taleb, autor del influyente libro y bestseller mundial «El cisne negro«, situó «Pensar rápido, pensar despacio” en la misma liga que «La riqueza de las naciones» de Adam Smith y «La interpretación de los sueños» de Sigmund Freud.

«Antes de Kahneman y Tversky (Amos Tversky, su colega y amigo, fallecido en 1996), la gente que pensaba sobre los problemas sociales y el comportamiento humano tendía a asumir que somos agentes mayoritariamente racionales», escribió en 2011 el columnista del New York Times David Brooks. «Pensaban que las personas tienen control sobre las partes más importantes de su propio pensamiento. Suponían que las personas son básicamente sensatas maximizadoras de utilidad, y que cuando se apartan de la razón es porque alguna pasión como el miedo o el amor ha distorsionado su juicio.»

Pero los profesores Kahneman y Tverskyofrecieron una visión diferente de la naturaleza humana».

Afirma asimismo Brooks: «Nuestros prejuicios cognitivos nos llevan con frecuencia a querer cosas equivocadas. Nuestras percepciones y recuerdos son escurridizos, especialmente sobre nuestros propios estados mentales. Nuestro libre albedrío está limitado. Tenemos mucho menos control sobre nosotros mismos de lo que pensábamos».

El trabajo de los profesores Kahneman y Tversky, concluyó Brooks, «será recordado dentro de cientos de años».

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Como nos señala Kahneman en “Pensar rápido, pensar despacio”, el mundo no es percibido como nos enseñaba la economía clásica y su “hombre racional”; en verdad, tal hombre racional nunca ha existido. Y los intentos de construcción de modelos de comportamiento humano basados en esa supuesta racionalidad han estado destinados al fracaso. En cambio, la realidad es que. los errores no provienen de las pasiones y su predominio, sino de la propia estructura cognitiva.

Un ejemplo clásico es la “pregunta de Linda: Linda es soltera y tiene 31 años. Es muy inteligente y le interesan los temas relacionados con la justicia social, o la lucha contra la pobreza. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones es más probable?

a) que Linda trabaje en un banco,

b) que Linda trabaje en un banco y participe de forma activa en un movimiento social.

La abrumadora mayoría opta por b), por más que sea imposible en términos lógicos. Lo que se demuestra es el “prejuicio conjuntivo”, por el que nuestro juicio queda afectado por la persuasiva combinación de detalles plausibles. Y es que los seres humanos somos mejores narradores que lógicos; no sólo tendemos a hacer juicios sesgados, sino que experimentamos la influencia de los factores más sutiles y absurdos que podemos imaginar.

Otro ejemplo:

Un bate y una pelota de béisbol cuestan, juntos, $1.10. El bate cuesta $1.00 más que la pelota. ¿Cuánto cuesta la pelota?

(Respuesta, al final.)

¿Es posible aplicar estos avances en el conocimiento de las decisiones humanas en el estudio de realidades políticas concretas? Sin duda alguna. De hecho se viene haciendo desde hace años, sobre todo en países del llamado primer mundo. Pero es un área en que los latinoamericanos, por desgracia, estamos muy atrasados.

En conclusión: Daniel Kahneman y Amos Tversky fueron los Cristóbal Colón de la mente, porque sus descubrimientos sencillamente nos han enseñado cómo funciona la estructura de pensamiento y de decisión de los seres humanos.

Finalmente: En una entrevista con Kara Swisher en su podcast del New York Times «Sway» en 2021, Kahneman dijo: «Si estuviera empezando mi carrera ahora, elegiría entre la inteligencia artificial y la neurociencia, porque son formas particularmente emocionantes de observar la naturaleza humana.»

 RESPUESTA A LA PREGUNTA DE ARRIBA: la pelota cuesta 5 centavos. Esta pregunta le ha sido hecha a centenares de estudiantes universitarios de los centros educativos más prestigiosos del mundo; sin embargo, la gran mayoría se equivoca y responde que la pelota cuesta 10 centavos.

 

 

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