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Villasmil: Estupor y temblores

Estupor y temblores - Nothomb, Amélie - 978-84-339-6919-4 - Editorial Anagrama

 

“Los políticos son casi todos infames, son capaces de vender a su madre. Pero Sánchez no la entrega. Entrega a la nuestra en lugar de la suya”.

 

Arturo Pérez-Reverte

 

Ante el reciente enfrentamiento entre Javier Milei y Pedro Sánchez debe recordarse que de hecho fue el presidente del Gobierno español quien inició las hostilidades al tomar posición pública en las elecciones argentinas de 2023 en favor de Sergio Massa, el rival peronista de Milei.

Veamos a Sánchez: la actual conducta esperpéntica de la dirigencia del partido socialista hispano es vergonzante. En palabras de Julián Quirós (ABC): “Un espectáculo ajeno a la modernidad y que entronca con la obra de Vargas Llosa, con las adhesiones mitómanas a los caudillos bananeros”.

En su afán de poder, Sánchez manipula todo y a todos. Ahora su esposa es un símbolo de las luchas socialistas contra las denostadas “derechas” (en España ese asunto de izquierda y derecha siempre fue en plural) incluso más: Begoña Gómez es hoy una institución del Estado.

Para Sánchez las instituciones del Estado son una prolongación de sí mismo.

Mientras, el PSOE, su fracción parlamentaria y el equipo de Gobierno representan una dirigencia sometida permanentemente al escarnio, y que recuerda esa grandiosa imagen de la escritora belga Amélie Nothomb, que le da título a una excelente novela: “Estupor y temblores”.

En ella, Nothomb cuenta la historia de una joven belga de 22 años, Amélie, que empieza a trabajar en Tokio en una de las mayores compañías mundiales, Yumimoto, quintaesencia de las empresas japonesas. ¿Por qué el título, «Estupor y temblores»? porque así era como el emperador del Sol Naciente exigía que sus súbditos se presentaran ante él, mostrando estupor, y temblando ante su presencia.

Tal cual el hispano Pedro I, caudillo no por “la Gracia de Dios” sino por sus ambiciones y apetitos de poder. Sus vasallos -que no sus compañeros de partido, esos ya no existen- deben acatar sin dudar cada capricho y deseo emanados del cacique supremo de este PSOE zombi.

Tratar de dialogar y discutir de forma racional con un fiel seguidor de Sánchez es como querer explicar la belleza de la música de Bach, Mozart o Beethoven a un admirador incondicional de reguetones.

Pedro Sánchez además moviliza los sueños de condena a Israel desde el río hasta el mar, hoy se desvela por defender una Palestina controlada por Hamás y Hezbolá, y asimismo quiere que santa Begoña sea llevada a los altares laicos de la progresía mundial.

 

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El caso de Milei es diferente, aunque solo sea porque le deseamos éxito en su gestión de Gobierno, ya que los argentinos se merecen el fin de tantas décadas de desastres gubernamentales, y porque de fracasar Milei la alternativa -el retorno del peronismo- sería catastrófica. De suceder, creo que a los argentinos les ocurriría una muy tanguera versión del “estupor y temblores”.

Dentro de tanta frase extravagante, afirmación hiperbólica o latigazo verbal que Milei usa, una frase es rotundamente cierta: “Sánchez no es España”.

Una diferencia con Sánchez es que Milei -un incansable divulgador de sus ideas económicas- cree sinceramente en su visión de la libertad, del comercio, de la economía, y les da preeminencia, definen su acción de Gobierno. Sánchez, mientras tanto, es sólo profeta de sí mismo, de su narcisismo extremo, de su ego incontrolado, de su control de poder por las malas y por las malas. Con Sánchez no hay mensaje ni sustancia, tan solo proyectar una imagen y reproducir el espectáculo narcisista. Para Sánchez las instituciones son una prolongación de sí mismo.

Según los sociolistos del PSOE la historia argentina se explica muy bien: los nazis huyeron en oleadas a Argentina porque esperaban la llegada, en décadas futuras, del profeta Milei.

 

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Si a Milei hay que leerlo y evaluarlo por la desmesura de muchas de sus declaraciones y acciones, conviene evaluar a Sánchez también por sus silencios, por lo que calla.

­¿Que Nicolás Maduro insulta a la Corona? No hay problema, a mirar a otro lado. ¿Que sus socios de Gobierno hacen y deshacen con la unidad de España y las instituciones de la Transición? silencio de cementerios. Pero si un juez se atreve a investigar la conducta económicamente emprendedora de la señora Begoña, arde Troya.

Ahora a Sánchez le ha dado por escribir cartas públicas, donde derrama sus angustias, sus desvelos amorosos por su sacrificada esposa. Sánchez es un hombre profundamente enamorado.

Repitámosla porque es verdad sanchista: Begoña no es solo la esposa del presidente del Estado, es una institución más importante que el Tribunal Constitucional, la Corona, el Real Madrid o el festival de Eurovisión. La mujer del Gran Timonel del Progreso es un ejemplo para todas de cómo se desarrolla una profesión al margen del marido, por mucho que fastidie a Feijóo, que según los socialistas desea que las mujeres se queden en casa haciendo las labores del hogar.

No apoyar a Sánchez y a santa Begoña es, por lo menos, una grave carencia de amor a la Patria Socialista (socialista porque de lo contrario, para estas piaras progresistas, no es patria).

¿Y la oposición conservadora, liberal y democristiana del PP? Los populares no han entendido que una crítica a Begoña es un ataque a un Estado democrático, feminista y ecosostenible de la Unión Europea (risas y carcajadas varias en la sede del PP).

Para el socialismo español hay que defender con todos los dientes a Begoña y a España (según ellos, valga la redundancia), a la búsqueda de la Verdad Feminazi, la que, según una Ley de Igualdad ejemplar, redujo penas e incluso liberó a pobres y sufrientes violadores encerrados en las mazmorras y calabozos de las horrorosamente medievales cárceles hispanas.

¿Qué planteará Sánchez en una próxima carta? ¿Una posible invasión a Argentina, con los Tercios de don Juan de Austria como punta de lanza, dirigidos por el Capitán Alatriste?

El problema central de Sánchez no es sin embargo El Begoña-gate, es su creciente carencia de legitimidad.

Javier Milei habla de cómo hacer funcionar el capitalismo para generar prosperidad. Ojalá lo logre. Sin crear estupor, y mucho menos temblores. Para eso están los socialistas como Sánchez.

 

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