Cultura y Artes

Wendy Guerra: La escritora y la censura en Cuba

wendy (1)La escritora cubana Wendy Guerra presentará próximamente su nueva novela, ‘Domingo de Revolución’. José A. Iglesias – jiglesias@elnuevoherald.com

 

La nueva novela de Wendy Guerra, Domingo de Revolución, se integra a la materia narrativa que ‘arrastran’ los escritores cubanos desde 1960.

Sentada en mi estudio un caluroso amanecer del pasado verano, puse punto final a mi más reciente novela Domingo de Revolución (Anagrama).

Al cerrar este ciclo pensé que nada de lo dicho en esta trata sobre problemas estrictamente generacionales. Cleo, mi protagonista, pudo ser la intérprete de asuntos vividos durante cinco décadas. Todo es parte de la misma materia narrativa que arrastramos los artistas e intelectuales cubanos desde los años 1960.

Revisando las sentencias, los diálogos, las cadenas de acciones de mis nuevos personajes me pregunté cuál sería hoy, viviendo en Cuba, el costo de estas nuevas páginas en su versión final.

¿Cuánto de lo editado en esta isla fue castrado en nombre del miedo? ¿Cuánto de autocensura, cuánto de censura y cuánta libertad personal prevalece en la determinación de no afeitar tu obra de intríngulis políticos, en su primer, segundo o tercer plano dramático? ¿Qué de todo ello sobrevive a un manuscrito definitivo?

Existe un escenario ideológico frontal en novelas que desafían el teatro social directamente. Pero existe también un telón de fondo dramático inevitable, incluso para aquellos autores que no desean crear una crisis en el tenso triángulo que se establece entre el lector ideal, el censor de guardia y tu posible editor cubano.

Si tu novela ha sido creada en Cuba y transita sobre situaciones domésticas actuales, sería muy difícil no poner sobre aviso a tu censor, y esto resulta inevitable porque lo más subversivo –ahora– es nuestra realidad. Lo políticamente correcto sería evitar el uso del tiempo presente.

¿Será por eso que mi única novela editada en Cuba transcurre entre los años 1922 y 1923 del pasado siglo?

Un simple recuento de nuestros días generará trabajo e insomnio al compañero que nos atiende, entre otras cosas porque ese oficial vive nuestra misma existencia doméstica, y de esto sabe más que ningún otro experto internacional en literatura. Él detecta, con instrumentos semiológicos de primer orden, cualquier resquicio crítico más allá de los recursos descriptivos que intenten camuflar con imágenes abstractas, poéticas, tu (su) realidad.

La censura te otorga apasionados temas. El drama está ahí sobre la mesa, es el autor quien decide si pasa o no la raya en su propia tragedia, si viola el límite establecido entre lo que el censor sabe y lo que el censor pareciera permitir, pero que al final, prohíbe, impidiendo así el recuento de lo que acontece.

¿Conoces a tu censor?

¿Existe una diferencia entre prohibir al autor y prohibir su obra? ¿Circulan en titulares los premios y condecoraciones internacionales de esta figura? ¿Tiene que ver su biografía revolucionaria con cierto estado de permisibilidad?

¿Qué nos hace potables, editables y qué no?

¿Es siempre la censura parte de una campaña oficial o está también contaminada de envidias personales?

Cada caso tiene su especificidad.

Rompiendo la barrera del sonido, haciendo del peligro un soporte creativo, trabajando con las armas de quienes te desarman cada día logras quedarte sola y desnuda en medio de la plaza sitiada. Empiezas a odiar –¿amar?– a tu secuestrador que a veces te puede dictar, sin querer, el desenlace de tu próxima página. ¿Debemos estar agradecidos del censor? ¿Hemos llegado hasta ese punto? ¿Escribiendo se pierde el temor?

No hay vuelta atrás, aquí empieza la verdadera narración. Una vez allí, bien instalada en tu propio silencio, sabes que todo lo que digas podrá ser usado en tu contra. No formas parte de la historia oficial del lugar donde naciste, vives y morirás.

Dejas de ser un autor con país para convertirte en un fantasma.

Es oficial, lo lograron; tú aquí no existes, pero a cambio, escribes escapada de todo como el cimarrón en que se convierte Cleo, la también autora y protagonista de mi nueva novela.

Ella o tú. Esa es la decisión.

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