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Villasmil: ¡Una fumata blanca inolvidable!

Vaticano presenta escudo y lema del Papa León XIV inspirado en San Agustín y la unidad de la Iglesia – Periódico Sin Cortapisa

 

 

¡Habemus papam! Y apenas salió la fumata blanca que lo anunciaba, la Plaza de San Pedro se convirtió en un microcosmos humano que expresaba la alegría que se expandió por todo el mundo ante la noticia.

Desde el inicio del cónclave, medio mundo estaba pendiente de una chimenea, expresión de un ritual de una importancia histórica. La Iglesia posee símbolos y ritos que nos seducen porque nos aportan significado; nadie entiende la importancia de los ritos como Roma. Y el ritual de la “fumata blanca” tiene un significado poderoso.

En esta ocasión la espera culminó después de las siete y cuarto (hora de Roma). Se abrieron las puertas y apareció el protodiácono, Dominique Mamberti (primera señal: ya sabíamos, al menos, que él no era el nuevo Papa). Comenzaron sus palabras, pero la creciente emoción de la plaza apenas le permitió pronunciar el «¡Habemus Papam!», así que esperó a que volviera el silencio para decir las palabras que anunciaron al nuevo Pontífice. «Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum, Dominum», «Robertum Franciscum», el nombre de pila, desconocido para la mayoría de los presentes en la plaza y los pegados a sus televisores, hasta que oímos el apellido: «Sanctæ Romanæ Ecclesiæ Cardinalem Prevost, qui sibi nomen imposuit Leone XIV».

Unos segundos de silencio al escuchar el «Prevost» demuestran que fue una sorpresa para la plaza, que antes del anuncio sólo barajaba los mismos nombres que las quinielas elaboradas en su gran mayoría por medios que no tienen ni idea de cómo transcurre la elección y cuál es su real significado. Sin embargo, pasada esa duda inicial, los aplausos y vítores acallan cualquier duda: «El nuevo Papa se llama León XIV».

 

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¡Qué gran nombre el escogido! Su antecesor inmediato, León XIII, ha dejado una huella imborrable en la iglesia, en la sociedad, y en el corazón de todos los seres justos.

Robert Prevost, León XIV, es electo a los 134 años de la encíclica Rerum Novarum, del Papa León XIII, cuyo pontificado se desarrolló 1878 y 1903.

Frente al creciente problema obrero, en 1891 dio a conocer la encíclica Rerum Novarum (Acerca de las nuevas cosas). Con ella, León XIII hizo la primera gran formulación de la Doctrina Social de la Iglesia, es decir, el desarrollo de la dimensión social de la fe en relación con la dignidad de la persona.

La Doctrina Social se basa en tres principios: la solidaridad, la subsidiariedad y la justicia social. Con esto, la Iglesia pone deberes a las personas, y también a los gobernantes.

El nuevo Papa León XIV ha revelado por qué escogió ese nombre:

«Hay varias razones, pero la principal es porque el Papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece, a todos, su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la Inteligencia Artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia social y el trabajo», ha indicado León XIV, en su primer discurso ante los cardenales.

Asimismo, durante la reunión invitó a los cardenales a «renovar juntos» su «plena adhesión» a «la vía que desde hace ya decenios la Iglesia universal está recorriendo tras las huellas del Concilio Vaticano II».

Se hace entonces presente, en sus palabras, la estela de otro gran Papa: Juan XXIII, el “Papa Bueno”. Y Al elegir llamarse León XIV, el nuevo papa reivindica asimismo el legado social de León XIII y la mirada clemente de Francisco.

 

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Nuestro León XIV destaca por su juventud, tiene 69 años, sólo dos años como cardenal, y es el primer Papa estadounidense de la historia (con una vocación que florece en un Perú donde residió por décadas, y cuya nacionalidad asumió).

Decíamos al inicio que su nombramiento ha causado júbilo casi universal, general. Pero siempre hay excepciones, incluso en el nombramiento del sucesor de Pedro.

En los territorios MAGA las reacciones negativas no se han hecho esperar.

Personalidades MAGA influyentes como Steve Bannon y Laura Loomer, han acusado a la Curia de haber organizado un “voto anti-Trump”, y han tachado al nuevo Papa de “pro-woke, marxista pro-inmigración”. Para ambos, León XIV no es un líder espiritual, sino un instrumento más del “Estado profundo” y del “globalismo”.

Y es que quizá no le perdonan que, en su cuenta en X, hace semanas, haya criticado duramente la política inmigratoria de Trump, al deportar por error a un ciudadano legalmente residente en los EEUU, recogiendo el entonces cardenal Prevost las reflexiones de un obispo de Washington, al preguntarse: “¿No ven el sufrimiento? ¿No les remueve su conciencia? ¿Cómo pueden callarse?”

El cardenal Prevost, en otro mensaje que no puede haber sido del gusto de los MAGA, hablaba de la “dignidad humana de nuestros hermanos migrantes”.

La realidad es que León XIV es un Papa misionero, un militante decidido de la paz; nunca ha olvidado a su querida diócesis de Chiclayo (Perú), en la que inició sus pasos como obispo.

Es un Papa que habla y entiende el idioma, las costumbres, las penas y  alegrías de los latinoamericanos. León XIV “es un hijo de emigrantes». O en palabras de Jo Adetunji (The Conversation), “él ha sido forjado en la oración, en el espíritu de san Agustín, en la alegría del que no tiene nada y tiene todo, en las batallas contra la pobreza y la exclusión”.

Dice mucho el lema que León XIV ha escogido: «In Illo uno unum» (“En Aquel que es Uno, Seamos Uno”). Estas son las palabras que pronunció san Agustín en un sermón, la Exposición del Salmo 127, para explicar que «aunque los cristianos seamos muchos, en el único Cristo somos uno». La unidad, la siempre necesaria unidad de los justos, en un mundo cada vez más turbulento.

Si su nombramiento fue una gran sorpresa para la mayoría, ¡Bendita sorpresa!

El Papa León XIV, un auténtico misionero, un Pastor maestro de humanidad conforme al corazón de Cristo, y al rostro de una Iglesia samaritana, será una voz moral universal, ecuménica, en una época en la que escasean las voces morales. Que Dios le bendiga a él y a todos nosotros en estos tiempos peligrosos.

 

 

 

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