Villasmil – Estados Unidos: Un debate senil
Leo en una nota de George F. Will en el Washington Post: “lo mejor que ofrece este nuevo debate Biden-Trump es que uno de los dos perderá”.
El problema es que también perdieron los EEUU. Y Europa; y las naciones libres y democráticas -y las que aspiran a serlo- en general. En muchos lugares la libertad y la democracia están intentando sobrevivir con unos políticos mediocres pastando en parques temáticos decadentes; que ello ocurra, no es sorpresa. Pero que hoy pase sobre todo en los Estados Unidos es motivo de gran alarma.
No es un secreto para nadie que en EEUU hay algunas encuestas muy serias y confiables en las que se afirma que la dupla gerontocrática candidatural de Biden (81 años) y Trump (78) es la más impopular en la historia del país. Una clara mayoría de los encuestados desearía otro par de candidatos.
Algunos electores ya piensan en la elección de este año como Henry Adams dijo que muchos votantes opinaban de los candidatos en una muy anterior revancha de presidentes (Benjamin Harrison y Grover Cleveland, en 1892): «Uno de ellos no tenía amigos; el otro, sólo enemigos».
Lo cierto es que, si nos centramos en las percepciones de muchos votantes, uno de los mayores logros de Joe Biden ha sido generar una especie de nostalgia por Trump.
Eso casi califica como milagro político: cómo extrañar a un expresidente ya convicto por agresión sexual contra una señora y por haber pagado de forma irregular $130.000 a una actriz porno y prostituta para que no abriera la boca, hablara sobre su relación, y le arruinara la probabilidad de ganar las elecciones en 2016.
En realidad, tenía razón Trump: en su país sí hubo un robo de elecciones, pero no como afirma él, que le robaron las de 2020; él se robó las de 2016. Sólo necesitó de unos miles de dólares y la prostituta y actriz porno entonces se dijo: “chitón, que calladita te ves más bonita”.
***
Barack Obama y John McCain, en tiempos en que los rivales se podían saludar y dialogar
Qué tiempos aquellos en que los candidatos de los dos partidos gozaban de una opinión favorable entre los electores; la última vez que ello ocurrió fue en 2008, John McCain contra Barack Obama. Tiempos que hoy lucen muy lejanos, casi legendarios.
Hoy, la decisión que tiene cada votante arranca con el escandaloso egoísmo de Biden en su búsqueda de un segundo mandato a pesar de sus cada vez más notorios 81 años. ¿Y su jovencísimo oponente de apenas 78 primaveras? Desde 2016, Trump se ha especializado en pronunciamientos políticos que no son más que humo. Comencemos con su promesa de que México pagaría el muro fronterizo; ¿y su compromiso de eliminar la deuda nacional -no el déficit presupuestario anual, que ya habría sido bastante improbable- en ocho años? (En sus cuatro años, la deuda aumentó casi 8 billones de dólares).
Dejemos aparte lo más obvio: su llamado al asalto al Capitolio por sus huestes, o sus 65 juicios, todos perdidos, porque nunca pudo probar un vaporosamente inexistente fraude.
Si bien los males cognitivos del demócrata son de hace relativamente poco tiempo, el caso del republicano viene de lejos: no se es un narciso y misógino adepto a mentir de un día para otro.
Mientras Trump miente sin descanso, pero con convicción, Biden intenta, pero no puede, transmitir confianza diciendo verdades; el asunto es que apenas las balbucea.
Por ello es que en el debate las mentiras de Trump derrotaron por paliza a los hechos de Biden.
En todo caso, dicho debate fue un ejemplo perfecto de por qué los Estados Unidos están con las luces rojas encendidas. Como tituló el Washington Post, fueron “noventa minutos de dolor”.
Ambos aspirantes lucen tan antiguos que ninguno mencionó dos palabras: “Inteligencia Artificial”. Como si no existiera y no estuviera ya afectando y revolucionando nuestras vidas.
Cada uno se ubicó en su particular mundo fantasioso, con Trump ofreciendo que si él regresa a la Casa Blanca “todas las crisis del planeta se resolverán” (¡¡¡!!!!). Obviamente, una vez más se negó a criticar la invasión a Ucrania por su amigo Putin.
En la presente crisis bideniana postdebate, al momento de publicar esta nota en el partido demócrata hay un debate cada vez más pluralista sobre una posible renuncia de Biden. Ojalá se dé, que renuncie. Candidatos más jóvenes y con méritos hay, como los muy mencionados gobernadores Gavin Newsom (California) y Gretchen Whitmer (Michigan). Una discusión que en el partido republicano hoy es imposible, convertido desde 2016 en una secta zombi al servicio de su amo y caudillo. Pero recordemos de todos modos que algunas encuestas llegaron a mostrar hace meses que si el GOP postulaba a Nikki Haley las chances de victoria republicana eran mayores.
No guardemos muchas esperanzas sobre posibles cambios candidaturales; más bien habría que recordar una frase de Pío Cabanillas, prominente político español durante la Transición, quien ante la crisis interna y los conflictos dentro de su partido, UCD, en ese momento en el Gobierno, afirmó con guasa e ironía: «cuerpo a tierra, que vienen los nuestros».
GAVIN NEWSOM, JOE BIDEN, GRETCHEN WHITMER
***
Los debates políticos, sinceremos la cosa, son una forma particular de “reality-shows”, pero no tan entretenidos como los originales.
El pasado 27 de junio, con Biden y Trump sucedió lo de siempre, pero para peor: fue un debate senil, un encuentro entre dos señores bastante mayorcitos que demostraron sufrir de esa desgracia que los griegos llamaban “hybris”, desmesura, donde los egos, las ambiciones y la soberbia superan todos los límites racionales.
Como si ello fuera poco, en estos tiempos supuestamente híper informados, la gente parece ir a su aire, cómodamente instalada en el mundo de la posverdad, con una visión alternativa de país que es asombrosamente inexacta.
Ya hace medio siglo, Hannah Arendt, que conocía muy bien a los magos de la política delante y detrás de los escenarios, temía que debido a los nuevos desarrollos tecnológicos que se estaban dando, en especial en las campañas electorales con la creciente influencia de los asesores de imagen, “la sociedad podría sucumbir a una forma peculiar de cinismo, una negativa absoluta a creer en la verdad de algo”.
En mayo, una encuesta de Harris Poll reveló que el 55% de los norteamericanos afirma que la economía se está contrayendo (en realidad el producto interior bruto lleva cuatro años creciendo.) Que el 49 por ciento cree que el S&P 500 ha bajado este año (ha subido un 14,2 por ciento desde 2023, cuando subió un 24 por ciento, y la semana pasada alcanzó un máximo histórico). Y que el 49 por ciento cree que la tasa de desempleo está en su nivel más alto en 50 años (está por debajo del 4 por ciento, cerca del mínimo en los últimos 50 años).
Con tal nivel de desinformación, la decisión del próximo noviembre luce harto azarosa, ante la notoria incapacidad de ambos candidatos. Uno desearía que en Estados Unidos hubiera un candidato con la magia, el carisma, la empatía, el nivel de compromiso y la juventud de María Corina Machado…