Villasmil: Preguntas sin respuesta…por los momentos
Aquí simplemente ofrezco una pequeña muestra de muchas de las preguntas que merecen darse en el año que se inicia, en el mundo y en Venezuela.
Ellas surgen desde las injusticias que se cometen, desde la violencia sin sentido, del irrespeto a lo que las mayorías ciudadanas anhelan. Desde los senderos de la política, la economía, la cultura, los derechos humanos, la ciencia, el medio ambiente. Es decir, de todo aquello que constituye la sociedad humana, la que debería ser, pero no es porque hay personas, grupos sectarios y conspiranoicos, conglomerados nacionales y transnacionales que lo impiden. De las asociaciones que se dan entre el crimen, la economía y la política. De la justicia en manos de injustos, y de aquellos que anteponen sus ambiciones personales al futuro de su sociedad y de la humanidad.
Desde una clase política tanto en la izquierda como en la derecha que tiene como arma fundamental la mentira. Vivimos tiempos donde se promueve una auténtica dictadura de la mentira, una cínica maniobra que busca convertir opiniones en hechos, porque ellas son dichas por un líder populista al gusto de cada quien.
Párrafo aparte merecen los que promueven guerras, los terroristas de todo tipo y los insensatamente estúpidos que los apoyan en occidente, así como los tiranos que quieren perpetuarse, sea en China, Irán, Rusia, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua, o en las desgraciadas naciones de África.
Este pasado 8 de enero se cumplieron 65 años de la llegada de Fidel Castro a La Habana, para construir un Estado totalitario que solo ha traído muerte, miseria, odio e injusticia a Cuba y a América Latina. Una auténtica desgracia.
El futuro de las generaciones por venir se juega en un presente ciego ante realidades que están ante los ojos de todos, como el calentamiento global y la destrucción del medio ambiente. Ya se sabe: 2023 fue el año más caluroso en la historia de nuestro planeta. Asimismo, debe mencionarse la insensatez de quienes niegan la ciencia -recordemos aquellos gobernantes que rechazaban el uso de las mascarillas o de las vacunas, en los años terribles del COVID-19-.
Obviamente, la mayoría de las preguntas son a la política, por su responsabilidad fundamental en todo aquello que importa para el bien común. Los políticos actuales son unos maestros en no contestar las preguntas que no quieren responder porque no saben la respuesta, no les conviene o interesa; simplemente se hacen los locos -o locas- y desvían la respuesta hacia territorios cómodos, como decir alguna necedad previamente ensayada (cual miss nerviosa en concurso de belleza). Pueden verse ejemplos a diario.
Por supuesto, el lector criollo recordará centenares de oportunidades en las cuales los actores gubernamentales han dicho toda clase de dislates incluso sin que les pregunten directamente. Mencionemos, por ejemplo, según afirmación hecha recientemente, que Jesucristo fue asesinado por el imperio español.
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En el terreno internacional, son obvias las preguntas relacionadas con el fin o no de la agresión putiniana a Ucrania ¿finalizará la misma en 2024?
¿Qué apoyo tendrá Kiev este año? Esta es la pregunta clave. A pesar del aumento de la ayuda procedente de Asia (Corea del Sur y Japón, en particular) a finales de 2023, Ucrania necesita el apoyo estadounidense si quiere lograr algún avance contra el ejército ruso. Aquí se presenta un problema muy grave: el partido Republicano norteamericano ha decidido bloquear toda ayuda a Ucrania en el parlamento, en función de la línea política trazada por su líder, que nunca ha negado su cercanía y simpatía con Putin. Europa, en cambio, da supremo ejemplo ético: la presidente de la Comisión, la demócrata-cristiana alemana Ursula Von der Leyen, pone la ayuda a Ucrania como prioridad de la acción política europea.
Esta insensata actitud de los republicanos ha puesto en alerta a las naciones vecinas a Rusia, como Suecia, Finlandia, Polonia y los Países Bálticos, que no descartan la salida de los EEUU de la OTAN si ganase las elecciones la actual oposición estadounidense.
