¿Y si Cristina no se presenta?
Las dudas sobre el futuro argentino en Wall Street –como escribió ayer Marcelo Bonelli en este diario- ya no son económicas sino políticas: el capital financiero cree que la apuesta oficial de coquetear con la candidatura de Cristina es como jugar a la ruleta rusa con dos balas.
¿Cuál es la dosis exacta de Cristina antes de que este remedio se transforme en un veneno?. Hoy el futuro de la ex presidenta depende más de Pichetto que de Macri: con el juicio de Hotesur comenzando en febrero puede esperarse alrededor de mayo lo que todos ven como una condena segura. ¿Será el momento del desafuero?.
En la llamada causa Hotesur el juez Ercolini la procesó por lavado de activos en una resolución de 439 hojas en la que Cristina no está sola. También resultaron procesados Máximo y Florencia Kirchner, Lázaro y Martín Báez, Osvaldo Sanfelice, Víctor Manzanares y Romina Mercado.
Una de las transferencias cuestionadas incluye los 4,6 millones de dólares que Florencia tenía en una caja de seguridad del Banco de Galicia. Cristina sabe que la caída será cuestión de tiempo: en una reelección de Macri la esperan las rejas. Y, en el fondo, nadie cree en un triunfo de Cristina frente a un balotaje polarizado.
¿Y si Cristina, finalmente, no se presenta? El peronismo unido –con el voto kirchnerista pero sin Cristina- bien podría satisfacer la expectativa del voto castigo y ganarle un balotaje a Cambiemos. Y con un gobierno peronista Cristina tendría la seguridad de que sus hijos –son hoy el tema que más la desvela- no terminarían en prisión con ella. ¿Cambiar el poder por Florencia y Máximo?.
Es curiosa y contradictoria la culpa que muchos de los corruptos sufren hoy con sus hijos, a quienes ellos mismos metieron en la trampa del modo más irresponsable. Los chorros comunes no le piden a los hijos que les den una mano en los asaltos. Los políticos usan las firmas familiares pensando que nunca tendrá consecuencias. Hoy -mientras Schiaretti, Massa, Manzur y siguen las firmas- intentan la creación de un frente pluralista con Lifschitz y otros que promuevan el voto moderado, esta opción parece difícil. Pero sin Cristina en el escenario, el voto K terminaría en el voto peronista. El gobierno tendría entonces frente a sí el espanto del Dr Frankenstein el día que el monstruo dejo de obedecer sus órdenes y se escapó del laboratorio.