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Posturas políticas (y otras que no lo son)

Los Premios Platino del Cine Iberoamericano, que recientemente celebraron una nueva entrega en Madrid con la presencia de grandes actores, realizadores, y técnicos de nuestro cine, se convirtieron este año en una hermosa muestra de solidaridad con las luchas venezolanas contra la dictadura.

 

Uno de los premiados, el realizador venezolano Lorenzo Vigas (por la Mejor ópera prima de ficción, su película “Desde allá”), afirmó en la sala de prensa que en su país están “al borde de un genocidio”.

Es una paradoja dolorosa que tenga que ser un ciudadano que no ha pasado un minuto de su vida dedicado a la labor política quien dé en la diana de la tragedia venezolana, mientras que en la reciente reunión de presidentes del Mercosur, luego de horas de discusiones, una vez más surgieron los protectores de la dictadura, como ha sucedido en otros órganos regionales; esta vez, el papel de las islitas del Caribe que siempre apoyan a la tiranía en la OEA, lo cumplió Tabaré Vásquez.

El jefe de Estado uruguayo –quien puede pasar a la historia como uno de los presidentes latinoamericanos de su generación que no acabe en la cárcel ¿Odebrecht no hizo negocios en Uruguay?- afirmó sin la más mínima gota de duda que para su país era importante defender la vieja -y carcomida por los hechos- tesis de la “no injerencia en los asuntos internos de otros países”. Estaría bien preguntarle, ante su celo doctrinario, si acaso no fue un acto de injerencia “en los asuntos internos de otro país” la solidaridad de la democracia venezolana con los ciudadanos uruguayos perseguidos y asesinados por la última dictadura militar en esa nación.

¡Pero qué casualidad! En su discurso el pasado 26 de julio con motivo de una celebración más del «Día de la Rebeldía Nacional», en Pinar del Río, el orador, José Ramón Machado Ventura, uno de los líderes históricos de la revolución cubana y actual número dos del Partido Comunista, afirmó que “en las últimas semanas se han incrementado las acciones injerencistas y desestabilizadoras contra el Gobierno bolivariano y chavista encabezado por el presidente constitucional Nicolás Maduro Moros”. 

Uno entiende por qué actúan como lo hacen Daniel Ortega o Evo Morales. Incluso uno puede comprender a las islitas del Caribe consideradas merecedoras del mismo voto en la OEA que naciones de verdad como Canadá, México, Argentina o Chile, por una generosidad y falta de sensatez que raya en la estupidez de los muy entusiastas aunque poco realistas fundadores de la organización continental; pero ¿el presidente de Uruguay? ¿Un país sin duda alguna ejemplo en muchos aspectos para sus vecinos regionales?

Una razón que podría usarse para explicar su conducta es la ya atávica dependencia de la izquierda latinoamericana, con sus despedazamientos, liturgias y sacralizaciones –izquierda socialdemócrata o revolucionaria, caviar, intelectual o de café- hacia los hermanos Castro y su proyecto totalitario. Y como Hugo Chávez buscó producir una clonación del régimen tiránico cubano, se le perdonan ciertas extralimitaciones y algunos excesos, que a fin de cuentas Cuba y Venezuela son países caribeños, no precisamente nórdicos.

La mejor prueba de que lo anterior no anda demasiado descaminado es responder esta pregunta: si Hugo Chávez, en su fallida intentona de golpe militar en 1992, y en sus acciones y proclamas posteriores, se hubiese declarado derechista ¿Tabaré Vásquez y la variopinta coalición de izquierdas que lo apoya serían tan condescendientes con él?

La otra postura que diversos sectores y personalidades siguen usando cuando opinan sobre Venezuela es la “necesidad de un diálogo” sin condiciones. El sumo sacerdote y operador político en esta postura es el desastroso ex-presidente español José Luis Rodríguez Zapatero con sus dos acompañantes, el panameño Martín Torrijos y el dominicano Leonel Fernández. Por cierto, ¿desde cuándo ser ex-presidente otorga, sin más, auctoritas y reconocimiento para una mediación tan delicada como la que se necesita en Venezuela? Al parecer no importó para nada que Zapatero fuera –ver encuestas recientes- el presidente español peor valorado por sus compatriotas, y el padre de la crisis económica que destruyó centenares de miles de puestos de trabajo en España, país que recién ahora comienza a recuperarse del desastre creado por el Gran Mediador Venido de la Metrópoli Colonial.

El diálogo sin más lo viene impulsando el chavismo desde que su fundador estuviera vivo. Siempre ha servido solo para burlarse de todos, para ganar tiempo, y para desprestigiar a la oposición. Por ello la ya famosa carta del Secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, a fines del año pasado: diálogo sí, pero con condiciones previas: liberación de presos políticos, respeto a la Asamblea Nacional, implementación de la ayuda humanitaria, y un cronograma de elecciones generales. Sin ello, hablar de diálogo con el chavismo es pura señal de humo.

Finalmente: el problema hoy para presidentes como Vásquez es que la contundencia de la protesta ciudadana venezolana, los muertos, y la conducta gubernamental que raya en el genocidio, como afirmaba Lorenzo Vigas, y que no puede ser ocultada porque está a la vista de todos, hace que las posturas como las que pretende sostener el mandatario uruguayo ya bordeen en la complicidad. Y un jefe de gobierno debería poder ser acusado de corrupción no solamente por su comportamiento dentro de las fronteras nacionales, sino asimismo por una conducta descaradamente defensora de violaciones a los derechos humanos en la vecindad, en un país hermano, como a algunos les gusta –a veces con cinismo- denominar la relación entre los países latinoamericanos.

Un comentario

  1. Nadie maneja una causa económica? Recordemos la creación del Banco del Sur dependiente de la Unasur creada con fondos de estados ideológicamente afines a Venezuela, que depósitos Argentinos y Uruguayos hay allí? Porque Kitchner quería ser presidente de la Unasur y Vazquez lo vetó esgrimiendo razones politico-económicas justo cuando iban a colocar fondos del Banco del Vaticano que terminaron en los conventos!

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