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Villasmil: Mercenarios del siglo XXI

 

Cuando uno oye la palabra “mercenario” vienen a la mente dos palabras asociadas a ella: violencia y dinero. Es inevitable. Pero hagamos algo de historia.

Pensemos, por ejemplo, en los soldados de la antigua Grecia, o del Imperio Romano, contratados para cuidar mercancías (de ahí surge la palabra mercenario). ¿Qué pasaba cuando no había mercancías que cuidar? El soldado, el mercenario, ofrecía sus servicios a quien los quisiera con el fin de luchar a su servicio. Es decir: alquilaban sus armas por dinero.

Los primeros datos sobre el empleo de mercenarios se remontan hasta el Antiguo Egipto, alrededor del año 1500 a. C., cuando el faraón Ramsés II hizo uso de miles de ellos en el transcurso de sus batallas, pagándoles con lo que saqueaban, comida y agua.

Otro caso histórico: Jerjes I, rey de Persia que invadió Grecia en 484 a. C., usó mercenarios griegos. El más recordado es Demarato, por su advertencia a Jerjes de no subestimar a los espartanos antes de la batalla de las Termópilas.

A los emperadores romanos no les quedó más remedio que acudir al uso frecuente de tropas bárbaras para defender el territorio imperial, bajo ataque por parte de ¡otras tropas bárbaras! En las diversas contiendas y conflictos medievales el uso de mercenarios fue muy frecuente.

Recuerda en nota reciente Juan Carlos Rodríguez Ibarra que según relata el orador griego Isócrates, “los soldados mercenarios eran pobres económica y moralmente”. La parte financiera mejoró con el tiempo, la moral sin duda no.

Ha habido casos especiales, excepciones: Las dos unidades más reconocidas en las que nacionales de un país sirven en las fuerzas armadas de otra nación son las brigadas británicas de Gurkhas y la Legión extranjera francesa. Es importante tomar en cuenta que los soldados que han servido en estas unidades de élite -integradas plenamente al ejército británico y francés- no son mercenarios.

Viene a cuento recordar que Nicolás Maquiavelo, en su obra más reconocida, El Príncipe, aconseja que “cualquier príncipe o república prudente que busque mantenerse debe apoyarse en armas propias y no en armas ajenas, especialmente en tropas mercenarias”. Y que “es mejor sufrir una derrota con tus ejércitos que una victoria con los ajenos”.

Conviene señalar ahora que no siempre los grupos de soldados profesionales trabajando para otro país han gozado de mala prensa; ahí tenemos el ejemplo de la Guardia Suiza del Vaticano, que es un pequeño ejército (135 miembros) que sirve a los Papas desde el siglo XV sin que haya dado motivos para escándalo.

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En la guerra de Rusia contra occidente, contra el humanismo, contra todo el orden internacional centrado en los derechos humanos,  y cuyas víctimas más obvias han sido los ciudadanos de Ucrania, ha sido significativa la presencia de una agrupación de  paramilitares de origen ruso fundado en 1970, el “Grupo Wagner”. Una empresa militar privada, una red de mercenarios, que se ha convertido prácticamente en una guardia pretoriana, un ejército privado de Vladimir Putin.  Se afirma que sus miembros son reclutados entre antiguos profesionales de la milicia rusa y de condenados por diversos delitos que se alistan para suplir prisión por su trabajo como mercenarios.

El grupo obtuvo reconocimiento internacional durante la Guerra del Dombás en Ucrania, entre 2014 y 2015, donde asistieron a las fuerzas separatistas de las autodeclaradas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Sus miembros han sido parte de varios conflictos alrededor de mundo, incluyendo las guerras civiles de Siria, Libia, República Centroafricana y Malí, a menudo luchando junto a las fuerzas simpatizantes al gobierno ruso. Los agentes de Wagner han sido acusados de cometer crímenes de guerra en las áreas en que son desplegados.​ Estas acusaciones incluyen violaciones y saqueos contra la población civil,​ y tortura a presuntos desertores.

Es evidente entonces que estos mercenarios eran perfectos para agredir salvajemente a Ucrania. 

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Pero hay otro significado de “mercenario” en el diccionario de la Real Academia: “Persona que desempeña por otra un empleo o servicio por el salario que le da”.

Llegados a estos tiempos latinoamericanos, el castrismo primero, y el chavismo y el orteguismo después, han creado, con el fin de profundizar sus telarañas autoritarias sobre sus ciudadanos, grupos violentos de ataque, civiles armados pagados por el régimen, cuyos fines son vigilancia y seguridad,  evitar todo tipo de protesta cívica, de reclamos de libertad por las mayorías ciudadanas. En Cuba, se les llama “Brigadas de Acción Rápida”, en Venezuela, colectivos. Se han identificado decenas de ellos, presentes en la geografía nacional. Todos son mercenarios del socialismo del siglo XXI.

Asimismo, los tres gobiernos han alentado la emigración de sus nacionales, pero dado la bienvenida a terroristas como la guerrilla colombiana, el Hezbolá, o ETA.

Nos recuerda Rodríguez Ibarra que si trasladamos las guerras al parlamento, somos capaces de distinguir al converso -aquella persona que sintiendo que se equivocó en su elección partidaria cambia de partido- del mercenario (considerado un tránsfuga, un vendido, en el argot político).

Y es que junto a  la violencia y la persecución de la oposición, en Venezuela han aparecido además decenas de políticos, otrora opositores o cuyo origen fue un partido de oposición, que han “brincado la talanquera”, y se han vendido sin el menor temblor en su conciencia al  chavo-madurismo. El habla popular venezolana les ha puesto un sobrenombre que les viene perfecto: son los alacranes.

Hay alacranes en todas partes donde la acción política se realiza, incluidos los dos parlamentos, el electo en 2015, y el actual chavista. Son mercenarios que no usan armas de fuego, sino la mentira, el cinismo, la hipocresía.

En realidad, toda la geografía humana del chavismo es un inmenso parque temático lleno de mercenarios.

La lucha sin cuartel que hoy se da entre los distintos jefes chavistas es una guerra mercenaria: la moral no cuenta, lo único importante son los abundantes dineros que en cantidades astronómicas se han venido robando desde el primer día de su infausto desgobierno.

¿Cómo los habría llamado Maquiavelo?

 

 

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