Villasmil: Un Congreso y un Comité Federal
El pasado fin de semana se reunieron -por razones distintas- los socialistas hispanos (PSOE) y los populares del PP. Los primeros intentaban salir del agujero negro ético en que los ha hundido Pedro Sánchez, por las acciones de su familia -esposa, hermano- y operadores políticos más cercanos desde hace una década, José Luis Ábalos y Santos Cerdán -este último preso, y el primero en tercera base a punto de anotar y que un juez le asigne su celda-. Hasta el Fiscal General del Estado -SU Fiscal General- está procesado.
Los populares, en cambio, se reunieron para celebrar un Congreso con el fin de reafirmar el liderazgo de Alberto Núñez-Feijóo, originalmente gallego de Galicia, pero con ánimos para serlo de toda España. Además, para discutir una nueva propuesta de país.
Ambas reuniones no pudieron ser más contrastantes.
La reunión del Comité Federal del PSOE lució como un velorio con el muerto -Pedro Sánchez- de cuerpo muy presente (pero sin misa, recuérdese que son socialistas, así que orgánicamente ateos). Pero el cadáver sanchista insiste en ser Lázaro, en resucitar tipo Boris Karloff en su papel de momia, o como acostumbraba hacerlo el mejor Drácula de la historia, el inolvidable Christopher Lee. ¿Lo logrará? Él jura que sí.
Hay razones para ser pesimistas ante estas tribulaciones de la socialdemocracia española: como señala acertadamente Ricardo Dudda en The Objective, «El sanchismo es una especie de peronismo y seguirá sin Sánchez porque es un virus de arrogancia, soberbia y superioridad moral que ha anidado en la izquierda».
Y de ignorancia y mediocridad intelectual, habría que añadir. Todos sus líderes -con alguna excepción, como Emiliano García-Page, el presidente de Gobierno de Castilla La Mancha- fieles a su papel de estrictos seguidores de las órdenes de Sánchez.
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En su desesperación por salvarse, Pedro Sánchez («el puto amo», según sus correligionarios más cercanos y serviles) había prometido una profunda “regeneración ética” en el PSOE; el asunto no era solo la tela de araña de corrupción con los dineros del Estado, es decir, lo recaudado en impuestos a todos los españoles, sino el hecho de que los granujas y cabecillas de la trama -los dos mencionados Ábalos y Cerdán, secretarios de organización del partido bajo la jefatura de Sánchez, e íntimos suyos desde que las ambiciones de poder se impusieron a toda consideración ética- en diversas grabaciones debatían cuál de las chicas de su harem particular estaba mejor, cuál tenía más atributos a la hora de encamarse con estos sufridos dirigentes.
El discurso que Sánchez tenía preparado el sábado, de borrón y cuenta nueva, de limpieza ética del partido, fue aniquilado antes de que pronunciara la primera palabra, por la renuncia de otra mano derecha –la enésima– del secretario general socialista, su estrecho colaborador Francisco Salazar, candidato a integrar la nueva dirección, pero señalado, con ira de truenos y relámpagos, por diversas militantes de la sección femenina del partido de ser un acosador de mujeres. Salazar, para colmo, era mano derecha sanchista -o izquierda, ya da lo mismo- no solo en el partido sino incluso en el palacio de La Moncloa.
Sánchez -pobrecito él- insiste que no sabía nada de la conducta corrupta en lo político-económico y despreciable en su trato a las mujeres de estos personajes; ¿acaso que el hoy famoso Koldo, el compañero de la primera hora que ha terminado grabando las conversaciones con todos, fuera originalmente un portero de prostíbulo no le produjo a Sánchez la más mínima sospecha?
KOLDO, PEDRO SÁNCHEZ Y EL HOY PRESO SANTOS CERDÁN.
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Mientras, el Congreso Popular fue convocado para reafirmar la unión. Por eso se consideró un ‘congreso de unidad’. Y, como bien recuerda José F. Peláez en ABC, “es sabido que cuando a un congreso partidista lo llaman ‘de unidad’ quieren decir ‘sin disidencia’. Por supuesto, un partido siempre tiene disidentes. Lo que sucede es que, como dijo Henry Fonda a John Wayne, «si puede verlos, no son apaches». Cuando pasa eso puede ser por dos motivos. A saber: que los disidentes hayan sido llevados previamente a un hipódromo para someterlos a un ejercicio de doma clásica -estilo sanchista- o porque todos ven ya cerca la línea de meta victoriosa.”
Los resultados son claros: Núñez Feijóo fue reelecto con el 99.24% de los votos, con un mensaje unitario y bien formulado. Por fin el hombre pudo explicar cuál es el proyecto de país que ofrece a todos los españoles, y no como están haciendo Sánchez y otros populistas del planeta, que solo gobiernan para los suyos, y que los otros se salven como puedan.
Sus palabras -en las que no mencionó expresamente ni al PSOE ni a Vox- clarificaron que el proyecto es claramente distinto al de ambos rivales, con base en una ponencia política muy elogiada, que según el propio Feijóo marca el espacio para los programas electorales que vengan. «No me atrevo a exigiros a todos que la leáis, pero voy a examinaros de ella cada vez que tenga ocasión». Es la definición estratégica general del partido, no solo de Feijóo. Y fue aprobada.
Volvamos con Peláez: “¿Y por qué es tan importante esa ponencia? Porque cierra un debate. El PP es un partido de centro reformista desde su refundación y lo va a seguir siendo. «Así se lo escuché yo a Aznar en 1999», dijo Feijóo. En un mensaje para esos disidentes que no existen, recordó que su partido es el de Aznar, «la casa común de conservadores, democristianos y liberales». Y aunque su tono sea otro, sus ideas -recordó- son las mismas «y pasan por la centralidad, que no significa prescindir de ideología o de principios sino ambición de llegar a más; no es renuncia sino compromiso».
En plena sintonía con su buque insignia europeo, la primera fuerza política continental, el Partido Popular Europeo, suma armoniosa, centrista y centrada de conservadores, democristianos y liberales.
Otra gran noticia: Feijóo incluyó en el nuevo Comité Ejecutivo Nacional, con todos los merecimientos, a la actual portavoz adjunta en el Grupo Parlamentario Popular, Cayetana Álvarez de Toledo (claramente ovacionada en el Congreso partidista), que semana tras semana ha sometido al peor de los calvarios dialécticos a sus contrapartes socialistas; Cayetana ha sido un tábano infatigable, que con un verbo elocuente, tenaz, rico en cultura y claridad, incansablemente disecciona las carencias éticas, las falsedades y orfandades políticas de la actual izquierda española.
Fue, sin duda, una reunión exitosa, conscientes todos de que el verdadero despelote y espectáculo dantesco lo escenificaron los socialistas de Sánchez. Sería justo por ello preguntarse, a la vista de los desmadres éticos recientes en el aquelarre masculino sanchista, ¿algunos de sus dirigentes, luego del evento, se fueron a una encerrona con ánimo prostibular y burdelesco, a costa del erario público?