Una pregunta hispana, pero que nos afecta a todos: ¿Resistirán las instituciones españolas el ataque despiadado del Gobierno Frankenstein de Pedro Sánchez, en su intento de legitimar su deriva antidemocrática? Sánchez es uno de los protagonistas principales de la actual traición de una izquierda que alguna vez fue democrática, una izquierda que pisoteando conciencia, honor y humanidad se ha unido con fervor a la ola antisemita y antioccidental favorable a los terroristas de Hamás. Lo cual nos lleva a preguntas indispensables: ¿cuándo dejará Benjamín Netanyahu ( y su gobierno) de hacerle daño a su país, al judaísmo, a la democracia? ¿Será Hamás derrotado, y habrá algún avance hacia la paz en medio oriente?
El parlamento europeo tiene elecciones en 2024. ¿Qué forma tendrá a fin de año?
Asimismo ¿podremos ver avances importantes en las luchas de los hermanos cubanos y nicaragüenses hacia la libertad?
Y la inteligencia artificial, ¿qué nuevas sorpresas nos traerá?
Como se destacó recientemente en un mensaje de la emisora radial española, la COPE: Un actor que debe mencionarse por su papel estelar en el nuevo «desorden mundial» es Irán, «el perejil de todas las salsas«; Irán está detrás de Hamás, de Hizbollah, de Putin, de Ortega y Maduro. Es el mismo Irán que ha financiado a Podemos, y que tiene amigos entrañables en el actual Consejo de Ministros español. Incluso apoyan a los hutíes que tienen contra las cuerdas al comercio mundial en el Mar Rojo.
No lo olvidemos: Irán es uno de los ejes principales de las acciones que buscan desestabilizar al mundo occidental, y destruir las democracias.
¿Extraña entonces que buena parte de la izquierda mundial mire a otro lado y se niegue a criticar, ni siquiera mencionar el salvaje trato de la actual teocracia iraní hacia sus mujeres?
Pensando en América Latina: estamos viviendo la gravedad del caso ecuatoriano, síntoma de la grave crisis de las democracias latinoamericanas, incapaces de enfrentar la violencia creciente, el crimen organizado transnacional -con su componente de narcotráfico-, y la penetración de este último en todas las instituciones del Estado -justicia, parlamento, fuerzas armadas, policía-. Pero hay que insistir en que la solución debe ser democrática. Y para ello se requiere que los demócratas entendamos cuáles son las fallas, los problemas, las causas de las crisis permanentes que viven nuestras sociedades. Mirar ejemplos autoritarios -está el caso del Sr. Bukele en El Salvador- no ayudará a resolver las crisis, solo creará otra.
Otras reguntas pertinentes: ¿Tiene salvación la democracia ecuatoriana? ¿la salvadoreña? ¿La latinoamericana?
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Si 2023 fue año de guerras inconclusas, 2024 será además uno de elecciones. Armas y urnas, en palabras de Luis Velásquez.
En 2024 se realizarán elecciones en 76 países, con más de la mitad de la población mundial (4.100 millones), y más del 50% del PIB del planeta. Según The Economist, solo en 43 de dichos 76 países puede decirse que las elecciones serán libres.
En Venezuela las preguntas pueden ser pocas, pero todas fundamentales: ¿habrá elecciones presidenciales en 2024? ¿serán libres, transparentes? ¿Se liberarán por fin a todos los presos políticos, civiles y militares? ¿A cuánto llegará la horrenda inflación anual? ¿Seguirá creciendo el número de compatriotas que buscan suerte allende las fronteras, nuestros sufridos migrantes (y en general los migrantes de todo el mundo)?
Otra, cuyo énfasis se ha olvidado en medio del tráfago de la lucha por la libertad: ¿Qué es de la vida de Tarek El Aissami?
La última y más importante: dentro de un año ¿estaremos todos celebrando el retorno de las instituciones democráticas, y preparándonos para la ardua tarea de reconstruir la institucionalidad republicana y democrática destruida después de 25 años de depredación, corrupción y violencia infinitas?
Pregunta que, como diría Albert Camus, vale tanto como la vida misma.