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Villasmil: Solidaridad con la obispa

 

Who is Mariann Edgar Budde, the bishop who angered Trump with inaugural sermon? | US news | The Guardian

 

Dentro de la muy diversa serie de actos del pre, el durante y el post de la toma de posesión del 47 presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el 21 de enero estaba programado un acto religioso en la Catedral Nacional de Washington, bajo el rito cristiano episcopal.

La Iglesia Episcopal de los Estados Unidos es una denominación cristiana que forma parte de la Comunión Anglicana, una comunidad global de iglesias que comparten raíces históricas y teológicas con la Iglesia de Inglaterra. La Iglesia Episcopal es la rama estadounidense de esta comunión y tiene una rica historia y tradiciones distintivas.

La Iglesia Episcopal es una iglesia litúrgica que cree en la Trinidad, la encarnación de Jesucristo, la Biblia como la Palabra de Dios y los sacramentos del bautismo y la Eucaristía.

La Iglesia Episcopal tiene una larga historia de participación en la acción social y la justicia; ha estado involucrada en temas como los derechos civiles, la lucha contra la pobreza, el cambio climático y la reconciliación.

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Son pocas las veces en las que Trump se ha manifestado sobre la religión en público; ha afirmado que la fe en su vida fue inculcada por su madre. En una entrevista del 2011 Trump declaró: «Soy cristiano protestante. He tenido una buena relación con el cristianismo. Creo que la mía es una maravillosa religión, creo que la gente se sorprende cuando se enteran de que soy cristiano, que soy una persona religiosa”.

Pero su cristianismo no le impidió estallar cual bomba nuclear ante el sermón de la obispa Mariann Edgar Budde, encargada del servicio religioso arriba mencionado. Y es que ya ni la religión se salva de las iras del presidente, hoy aspirante a todo galope a ser “Terra imperatoris” (Emperador de la Tierra).

Las palabras de la Reverendísima Mariann Edgar Budde, Obispa de la Diócesis Episcopal de Washington recibieron todo tipo de insultos, ataques, e incluso amenazas.

¿Qué fue lo que ella dijo?

La obispa pidió al presidente que «tuviera piedad de las personas de nuestro país que ahora tienen miedo», incluidas las personas LGBTQ+ y los inmigrantes.

Al principio, buscó responder preguntas como ¿qué significa la unidad en un país tan diverso y diferente? ¿puede este país ser realmente Estados Unidos?

La Obispa Budde ofreció un discurso impecable en su inspiración evangélica.

Con mesura y dignidad, imploró auxilio para las familias amenazadas de deportación, para los fugitivos de guerras y persecuciones dictatoriales que buscan refugio; puso asimismo un gran énfasis en la contribución de miles de inmigrantes que no son criminales sino buenos vecinos que pagan impuestos y son fieles seguidores de todas los credos y religiones, asimismo solicitó caridad para los extranjeros, recordando que alguna vez también ellos lo fueron en esta tierra.

En este sentido, Budde también pidió a Trump clemencia para “las personas que recogen nuestros productos, limpian nuestras oficinas, trabajan en granjas agrícolas, lavan los platos en los restaurantes y trabajan en turnos nocturnos en hospitales. Puede que no sean ciudadanos o no tengan la documentación apropiada, pero la gran mayoría de los inmigrantes no son criminales. Pagan impuestos y son buenos vecinos”.

Ella sólo pedía piedad y consideración para seres humanos que, al igual que muchas de las familias presentes en el servicio, (sin duda alguna los Trump) llegaron a los Estados Unidos buscando un camino de esperanza.

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Desde que se divulgaran sus palabras por las redes sociales, la Obispa ha sido blanco de amenazas de muerte, y de la furia de Trump.

Además, hubo llamamientos a censurar, expulsar e incluso “deportar” (¿?) a Budde y a poner fin a las exenciones fiscales para la Iglesia Episcopal; al parecer, el concepto de «libertad religiosa» es simplemente una consigna política más, ya que lo que se busca es erosionar el pluralismo y utilizar el Gobierno para promover un tipo específico de creencias cristianas conservadoras en las políticas públicas.

Es bien sabido que en democracia, religión y política no se deben mezclar. Nunca. Si se hace la democracia muere, y lo que existe es una “teocracia” (como el actual régimen de Irán).

La Casa Blanca sostiene que la obispa Budde politizó su sermón y debería disculparse con el presidente por las supuestas mentiras que dijo. Pero al pedir clemencia para los millones de personas que hoy se sienten amenazadas, habló con respeto y humildad. Su mensaje no fue político: fue una súplica de compasión.

De hecho, como estadounidense y como cristiana, ella se sitúa más o menos en el centro. Si para algunos ella parece radical, eso dice mucho más de los tiempos extremos que corren que de ella misma y su postura.

Su sermón de casi quince minutos se centró en lo que describió como tres elementos necesarios para la unidad nacional: dignidad, honestidad y humildad.

Ella justificó su actitud por la necesidad de rezar por la unidad de la nación sin distingos generados por el odio, respetando el honor y la dignidad de cada ser humano con la humildad y honestidad “que exigen un cierto grado de piedad, compasión y comprensión”. Fueron palabras valientes, dichas a pesar de que, como ella señalara en una entrevista posterior, no tenía ninguna esperanza de que fueran oídas, comprendidas y asumidas por el destinatario principal.

Pero ella tenía que ofrecerlas, enfrentarlas a un estilo retórico que se ha querido imponer desde 2016, cuando ingresó a la arena pública, y que como bien señala ella, si ese estilo se mantiene, y se profundiza con su carga de odio, de mentiras, de falsedades, de generalizaciones absurdas, solo conducirá a la destrucción de la nación, porque representa una “cultura del desprecio” al otro, al que no piensa como yo, a quien convierto en un enemigo a destruir.

En síntesis, fue un admirable mensaje que lamentablemente recibió apenas el sarcástico comentario de Trump: “es una radical de izquierda que odia a Trump”. Igualmente, en su ya cansado estilo insistió en que “todos los inmigrantes son delincuentes” (¿con excepción de su esposa Melania?).

Es cierto que el sermón de la obispa probablemente no hará mella en la conducta del mandatario reelecto, pero sí quedará como una sublime pieza oratoria por su elaboración y su valeroso contenido.

Es asimismo un hecho cargado de profundo simbolismo que la obispa Budde se dirigiera al presidente desde el mismo púlpito donde Martin Luther King pronunció su famoso último sermón.

 

 

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