CulturaDemocracia y PolíticaDerechos humanosDictaduraÉtica y MoralHumanismoMarcos Villasmil

Villasmil: Sobre política y valores

La POLÍTICA y Los VALORES - Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro

 

 

La política y los valores humanistas han protagonizado siempre una danza intrincada, de difícil acomodo; una danza que moralmente practicada requiere nobleza y aguante. No hay manera de desligar ambos conceptos. Una relación más o menos armónica conduce a un tejido social positivo basado en el hecho fundamental de que la política, como arte de gobernar y gestionar el poder, encuentra en los valores su brújula moral, su faro prudente que guía las decisiones y acciones que impactan en la vida de los ciudadanos.

Ello es -y debe ser- así porque los valores, asumidos correctamente, son pilares de la política. Los valores funcionan como cimientos sobre los que se erigen las ideologías políticas. Libertad, igualdad, justicia, solidaridad, responsabilidad, son algunos ejemplos de valores humanistas que sustentan las distintas visiones de mundo democráticas que se materializan en propuestas políticas.

La cultura política, que engloba las actitudes, creencias y normas no formales que rodean la política, está permeada por valores. Un ambiente político tolerante, respetuoso y participativo fomenta valores democráticos, mientras que uno autoritario y represivo puede erosionarlos. Si lo sabremos los venezolanos.

Todo noción realmente humanista, democrática y republicana de la política tiene como medio y fin el respeto de la dignidad humana.

Ahora bien, la verdadera prueba de los valores que se dice defender en la política radica en su traducción a acciones concretas. Promesas de bienestar social, equidad económica o protección ambiental se convierten en letra muerta si no se sustentan en políticas públicas efectivas y transparentes.

 

***

 

Es entonces oportuno comentar un libro altamente recomendable, titulado “La política y los valores – Carta a jóvenes políticos sobre humanismo integral, en las ideas y experiencias”.

Su autor es Ramón Guillermo Aveledo, un barquisimetano que siempre ofrece en palabra y hechos su muy justificado amor por su tierra larense (una forma relevante de amor por Venezuela), y con una biografía que retrata en buena medida su personalidad: político (dirigente juvenil demócrata cristiano, llegó a ser presidente de la Cámara de Diputados), así como presidente de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (la pelota es otra de sus pasiones, al igual que para el autor de esta nota); profesor universitario – a nivel de maestría y doctorado en la Universidad Metropolitana y en la UCAB-; y académico (individuo de número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales de Venezuela). Desde su fundación en 2010 preside el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, con una notable labor pedagógica a nivel principalmente local en toda Venezuela.

Pedagogía es y será una de las palabras fundamentales en la necesaria reconstrucción futura de nuestra Venezuela. Es claro entonces por qué los destinatarios fundamentales de esta obra son los jóvenes políticos. Por ello, el autor -homenajeando a ese gran político, humanista y pedagogo socialcristiano que fuera el zuliano Guillermo Yepes Boscán- afirma que “el compromiso cívico se concibe como una pedagogía”.

Ello explica también que este libro esté escrito desde el respeto al diálogo, al pluralismo de ideas. Destaquemos la cita inicial, de Cecilio Acosta”: “No es preciso herir para convencer, ni maltratar para discutir”.

Se pregunta Aveledo: ¿Es posible una política sin ideas? La respuesta depende de qué política se quiere hacer. Si, como vemos hoy con tanta frecuencia en todos los rincones del planeta, lo que se busca es la llegada al poder de un caudillo populista que quiere hacer de la corrupción un deporte en equipo, esa será la única idea fundamental; y sus hipócritas llamados al bien común, o al respeto de los derechos humanos, serán meras palabras vaciadas de contenido real. Porque para esta gentuza autoritaria y sin principios -sujetos éticamente escindidos- la política es distorsión y podredumbre.

En clarísimo contraste, son varios los estadistas, los pensadores, los ejemplos a seguir que se mencionan y que constituyen la savia, el núcleo del libro: Jacques Maritain, Martin Luther King, Angela Merkel, Paulo VI, Joe Biden. Especial atención merece el capítulo dedicado a “las raíces humanistas del proyecto europeo”; esa Europa cada vez más amenazada por un psicópata y asesino llamado Vladimir Putin. También destaca el análisis del autor sobre la «Carta Democrática» incluida por Jacques Maritain en su libro «El Hombre y el Estado«. Se pregunta, y busca responder Aveledo lo siguiente: «¿En qué consistirá una Carta Democrática hoy, formada por ese credo humano común, el credo de la libertad?». 

 

***

 

Todo dirigente político tiene un reto muy importante: El desafío de la coherencia. Se recuerda a los grandes líderes porque, entre muchas otras cosas, supieron unir palabra y obra, pensamiento y acción. Y si son estadistas, serán también pedagogos, ya que la enseñanza y el ejemplo son fundamentales para sembrar la semilla del cambio fructífero.

Bien se destaca en “La política y los valores” que no se puede concebir una política de acción humanista sin fomentar la educación en valores; ella es crucial para formar ciudadanos críticos, capaces de discernir entre lo que se dice y lo que se hace, y exigir a sus representantes políticos una conducta ética y coherente con los valores que dicen defender. Aveledo denuncia con vehemente claridad la falacia hoy de moda, de que “todo vale”, que al final nos remonta al mundo de las dagas y no de las togas, de las murmuraciones palaciegas y no de los debates públicos pluralistas.

Decíamos al inicio que la relación entre la política y los valores humanistas es compleja y desafiante. Sin embargo, es en esta enrevesada danza donde reside la esperanza de un futuro mejor, donde la política se convierte en un instrumento para el bien común, guiada por valores éticos y principios sólidos.

Repitamos que esta es una obra dedicada a jóvenes políticos, y serán ellos los encargados de moldear una renacida Venezuela democrática y republicana; esa simiente ha sido sembrada en gloriosas jornadas como las del 22 de octubre de 2023 y la reciente victoria del 28 de julio, cuyos protagonistas principales han sido los millones de venezolanos deseosos de recuperar el derecho inalienable a ser ciudadanos.

Recuerda Ramón Guillermo en su obra esta hermosa frase de Víctor Hugo que cita Martin Luther King: “no hay fuerza más grande sobre la tierra que la de una idea cuyo tiempo ha llegado”.

La idea democrática volverá a renacer en Venezuela, impulsada especialmente por nuevas generaciones ciudadanas, esperemos que bajo un liderazgo fundamentalmente centrado en valores.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba