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Villasmil – Hoy más que nunca: Sí a la libertad, no al comunismo

 

El 11 de julio de 2021 pasará a la historia como uno de los días más inolvidables en la larga historia de lucha contra la dictadura castrista en la patria cubana. En palabras de Yoani Sánchez: “el 11 de julio las calles de Cuba hablaron claro y alto”.

Ese día, el pueblo, en decenas de sitios, y de forma espontánea, alzó su voz de protesta cívica -que los comunistas y sus amigos del mundo consideraban callada para siempre- exigiendo libertad, y la ya decrépita tiranía castrista mostró ante el mundo una vez más cómo para ellos la política es simplemente apariencia, mentira, señales de humo que se venden como si fuera la renovada llegada del Mesías. A fin de cuentas, los inventores y perfeccionadores de las fake news en América Latina fueron los hermanos Castro.

La más reciente fake news la dio el propio tirano actual, Miguel Díaz-Canel, al afirmar, mientras llamaba a los comunistas cubanos a salir a la calle a defender la tiranía, que la culpa de la crisis que vive el país la tiene el cúmulo de sanciones de Estados Unidos. Con su llamado, como el monopolio de las armas las tiene el régimen (al igual que en Venezuela y Nicaragua), lo que se amenaza es un genocidio, como el que ha cometido el chavo-madurismo en la patria de Bolívar.

Mientras, el pueblo cubano ha salido a la calle sin miedo: “Patria y Vida”, “Queremos vacunas”, “Libertad” y “Abajo la dictadura” eran algunos de los clamores. También gritaban “Abajo Díaz-Canel” y “Abajo el PCC”.

Recordemos, una y otra vez lo siguiente: en la accidentada historia del continente americano ningún régimen, ningún gobierno, ha representado con mayor exactitud los horrores de una tiranía inhumana, que la dictadura castrista. 

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La tragedia cubana debe analizarse no como hacen ciertos analistas geopolíticos que quieren meter la realidad en el saco de sus prejuicios, sino como lo que es: lo que ha ocurrido en Cuba y Venezuela, sumados todos sus rasgos y elementos esenciales, no ha ocurrido nunca en ninguna otra nación: la destrucción completa de una sociedad, en lo económico, ético, institucional, educativo. Igualmente se desvelaron por introducir el odio como símbolo esencial del poder –y su supremo sacerdote, no hay que olvidarlo nunca, en Venezuela no fue Nicolás Maduro, sino su mentor, Hugo Chávez, como lo fue en Cuba Fidel Castro-.

Obligaron a emigrar a millones de ciudadanos en búsqueda de alas de libertad y de futuro que en su país le eran cortadas. Y produjeron, en el caso venezolano, más de 900.000 km2 de zona de guerra, en un país formalmente sin guerra; eso sí, salvo la que en realidad hay, la del chavismo contra todos. Antes de la llegada de la pandemia la violencia reinaba en Venezuela; leemos en una nota de 2019: “Cada año, en Caracas, una de cada mil personas muere asesinada. O, dicho de otro modo: hay más asesinatos en Caracas en dos días que en Madrid en un año”.

En esa misma nota, su autor, el escritor argentino Martín Caparrós, recordaba estas palabras de Simón Bolívar, escritas en 1815, fugitivo en Jamaica:

“En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela, sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia y a una soledad espantosa, no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de la América”. 

Ya podemos imaginarnos lo que hubiera escrito Bolívar si le hubieran mostrado en una bola de cristal los efectos del régimen chavista. O José Martí si hubiese visto el futuro de Cuba bajo los Castro.

 

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Los venezolanos y cubanos ya sabemos de qué materia infernal está lleno el corazón de sus tiranos. Y nos ha costado un buen tiempo entenderlo y asumirlo, para luego poder explicarlo al mundo.

Hoy, atrapado en el laberinto de búsqueda de sobrevivencia, Díaz-Canel –el amo de esta pandilla de asesinos-, por seguir su instinto primario –en caso de duda, matar- ahora se encuentra ante la opción ingrata de quitarse todos los escrúpulos fingidos, saber que nadie le está creyendo los falsos mensajes de paz que ha querido dar, y tener que seguir dando órdenes de incrementar como nunca la represión, cosa que ya está ocurriendo. A fin de cuentas, en Cuba la violencia tiene rango constitucional.

Para él otra gran preocupación está en que algunas democracias bobas del mundo ya consideraban al hasta hoy considerado “paraíso socialista” una dictadura, es cierto, una cárcel inmensa, también, pero ¿acaso cuando estaba por morir Fidel no hubo un peregrinaje a la Isla de presidentes democráticos latinoamericanos, deseosos de despedirse del viejo líder de la lucha contra el Imperio?

Pero el ciudadano cubano ya está cansado. A la cada vez más grave crisis económica, se una la crisis del coronavirus en la supuesta “potencia médica mundial” (otra fake news comunista), lo que ha supuesto que hasta el gobierno ruso tuviera que intervenir en defensa de turistas suyos literalmente obligados a permanecer encerrados en sus hoteles porque el virus en Cuba está cada día más campante. Mientras, los venezolanos estamos negados a ser conejillos de indias con una supuesta vacuna cubana que ningún organismo serio reconoce, todo ello en medio de la violencia promovida por un régimen que es derrotado militarmente por grupos irregulares colombianos y puesto a la defensiva por bandas malandras que controlan zonas populares de Caracas.

Lo cierto es que la violencia y el odio no llegaron con la pandemia, ni con los gringos, ni con embargos ni desembarcos. Llegó por la voluntad siniestra de gobiernos que desde el día uno han promovido el crimen y la violación de derechos sobre ciudadanos cada vez más indefensos.

Pero cada día que pasa estamos más hartos, como demostró Cuba el domingo 11 de julio.

¿Qué debe hacer el verdadero liderazgo democrático del mundo? (que no es, por cierto, el de los Pedro Sánchez, López Obrador o Alberto Fernández), Apuntalar y asumir las palabras de una gran líder democrática hispana, Isabel Díaz Ayuso:

“Madrid es el Kilómetro Cero de la Libertad y la casa de los cubanos valientes que estos días se levantan contra quienes llevan seis décadas robándoles la vida, la democracia y los derechos más básicos. Hoy más que nunca: comunismo o Libertad. Estamos con vosotros”.

 

 

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