Democracia y PolíticaEleccionesMarcos Villasmil

Villasmil / Elecciones EEUU: Un recuento con datos y cifras

 

Con todas las dificultades económicas, con la pandemia encima de sus vidas generando sufrimientos a granel, sin embargo un récord histórico de votantes decidió hacerse presente. Toca ahora a los liderazgos políticos y sociales hacer un supremo esfuerzo para unificar de nuevo un país que fue polarizado con base en la lógica nazi “amigo-enemigo”. Esta es una de las primeras tareas que el presidente Biden debe realizar, pero él solo no lo puede lograr. Necesita la buena voluntad, el sentido de un nuevo propósito unitario de todas sus instituciones y dirigencias, como se ha producido tantas veces en la historia de ese país. Hay que erradicar los virus de la pandemia y del odio hacia el contrario. ¿Cómo salir de ellos? Quizá siguiendo el muy radical consejo dado en una anécdota que a Winston Churchill le gustaba mucho citar: un hombre recibe un telegrama donde le dicen que ha fallecido su suegra, y le piden instrucciones sobre qué hacer. El hombre telegrafió de vuelta: “momifíquenla, crémenla, entiérrenla en el mar. No corran ningún riesgo”.

En estos momentos se están produciendo centenares de análisis sobre las elecciones estadounidenses. Aquí, queremos ayudar al análisis mostrando una serie de datos, hechos –no fake news, por Dios- y cifras que iluminen algo el camino para un juicio claro sobre lo que pasó y lo que podría pasar en el futuro.

Comencemos con el hecho estratégico central:

En las dos últimas elecciones se dio una paradoja: en 2016 no ganó Trump, perdió Clinton. En 2020 no ganó Biden, perdió Trump.

Pocas veces en la historia se produjo un nivel de división tal que motivó a una gran parte de la sociedad a participar, virus o no virus. Y Trump pierde porque enfrente se produjo una muy improbable coalición de mujeres, afroamericanos, votantes jóvenes, de tercera edad y republicanos descontentos, los “Nevertrumpers”. Un grupo fundamental en la victoria de Biden lo formaron las mujeres. Durante cuatro años Trump hizo todo lo posible por perder su apoyo.

Donald Trump es el undécimo presidente norteamericano en perder la reelección, solo el tercero desde la Segunda Guerra Mundial, y el primero en más de un cuarto de siglo. ¿Los otros dos más recientes? Jimmy Carter (apabullado en 1980 por Ronald Reagan, quien obtuvo 489 votos del Colegio Electoral contra solo 49 de Carter), y George H.W. Bush (Bush padre), derrotado por Bill Clinton en 1992.

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Este 2020 trajo sorpresivamente a la pandemia; y la campaña republicana se volvió una montaña rusa. Desde la recomendación del presidente de que se inyectaran lejía para combatir el virus, hasta la promesa, nunca cumplida, de que llegaría antes del 3 de noviembre -como maná del cielo- una vacuna que debía, más que salvar vidas, resucitar una campaña electoral pandémicamente afectada. Ni siquiera se intentó poner de acuerdo a toda la sociedad en la necesidad del uso de la mascarilla.

Según el Pew Research Center la pandemia también dividió a los norteamericanos: mientras que un 82% de los votantes registrados que apoyaron a Biden consideraban al virus como un hecho “muy importante”, solo un 24% de los que apoyaron a Trump lo hicieron (la mayoría opinó que se había “exagerado” mucho el peligro). El triunfo del negacionismo más irracional y absurdo.

Sobre el tema racial o el cambio climático las diferencias son incluso mayores; ¿lo más preocupante? El 90% de los votantes respectivos piensan que una victoria del candidato contrario le causaría un grave daño a la nación.

Al final, el rechazo a la gestión presidencial fue siempre superior al apoyo. Donald Trump es el primer presidente en la historia norteamericana cuya gestión, según las encuestas, nunca tuvo el apoyo de al menos el 50% de los ciudadanos (su porcentaje más alto fue 49%, hace seis meses, cuando sus compatriotas creían todavía que él combatiría con eficacia la pandemia).

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Un hecho que debería causar alarma entre los republicanos: desde la caída del Muro de Berlín el partido ha perdido el voto popular en siete de las ocho elecciones celebradas. (La excepción es Bush –hijo- en el 2004).

Otro dato mucho más grave: dos de los estados normalmente republicanos más importantes en términos de votos al colegio electoral, Texas y Florida, se han convertido en “swing states”, en entidades electorales no seguras. La demografía es destino. Texas está enrumbada a ser Demócrata (a menos que el partido Republicano cambie radicalmente su perspectiva estratégica) porque el grupo ciudadano que llevó a Trump a ganar las elecciones de 2016 está disminuyendo, poco a poco, sin remedio: el votante blanco, de clase baja, evangélico.

Como si fuera poco lo anterior, Georgia, otro estado sureño tradicionalmente republicano, (y cuyo resultado, bastante apretado, se está revisando al momento de escribir esta nota) es uno de los ocho estados en donde más de la mitad de los votantes menores de cuarenta años no son blancos.

Para esclarecer aún más el punto: en comparación los Demócratas arrancan el conteo de votos nada menos que con tres fortalezas inexpugnables, que son y serán Demócratas en el futuro previsible: California (joya de la corona, con 55 votos al Colegio Electoral), Nueva York (29) e Illinois (20). Son 104 votos Demócratas bastante seguros (recordemos que el mínimo necesario para ganar es 270).

Los Demócratas vencen, entre varias razones, porque recuperaron el “Muro Azul” que es otra de sus fortalezas recientes (salvo por el descuido inexplicable de la señora Clinton en 2016): Pensilvania (20 votos), Michigan (16) y Wisconsin (10). Son 46 votos más.

No existe “un voto latino unificado” (obviamente, hay latinos de nacionalidades y orígenes diversos). Votantes latinos ayudaron a darle el triunfo a Trump en Florida, pero también a que Biden ganara Nuevo México, Nevada y probablemente –todavía están contando votos- la republicana Arizona.

Junto a Biden (segundo católico electo presidente, luego de John Kennedy), Kamala Harris es la primera mujer –y la primera de color y de origen surasiático- electa Vicepresidente.

Es muy temprano para pronosticar qué sucederá con los Republicanos, el histórico partido conservador; no han salido mal en el voto al parlamento. Una lucha por su alma y su futuro podría comenzar pronto. ¿Volverá a ser el partido conservador de siempre, el que tuvo a Ronald Reagan como su líder más importante y significativo en el siglo XX, o abrazará definitivamente esa extraña mezcla nada conservadora, más bien “nacionalista-populista”, de ultra-derecha, que le ha intentado imprimir Donald Trump?¿Buscará regresar el futuro expresidente a la Casa Blanca? Otro dato: puede ser que aspire, pero en noviembre de 2024 tendrá 78 años (la misma edad de Joe Biden el próximo 20 de noviembre). Además, ¿Será acaso posible un trumpismo sin Trump?

Una encuesta el pasado 30 de octubre de Washington Examiner/YouGov entre votantes registrados, indicó que un 48% preferiría que “Trump dejara la política”. Para los que anotan: Washington Examiner es un diario trumpista.

Mientras, los días pasan y el hombre que gobernó por Twitter no acepta perder por correo.

 

 

 

 

 

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