Yo dirigí la CIA, ahora apoyo la candidatura de Hillary Clinton
En 33 años de servicio en la Agencia Central de Inteligencia, serví a presidentes de ambos partidos – tres republicanos y tres demócratas. Yo estaba al lado del presidente George W. Bush cuando fuimos atacados el 11 de septiembre; como director adjunto de la agencia, estuve con el presidente Obama cuando Osama bin Laden fue ajusticiado en 2011.
No estoy inscrito en alguno de los dos grandes partidos, demócrata o republicano. En mis 40 años como votante, he emitido el voto por candidatos de ambos partidos. Como un funcionario gubernamental, siempre he guardado silencio acerca de mi preferencia en cada decisión presidencial.
No más. El 8 de noviembre voy a votar por Hillary Clinton. Hasta entonces, voy a hacer todo lo posible para ayudar a que ella sea electa como nuestro presidente 45.
Dos creencias fuertemente arraigadas me han llevado a esta decisión. En primer lugar, la señora Clinton está altamente calificada para ser comandante en jefe. Confío en que ella cumplirá con el deber más importante de un presidente – mantener a salvo nuestra nación. En segundo lugar, no solo es que Donald J. Trump no está calificado para la labor, sino que ciertamente puede representar una amenaza para nuestra seguridad nacional.
También pude notar el compromiso de la secretaria con la seguridad de nuestro país; su creencia de que Estados Unidos es una nación excepcional que debe liderar el mundo para que el país se mantenga seguro y próspero; su comprensión de que la diplomacia puede ser eficaz sólo si el país es percibido como dispuesto y capaz de usar la fuerza en caso de necesidad; y lo más importante, su capacidad para tomar la decisión más difícil de todas: poner o no a jóvenes estadounidenses, mujeres y hombres, en situaciones de peligro.
Clinton fue de los primeros defensores de la incursión que hizo justicia con Bin Laden, en oposición a algunos de sus colegas más importantes en el Consejo de Seguridad Nacional. Durante los primeros debates sobre cómo deberíamos responder a la guerra civil en Siria, ella fue una firme partidaria de un enfoque más agresivo, que podría haber impedido que el Estado Islámico obtuviese un reducto en Siria.
Nunca la vi involucrar los temas de política diaria en la Sala Situacional. De hecho, vi lo contrario. Cuando algunos querían retrasar un día la incursión a Bin Laden para no interrumpir la Cena de Corresponsales de la Casa Blanca, dijo, «Al diablo la Cena de Corresponsales de la Casa Blanca.»
Estos rasgos incluyen la evidente necesidad de auto-engrandecimiento, su reacción exagerada ante cualquier desaire, su tendencia a tomar decisiones basadas en la intuición, su negativa a cambiar sus puntos de vista sobre la base de nueva información, su rutinario descuido con los hechos, su negativa a escuchar a los demás y su falta de respeto por el estado de derecho.
Los peligros que se derivan de la conducta del Sr. Trump no son sólo riesgos que surgirían si fuera presidente. Ya está perjudicando nuestra seguridad nacional.
El presidente Vladimir Putin de Rusia fue un oficial de inteligencia de carrera, entrenado para identificar las debilidades en un individuo y explotarlas. Eso es exactamente lo que hizo al comienzo de las primarias. Putin jugó con las debilidades del señor Trump al elogiarlo. Él respondió como Putin había calculado que lo haría.
Según Donald Trump Putin es un gran líder, haciendo caso omiso de que ha asesinado y encarcelado a periodistas y opositores políticos, ha invadido a dos de sus países vecinos y está llevando la economía rusa a la ruina. Trump también ha tomado posiciones políticas coherentes con los intereses rusos, no estadounidenses, como su respaldo al espionaje ruso contra los Estados Unidos, el apoyo a la anexión de Crimea por Rusia y dar luz verde a una posible invasión rusa de los Estados del Báltico.
En los ambientes de inteligencia diríamos que Putin ha reclutado a Trump como un agente involuntario de la Federación Rusa.
