Villasmil: Gobernando a golpes de motosierra…¿peronista?
En su primera prueba electoral real desde que llegó al poder en octubre de 2023, el partido del presidente de Argentina, Javier Milei (“La Libertad Avanza”), sufrió una derrota aplastante en las elecciones de la provincia de Buenos Aires (con el 40% del padrón electoral nacional) del pasado 7 de septiembre (47% peronismo, 33.7% La Libertad Avanza). El resultado puede interpretarse como un recordatorio enfático de la notable resistencia del peronismo, a quien llevan décadas dándole el RIP; Milei afirmó en la reciente campaña que su victoria en Buenos Aires significaría “el último clavo en el ataúd peronista”. Resulta que el conde Drácula peronista tiene innumerables vidas, algunas de derecha, otras de izquierda (cuando se podían usar tranquilamente ambas denominaciones).
En la campaña electoral de diciembre de 2023, Milei alcanzó notoriedad mundial por su estilo agresivo, de confrontación plena contra todos sus adversarios, blandiendo una motosierra en mítines.
En verdad, el pueblo argentino tenía sobradas razones para estar molesto en 2023. Los gobiernos peronistas habían sido un desastre. Al final, se impuso una clara receta populista: había más razones para votar contra (el peronismo) que a favor…de la motosierra. Pero Milei no lo vio así.
Luego de casi dos años de Gobierno el oficialismo tenía la expectativa de un triunfo contundente en las elecciones legislativas de medio término del próximo 26 de octubre (la elección de Buenos Aires fue solo el aperitivo), porque en los primeros 18 meses de gobierno la política jugó a favor de la economía y viceversa. Un resultado exitoso le permitiría incrementar sustancialmente su bancada en el Congreso y, desde una posición de fuerza, construir las alianzas necesarias para impulsar el ambicioso programa de reformas estructurales –incluidas las destinadas a consolidar el equilibrio fiscal a largo plazo–. La estabilidad y los buenos resultados económicos serían el guion para asegurar la reelección de Milei en 2027. Pero desde julio de 2025, el escenario cambió. Diversos episodios políticos mostraron la fragilidad del Gobierno y puso en duda la sostenibilidad del plan.
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Hoy, Milei está en aprietos; víctima en parte de conflictos autoinfligidos.
Según reciente encuesta LatAm Pulse, hecha para Bloomberg (y citada en la página El Grand Continent), la popularidad de Javier Milei cayó en septiembre: el 53,7 % de los argentinos dice ahora «desaprobar» el mandato del presidente, el nivel más alto desde su llegada al poder.
Es cierto que las políticas de Milei han logrado una desaceleración notable de la inflación mensual. Sin embargo, el severo ajuste fiscal ha tenido un alto costo social. El incremento de los precios en rubros esenciales como alimentos y transporte, la reducción de las pensiones, junto con la caída de la actividad económica, ha provocado un aumento en los índices de pobreza.
En junio de 2025, las cifras de desempleo alcanzaron el 7,9 %, el nivel más alto desde 2021. Las encuestas muestran que más del 50 % de los trabajadores argentinos teme perder su puesto de trabajo.
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La luna de miel de Milei se vio asimismo afectada por males usuales de la gobernanza latinoamericana: pleitos con su vicepresidenta, conflictos perennes con el parlamento, escándalos de corrupción que incluso involucran a su todavía todopoderosa hermana, Karina.
Su fortuna ahora depende de los auxilios provenientes de los Estados Unidos, como el del siempre odiado, pero nunca olvidado, FMI. Los Estados Unidos le han lanzado un gran salvavidas financiero. ¿Será suficiente en estos próximos días de campaña electoral?
Las muy importantes elecciones de mitad de periodo son, repetimos, el 26 de octubre.
Mientras, la confrontación Milei v. peronismo es mortal, un juego suma-cero. Quizá es porque se parecen mucho.
Hace poco el veterano y reconocido periodista argentino Jorge Fernández Díaz, en una cena del diario hispano ABC, fue terminante y contundente: “Milei no solo no había terminado con las redes clientelares del kirchnerismo, sino que las había utilizado en su favor. El acoso a la prensa, el matonismo digital y el escarnio a sus críticos han sido sistemáticos desde el primer día de su Gobierno, que se enfrentó al peronismo en sus propios términos, es decir, mimetizándose con él y tomando prestadas sus estructuras discursivas, culturales y mediáticas. «Hay dos máquinas de mentir: el kirchnerismo y el mileismo», recordaba el propio Fernández Díaz. Si alguien creía que con Milei se acaba la polarización, la lógica de buenos y malos y el sectarismo más destructivo, se equivocaba: solo cambiaba de manos”.
Y aquí la cosa se pone interesante; en un ambiente político mundial actual con predominio claro del estilo de liderazgo populista ¿no hay acaso similitudes entre el estilo y personalidad de Juan Domingo Perón y el de Milei, especialmente en el ámbito de su relación con el poder, la comunicación y la construcción de un movimiento político?
Ambos son maestros de la polarización (se ha dicho que la polarización es ya . Ambos son figuras que encarnan el poder de forma personalista. Sus movimientos políticos (el peronismo y La Libertad Avanza) se construyen fuertemente alrededor de sus figuras, más que en una estructura partidaria consolidada. Su megalomanía es de campeonato.
Datos curiosos: a ambos líderes les interesó el mundo del espectáculo, se abrazaron amorosamente con actrices y tenían una pasión: los perros.
Para muchos argentinos, ser peronista no es solo una elección ideológica o de voto, sino una parte fundamental de su identidad. Esta identificación va más allá del análisis racional de la gestión de un Gobierno, y se arraiga en una conexión emocional con la figura de Perón y Eva Perón, quienes se convirtieron en íconos eternos para amplios sectores populares; gurús del más allá. Y vaya que los variados liderazgos peronistas han sido expertos en “lavados de cara” periódicos. Nada parece conmover la fidelidad de sus seguidores, los altares peronistas tienen velas encendidas eternas, su “storytelling” es insuperable.
Como bien afirma José F. Peláez en ABC: “La respuesta a un populismo de izquierdas no puede ser un populismo de derechas, porque es la misma basura. Aunque, desde luego, identificar al peronismo con la izquierda y a Milei con la derecha no deje de ser ciencia ficción”.
Al final, ambos populismos han producido liderazgos encarnados en personas que solo tienen como valor fundamental el lograr el poder como sea, y mantenerse en él como sea.
¿Se habrá enterado Milei de que, en realidad, en sus cautivantes mensajes populistas, hay mayores coincidencias que diferencias con los odiados enemigos peronistas, y que quizá tendrá que asumir esa realidad cultural irrebatible de la historia argentina?