WENDY GUERRA: En Cuba, abunda la instrucción pero falta educación
Archivo el Nuevo Herald
Si revisa los programas de las principales compañías de ballet del mundo en los últimos años, descubrirá que en ellos aparecen, como primeras figuras, nombres de varios intérpretes cubanos.
Si visita las grandes ferias de arte, museos de arte contemporáneo en las capitales del mundo, hará un paseo por la obra de sugestivos artistas visuales del patio.
Si revisa las ferias del libro en varias latitudes, si asiste a festivales internacionales de cine en cualquier parte del planeta, advertirá autores, directores, técnicos y actores egresados de las escuelas de artes y letras de Cuba.
Cuando los artistas cubanos nos sentamos a conversar en una mesa con intelectuales y hacedores de varios países en eventos destinados para ese fin, entendemos que nuestra instrucción está a la altura de cualquier egresado de importantes universidades.
El problema es cómo insertarnos en estos espacios y aprender a dialogar, pues tomar partido por nuestros puntos de vista sin agredir o sentirse agredidos es un ejercicio democrático que aquí se desconoce. Es una disciplina que se adopta fuera de Cuba.
Durante los años de estudio nos enseñaron que estás conmigo o contra mí. Piensas lo que pienso o no respeto lo que tú piensas. Así ha sido el proceso de resistencia desde la barricada rodeada de agua y enemigos, esa por la que debíamos disparar o inmolarnos sin preguntar.
Tenemos las herramientas para exponer nuestros talentos y pulidas habilidades pero cómo instrumentar ese criterio sin dogmas.
DURANTE LOS AÑOS DE ESTUDIO NOS ENSEÑARON QUE ESTÁS CONMIGO O CONTRA MÍ. PIENSAS LO QUE PIENSO O NO RESPETO LO QUE TÚ PIENSAS. ASÍ HA SIDO EL PROCESO DE RESISTENCIA DESDE LA BARRICADA RODEADA DE AGUA Y ENEMIGOS, ESA POR LA QUE DEBÍAMOS DISPARAR O INMOLARNOS SIN PREGUNTAR
El hogar y la familia debió tener un papel preponderante en este aprendizaje, y en muchos casos así fue, pero como es sabido la familia también se encontraba dispersa entre el exilio, las guerrillas, el internacionalismo proletario, las movilizaciones o simplemente ocupada sosteniendo el proyecto colectivo.
Los que tuvimos la suerte de pasar por el Instituto Superior de Arte conocemos y recordamos aquel comedor escuela del antiguo Country Club donde muchos de nosotros aprendimos a tomar y diferenciar los cubiertos, a servirnos y a ser servidos correctamente, a ensayar con el arroz, los chícharos y el huevo duro el proceso virtual de trocear la carne, servir el suflé, las cremas, los vinos, el agua de limón para las manos o entender la dramaturgia de una cena formal.
Muchas de estas personas bien instruidas tienen, sin embargo, un déficit en el ejercicio democrático del diálogo
No todas las generaciones recibieron estas clases y existe una gran laguna, una sustancial diferencia entre instrucción y educación.
Puedes ver a un gran artista expresarse como un estibador del puerto y encontrarte a un estibador discutiendo como un intelectual. Todo depende de la narración que le ha tocado asumir en este contexto.
El corto Utopía del realizador Arturo Infante evidencia esta dicotomía, en una mesa de dominó los jugadores discuten sobre el barroco latinoamericano entre malas palabras y puñetazos, paralelamente en una peluquería de barrio las mujeres se insultan y pegan al decidirse entre Verdi o Puccini.
¿Por qué este desbalance?
Existe una fobia, un pánico a lo individual, al desarrollo de la identidad, a la formación de una figura única, con personalidad, carisma, refinamiento y, sobre todo, liderazgo.
WENDY GUERRA: Escritora. Reside en La Habana