Trump también ha socavado la seguridad con su llamado a restringir la entrada al país de ciudadanos musulmanes. Esta posición, que contradice claramente los valores fundamentales de nuestra nación, cae en el juego de la narrativa yihadista de que nuestra lucha contra el terrorismo es una guerra entre religiones.
De hecho, muchos musulmanes estadounidenses tienen un papel crítico en la protección de nuestro país, incluyendo el hombre, a quien no puedo identificar, que dirigió el Centro de Contraterrorismo de la CIA durante casi una década y que pienso que es uno de los mayores responsables de mantener a salvo a los Estados Unidos desde los ataques del 11 de septiembre.
Mi formación como oficial de inteligencia me enseñó a explicar la realidad como la veo. Esto es lo que hice para la CIA. Esto es lo que estoy haciendo ahora. Nuestra nación será mucho más segura con Hillary Clinton como presidente.
Traducción: Marcos Villasmil
ORIGINAL EN INGLÉS:
The New York Times
I Ran the C.I.A. Now I’m Endorsing Hillary Clinton.
Michael J. Morell
During a 33-year career at the Central Intelligence Agency, I served presidents of both parties — three Republicans and three Democrats. I was at President George W. Bush’s side when we were attacked on Sept. 11; as deputy director of the agency, I was with President Obama when we killed Osama bin Laden in 2011.
I am neither a registered Democrat nor a registered Republican. In my 40 years of voting, I have pulled the lever for candidates of both parties. As a government official, I have always been silent about my preference for president.
No longer. On Nov. 8, I will vote for Hillary Clinton. Between now and then, I will do everything I can to ensure that she is elected as our 45th president.
Two strongly held beliefs have brought me to this decision. First, Mrs. Clinton is highly qualified to be commander in chief. I trust she will deliver on the most important duty of a president — keeping our nation safe. Second, Donald J. Trump is not only unqualified for the job, but he may well pose a threat to our national security.
I spent four years working with Mrs. Clinton when she was secretary of state, most often in the White House Situation Room. In these critically important meetings, I found her to be prepared, detail-oriented, thoughtful, inquisitive and willing to change her mind if presented with a compelling argument.
I also saw the secretary’s commitment to our nation’s security; her belief that America is an exceptional nation that must lead in the world for the country to remain secure and prosperous; her understanding that diplomacy can be effective only if the country is perceived as willing and able to use force if necessary; and, most important, her capacity to make the most difficult decision of all — whether to put young American women and men in harm’s way.
Mrs. Clinton was an early advocate of the raid that brought Bin Laden to justice, in opposition to some of her most important colleagues on the National Security Council. During the early debates about how we should respond to the Syrian civil war, she was a strong proponent of a more aggressive approach, one that might have prevented the Islamic State from gaining a foothold in Syria.
I never saw her bring politics into the Situation Room. In fact, I saw the opposite. When some wanted to delay the Bin Laden raid by one day because the White House Correspondents Dinner might be disrupted, she said, “Screw the White House Correspondents Dinner.”
In sharp contrast to Mrs. Clinton, Mr. Trump has no experience on national security. Even more important, the character traits he has exhibited during the primary season suggest he would be a poor, even dangerous, commander in chief.
These traits include his obvious need for self-aggrandizement, his overreaction to perceived slights, his tendency to make decisions based on intuition, his refusal to change his views based on new information, his routine carelessness with the facts, his unwillingness to listen to others and his lack of respect for the rule of law.
The dangers that flow from Mr. Trump’s character are not just risks that would emerge if he became president. It is already damaging our national security.
President Vladimir V. Putin of Russia was a career intelligence officer, trained to identify vulnerabilities in an individual and to exploit them. That is exactly what he did early in the primaries. Mr. Putin played upon Mr. Trump’s vulnerabilities by complimenting him. He responded just as Mr. Putin had calculated.
In the intelligence business, we would say that Mr. Putin had recruited Mr. Trump as an unwitting agent of the Russian Federation.
Mr. Trump has also undermined security with his call for barring Muslims from entering the country. This position, which so clearly contradicts the foundational values of our nation, plays into the hands of the jihadist narrative that our fight against terrorism is a war between religions.