Democracia y Política

Y ahora, la política

Llegó el momento de pensar políticamente; de hacer Política, con P mayúscula.

El presidente Iván Duque ha anunciado algunos cambios en su equipo de gobierno. Muy a su pesar, a finales de 2019, tuvo que aceptarle la renuncia al ministro de Salud, una de las estrellas del gabinete, y hace apenas unos días anunció que la ministra del Trabajo, Alicia Arango, pasará ahora a ser ministra del Interior. En Agricultura y Ambiente seguramente también vendrán ajustes, y el tablero inevitablemente se seguirá moviendo.

Lo cierto es que llegó el momento de pensar políticamente; de hacer Política, con P mayúscula. Este gobierno ha tenido un buen desempeño en distintas áreas y tiene la economía marchando bien, si nos comparamos con el resto de la región. Lamentablemente confundió en algún momento –¡y la pendejada, por fortuna, se le está pasando!– la ‘mermelada’ con la representación política, que les garantiza a los presidentes y primeros ministros, aquí y en Cafarnaúm, tener un margen de acción y estar acompañados en el camino.

Acertó, no hay duda, en replantear el relacionamiento del Ejecutivo con el Legislativo, y esa conquista no solo debe mantenerla sino, además, saberla cobrar para que la gente valore lo que ha hecho. Pero en lo segundo, en la representación de los partidos en el Gobierno por encima de la mesa, satanizó innecesariamente la posibilidad de hacer alianzas y descuidó la relación con sus aliados naturales. Los cambios que se han hecho y los que vendrán en los próximos días podrían corregir el rumbo en este sentido.

Que Alicia Arango, mano derecha por años del expresidente Uribe, llegue al ministerio de la política les envía un mensaje poderoso a las bases que apoyaron desde el comienzo a Iván Duque y calma, en cierto sentido, los amagues de rebelión interna que estaban gestando algunos en el Centro Democrático.

Tendría que darles, así mismo, un espacio igualmente protagónico al conservatismo y a ‘la U’, que se declararon partidos de gobierno y, tal vez, no han visto reflejada con suficiencia su participación en carteras en las que podrían cobrar un valioso protagonismo.

El otro reto tiene que ver con encontrar figuras que combinen este factor político con el mérito técnico, que no puede desaparecer, especialmente en ministerios como el de Salud, que necesitan que la ruta trazada por Juan Pablo Uribe no se quede a mitad de camino. Ese equilibrio debe buscarse con todo el cuidado, y seguramente por eso el Presidente se ha demorado en hacer el anuncio de quién llegará a ese despacho.

Finalmente queda el asunto de la entrada de Cambio Radical a una coalición más amplia que le permita al Gobierno seguir tramitando con éxito las leyes que todavía tiene pendientes, y, aunque pareciera que sin puestos no hay paraíso, yo sí creo que Germán Vargas desde hace rato viene planteándole a Duque fórmulas sanas y transparentes para tender puentes.

Si a Cambio Radical le dan un espacio para diseñar una reforma de la justicia y del sector de la salud, en donde tienen experiencia, y si le permiten, por ejemplo, participar en una reforma necesaria del mecanismo de consulta previa, en donde siempre han tenido buenas propuestas, se construirá una relación positiva para el Gobierno y para el país.

Por último: el que diga que María Paula Correa, la jefa de gabinete, tiene al Presidente aislado, en una burbuja, y que le falta experiencia para lidiar con estos temas, es porque no conoce que Correa ha sido la primera en impulsar los cambios. Fuentes de la Casa de Nariño me cuentan que fue ella quien, desde julio del año pasado, le advirtió al primer mandatario que había que pensar en algunos ajustes, sobre todo frente a aquellos que con su desgaste personal estaban llevando a un desgaste colectivo al Gobierno. El problema es político, y el momento para resolverlo es ahora.

 

 

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