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Von der Leyen evita apoyar a Sánchez cuando le preguntan por la situación en España

El presidente se ha mostrado tenso al cierre de la última cumbre del semestre de la presidencia española

«La Comisión es la guardiana de los tratados y vigilamos y confiamos en todos los Estados miembros». Este pasado viernes ha sido la primera vez en que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha tenido que responder públicamente a la pregunta de si le preocupa la situación del respeto al Estado de derecho en España y eligió expresamente no ayudar a Pedro Sánchez, que estaba en el mismo podio que ella en la rueda de prensa que ha puesto fin al último Consejo Europeo de la presidencia española.

Sánchez estaba visiblemente molesto, tenso, apretando las mandíbulas en señal de incomodidad. La pregunta era lo bastante expresa y le hubiera permitido a Von der Leyen decir sencillamente que España no está en la misma situación que ha estado Polonia y que aún está Hungría, bajo procedimiento sancionador, o incluso hubiera podido citar al propio Sánchez, que utilizó en la misma rueda de prensa una frase del nuevo primer ministro polaco, Donald Tusk, contra el populismo de extrema derecha. Pero optó por una formulación sin duda preparada de antemano que no permite ser interpretada como un respaldo al Gobierno español en el campo del respeto a las reglas democráticas, a pesar de que poco antes había elogiado su labor durante los seis meses de presidencia, como por otro lado es habitual.

La víspera, Von der Leyen se había dejado fotografiar en actitud muy amistosa con Alberto Núñez Feijóo durante el cónclave habitual de líderes europeos del Partido Popular, después de reunirse formalmente para escuchar la versión de lo que sucede en España de boca del líder del principal partido de la oposición. La presidenta de la Comisión había asistido el miércoles en el pleno del Parlamento Europeo a la comparecencia de Pedro Sánchez, en la que este atacó duramente al portavoz del grupo popular, Manfred Weber, que es alemán como Von der Leyen, utilizando expresamente referencias al periodo del Tercer Reich, algo que está muy mal visto en los usos políticos comunitarios. La impresión general de esta intervención se considera que ha perjudicado notablemente a la reputación de Pedro Sánchez en Europa.

Weber se ha cuidado bien en las últimas horas de dejar claro que existe una diferencia entre las posiciones del PP Europeo y la imagen que intenta proyectar de él desde el Gobierno español. Durante todo el día estuvo publicando mensajes en redes sociales para advertir a la Comisión Europea de que no están dispuestos a aprobar que se desbloqueen fondos para Hungría si el primer ministro, el populista Viktor Orbán, no cumple las condiciones de respeto al Estado de derecho que impone su pertenencia a la UE. Incluso ha sugerido que este tipo de valoraciones sobre si se asumen o no los valores fundamentales europeos deberían ser más técnicas que políticas. «Una vez más queda claro que es necesario revisar el mecanismo del Estado de derecho de la UE y transferirlo desde las manos de la política a las de los tribunales. En el futuro, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas tendrá que determinar si se respetan los principios del Estado de derecho», dejó claro el popular Weber.

En la rueda de prensa de este viernes se vio a Sánchez ostensiblemente incómodo y en ocasiones muy tenso, aunque no estaba claro si era debido a las últimas discusiones en el interior, sobre la situación en Oriente Próximo, o al territorio hacia el que han derivado las preguntas. A él también se le ha preguntado si consideraba que el debate en Estrasburgo y el proyecto de amnistía le estaban perjudicando y, en su tono habitual, no ha perdido la oportunidad de criticar al PP español. En este caso citando al nuevo primer ministro polaco, que ha tenido que vencer en las urnas al partido ultraderechista Ley y Orden (PiS), que es socio de Vox, con su candidatura de la Coalición Cívica, que forma parte de la familia popular europea.

En su día y por razones fáciles de entender, Tusk dijo que no era bueno pactar con la extrema derecha «porque acabas pensando como ellos», una frase que Sánchez quiso arrojar contra el PP español. Hay que precisar que en Polonia los socios de Sánchez están en un partido llamado Levika (izquierda), que han cosechado apenas un diez por ciento de los votos en las últimas elecciones y además han apoyado a Tusk para que pudiera ser primer ministro, a pesar de que el partido más votado fue el PiS.

Al presidente le quedaron este viernes los elogios protocolarios que recibe toda presidencia al finalizar el semestre y que en este caso fueron algo más cálidos por parte del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que de todos modos no superaban los elogios que hizo Sánchez de su propia gestión en los últimos meses. Sea como fuera, la situación no pareció que le había resultado satisfactoria, porque al salir de la sala donde comparecían los tres dirigentes -tenían que pasar delante de la zona de los periodistas- se les pudo ver separar sus caminos sin despedirse y sin gestos amistosos entre ellos. Tal vez un día se sepa por qué, después de esta cumbre, Sánchez salió del edificio con tanta brusquedad.

 

 

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