Yoani Sánchez: Cuba, las mil maneras de conjurar un nuevo año
Desde la tarde comenzaron a armar el muñeco. Una camisa vieja, un sombrero de guano y los sucios pantalones de un vecino que repara autos. Al final, quedó con una cara triste y algo de paja saliéndosele por los huecos de los ojos. Cuando faltaban unos minutos para arribar al año 2015, le prendieron fuego. Todos reían y bailaban alrededor del monigote que se quemó lentamente. “Estamos achicharrando lo malo que nos pasó en 2014”, decía muy orondo el principal organizador de aquella pira. Las llamas duraron lo suficiente para que muchos curiosos llegaran y se sumaran al revuelo.
Con cubos de agua lanzados desde los balcones, maletas para darle una vuelta a la manzana o espantapájaros que arden, los cubanos intentaron conjurar un mejor año y dejar atrás los tropiezos del anterior. Una visa para emigrar, prosperidad en un negocio, desenvolvimiento económico, mejoría habitacional, amor y buena salud, fueron los deseos más pedidos. Sobre toda la Isla gravitaron las más increíbles esperanzas y vaticinios. Por pedir, se pidió hasta lo imposible. ¿Cuánto de esos sueños e ilusiones podrán concretarse en los próximos meses? Muchos y muy pocos, sería la enigmática respuesta.
Quienes siguen poniendo sus esperanzas fuera de la Isla, saben que cada día que pase resultará más difícil obtener una visa para emigrar. Por otro lado lanzarse al estrecho de La Florida sigue siendo peligroso e incierto. El temor a que en este 2015 llegue a su fin la Ley de Ajuste Cubano ha hecho a muchos apresurar su salida u optar por otro destino. Sin embargo, a pesar de los obstáculos, en los próximos 12 meses se mantendrá la tendencia al éxodo, a no ser que ocurra un inesperado y milagroso giro de timón que permita a los cubanos realizar aquí sus sueños personales y profesionales.
Agotados por las estrecheces económicas, los cubanos aguardan porque se abarate la canasta básica y termine el desabastecimiento. A lo largo de 2014 vieron como los productos alimentarios elevaron significativamente su precio y las promesas de mayores suministros no se cumplieron. Ahora, colocan todas sus esperanzas en que el reciente anuncio de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos traiga una pronta mejoría dentro de sus bolsillos y sobre sus platos.
Para los dueños de los negocios por cuenta propia, las plegarias van encaminadas a que se abra un mercado mayorista, bajen los impuestos y se puedan obtener mayores créditos bancarios. Ellos podrían ser uno de los sectores más beneficiados con la ampliación de las importaciones desde Estados Unidos, el mayor acceso a la tecnología de telecomunicaciones y el aumento de viajes de los norteamericanos a la Isla. A la medianoche del 31 de diciembre, los deseos de muchos de estos pequeños empresarios se enfocaban también hacia el vecino del Norte.
El propio gobierno también ha establecido sus prioridades. La figura de Fidel Castro se irá quedando para las conmemoraciones, los panegíricos y el ayer. Raúl Castro pretenderá mantener el férreo control político y ampliar los bolsones de autonomía económica, aunque muy controlados. Tratará de sacarle el máximo partido a las relaciones con su antiguo adversario, pero cada paso que dé hacia el acercamiento niega su propio sistema. Lo cierto es que el discurso oficial se ha quedado sin grandes asideros, al desbaratarse el conflicto que nutría sus quejas, campañas y consignas.
La disidencia, por su parte, se encuentra ante uno de los más grandes retos de su sufrida trayectoria. Debe aprovechar cada resquicio que se abra, colar sus demandas en unas negociaciones que hasta ahora solo han incluido a dos gobiernos y prepararse para pasar de la fase heroica a la política. La búsqueda de consensos se vuelve vital para la sobrevivencia del sector crítico. En esa dirección se han dado importantes pasos de avance al identificar cuatro demandas alrededor de las cuales se han comenzado a unir un número creciente y representativo de activistas. Todo eso bajo la represión que no mermará a corto plazo, y en un terreno aún adverso para ejercer el derecho a la asociación y a la libre expresión.
Los más jóvenes, esos que nacieron con el Período Especial y han crecido mirando la antena parabólica ilegal y consumiendo los audiovisuales que vienen en el “paquete”, son quienes más esperan del 2015. Cosmopolitas e insaciables, quieren más, mucho más. Sueñan con que este año puedan finalmente convertirse en internautas con acceso a la gran telaraña mundial desde sus propias casas. Anhelan interactuar con el mundo sin restricciones, estar a la moda, reunirse por sus afinidades, organizar un chat con alguien al otro extremo del planeta y participar en torneos legales de videojuegos. En fin, quieren comportarse como ciudadanos del siglo veintiuno.
Todos ellos han proyectado sus ilusiones, algunas más sencillas y otras realmente surreales. Pero queda por comprobar si el 2015 resulta otro año de frustraciones o ese anhelado momento en que los sueños comienzan a cumplirse.
Yoani Sánchez es directora del diario digital 14ymedio.com