CorrupciónDemocracia y PolíticaDerechos humanosDictaduraPolíticaViolencia

Villasmil / Venezuela Post 30 de julio: Amenazas y oportunidades

El 30 de julio de 2017 el mundo en general, y los venezolanos en particular, pudimos ver sin maquillaje ni máscaras el rostro más inhumano y corrupto del chavismo. Y en las declaraciones a lo largo del día de Nicolás Maduro, Tibisay Lucena, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez y Vladimir Padrino López se cumplió un guion expresado perfectamente en esta frase de un tirano egregio, Josef Stalin: “no importa quién vota, sino quién cuenta los votos”.  

Es difícil pensar en una elección latinoamericana –y recuérdese toda la serie de tiranos, demagogos y tramposos que han pervertido desde siempre el continente- más corrupta, más entrampada y, peor que peor, con tan terrible balance de muertos por la acción represiva del régimen (aunque si fuera verdad lo que afirmara el día electoral por la noche el ministro de la defensa, todas esas personas se suicidaron).

Por otra parte ¿es que acaso puede alguien sorprenderse de lo sucedido el domingo? No recuerdo quién colocó un tuit con una afirmación pertinente: no puede sorprender esta conducta de parte de quienes intentaron llegar al poder en 1992 asesinando incluso a ciudadanos inocentes.

El domingo 30 -repitámoslo una vez más- el liderazgo chavista mostró su rostro monstruoso, toda una muestra despótica tal y como lo perfilara y moldeara el creador de este engendro corrupto llamado chavismo, Hugo Chávez Frías.

La verdad es que, como me dijera una querida amiga psicóloga, el liderazgo chavista siempre careció de un rasgo esencial humano: la capacidad de reconocimiento. El entender y asumir que el otro vale lo mismo que tú, que merece el mismo respeto que tú.

Por ello se explica que nunca hayan cedido en nada. En 25 años desde su aparición en escena. Nunca han negociado en verdad (al igual que sus mentores cubanos). Nunca han aceptado que sus contrarios sean también ciudadanos, que tengan los mismos derechos, y que estén amparados por la ley.

Ante el desastre que ha generado – con la indetenible pérdida de apoyo social – , el régimen se jugó su última y desesperada carta, la constituyente, y vaya si le fue mal. Basta ver la reacción mundial ante la burla de los 8 millones – mayoría de fantasmas – que supuestamente votaron.

¿Otros derrotados? Aquellos que incluso con buena intención confunden moral, política y psicología. Que insisten que con los chavistas se puede dialogar sin condiciones y sin que se les obligue a ello; que hablan del diálogo como pastores en el púlpito, olvidando que enfrente tienen un esforzado grupo de sociópatas. Que creen en el milagro de la conversión patriótica del chavismo. ¿Milagros por acción política? El único que conozco es el llamado milagro alemán, y se dio por un pueblo sabiamente conducido bajo el liderazgo civilista de los demócrata-cristianos Konrad Adenauer y Ludwig Erhard.

Otros perdedores son aquellos defensores a ultranza de la cómoda cohabitación con el régimen, los Manuel Rosales y Timoteo Zambrano; los que han defendido incluso aceptar levantar la protesta, e ir a elecciones regionales en diciembre ¡para colmo, con este Consejo Electoral!

También deben poner sus barbas en remojo aquellos que por años han asignado la misma responsabilidad política y ética a ambos lados del conflicto (en especial algunos actores internacionales), olvidando que los responsables fundamentales del desastre han sido siempre del régimen.

Y, por último, no olvidemos a los que vienen pontificando desde el día 1 acerca de esos dos míticos personajes legendarios, pero nunca vistos: el chavista democrático y el militar constitucionalista.

No pierdo la esperanza de que el ejército, sobre todo cuando la crisis económica llegue a situaciones incluso ahora no previstas, decida dar un cambio de rumbo y aceptar volver a los territorios constitucionales. Pero lo hará más por intereses pragmáticos, donde posee mucha experiencia – tiene casi dos siglos en ello – que por su amor a la democracia.

Y aquellos que insisten – sin que haya ni una sola prueba fáctica que soporte tal aserto – en que existe un sector “chavista democrático” en el actual régimen, también me temo que se llevaron su revolcón este pasado domingo 30. A lo sumo, individualidades, partiendo eso sí del hecho de que llamarse “chavista, pero no madurista” genera muchas sospechas de padecer insuficiencias democráticas.

Vienen días muy, muy duros. Eso es cierto. Pero la firmeza y determinación ciudadana a no vivir en una dictadura es más fuerte que nunca. Es preciso que el liderazgo democrático tome las previsiones necesarias; que se prepare para momentos muy oscuros que ya el régimen está anunciando.

El chavismo – con su apoyo central, la tiranía cubana, protagonistas esenciales de la quema de naves por parte del régimen – ha tratado por todos los medios, y ha fracasado, en dividir los esfuerzos opositores, y la conexión ciudadanos-liderazgo. Hay que mantenerse muy alertas, así como han llegado los días de nuevas y más novedosas aún formas de ejercer los artículos 333 y 350 constitucionales.

La Venezuela democrática debe recrear hoy, pero de forma más amplia y con claro tenor civilista, la alianza que buscara Hugo Chávez en los comienzos de su presidencia: ciudadanía (no populacho) + ejército (de nuevo constitucionalista) + liderazgo (democrático).

La presión frente al régimen debe mantenerse, tanto nacional como internacional. Esta última es fundamental que sea multilateral o colectiva, tanto en lo diplomático como en lo económico. Asimismo, la cooperación y comunicación entre ambas presiones es crucial. No es descartable que se den posibles negociaciones, sobre todo si la presión económica fructifica, y se dieran más deserciones internas en el régimen. Pero será sobre el “modelo FARC”: los narco-guerrilleros se sentaron porque no les quedaba otra, porque el gobierno democrático colombiano les estaba partiendo el espinazo; no fue que un día amanecieron cuerdos y vegetarianos, amantes de la paz y del diálogo. Si negocia, el chavismo no lo hará por otra razón que porque será obligado a ello.

En política, como en la vida, las victorias pueden construirse sobre los tropiezos del contrario. Y vaya si el domingo el chavismo se fue cuesta abajo en la rodada.

Botón volver arriba