Democracia y PolíticaDictaduraÉtica y MoralFotografíasPolíticaRelaciones internacionales

Yoani Sánchez: Un embajador español en el lugar equivocado

¿Fue decisión del embajador español Juan José Buitrago ir al cementerio de Santa Ifigenia y depositar flores en el monolito que guarda las cenizas de Fidel Castro? (Sierra Maestra)

Hace cinco años, cuando visité por primera vez España, comenzó a circular en las redes sociales una foto trucada en la que se me veía en la tumba del dictador Francisco Franco. Hice un breve desmentido en Twitter, pero el incidente me ayudó a reflexionar sobre la necesidad de informarse de la historia de un país al que se arriba, sus símbolos, pasiones y animadversiones.

Un lustro después, pero esta vez sin un burdo trabajo de manipulación fotográfica por delante, he visto al embajador español en nuestra Isla posar ante el monolito que guarda las cenizas de Fidel Castro. Juan José Buitrago de Benito, que presentó sus cartas credenciales en mayo pasado, aparece en una imagen casi en posición marcial a pocos metros de la lápida de quien se mantuvo por casi cinco décadas, y a la fuerza, en el poder.

Como todo diplomático, curtido en las artes de manejar situaciones, Buitrago de Benito debió haber sopesado antes de llegar al lugar las implicaciones de tomarse esa instantánea y dejar unas flores como homenaje. Tenía que saber que su acción iba a desatar furibundas pasiones y mandaría una clara señal de posicionamiento ideológico y postura política afín al oficialismo.

Hay dos interrogantes que surgen de inmediato al verlo allí, de impecable guayabera y bajo el sol del cementerio de Santa Ifigenia: ¿Fue su decisión ir? ¿Sabía las connotaciones que tendría esa visita?

Cualquiera de las opciones, la ingenuidad que lo condujo a una encerrona o la intención calculada, dejan mal parado al diplomático español

Para quienes conocen a fondo los hábiles manejos de las autoridades cubanas para embaucar a cuanto visitante llega al país, cabe imaginar a un ingenuo embajador que entró a la necrópolis para rendir tributo a José Martí, héroe nacional e hijo de españoles, pero una vez en el lugar fue casi empujado a visitar también el cercano monolito de Castro.

Si ese es el caso, la falta de conocimiento de esta realidad y de sus códigos le ha jugado una mala pasada a Buitrago de Benito. No saber «ponerse firme» para evitar la trampa tendida con premeditación y mucha alevosía, le ha provocado un tropiezo que marcará toda su estancia entre nosotros.

Sin embargo, es posible que fuera su propia decisión desde que enrumbó hacia el camposanto. Entonces queda pensar que es un admirador del fallecido o al menos de esa biografía llena de falsedades y clichés que lo presenta como un salvador de pueblos, sabio y justo. U otra opción aún peor: que con la visita al sepulcro esperaba ganar los favores de las autoridades, lastimadas tras el fiasco de la visita de los Reyes de España a Cuba, recientemente desmentida.

Cualquiera de las opciones, la ingenuidad que lo condujo a una encerrona o la intención calculada, dejan mal parado al diplomático español. Su visita a Santiago de Cuba, que había comenzado con muy buen pie al difundirse la noticia de un nuevo consulado para la zona oriental, se ha convertido en un desafortunado error de su carrera diplomática.

Falta escuchar sus explicaciones, pero una foto, auténtica y sin trucos, ya lleva dichas más de mil palabras.

Botón volver arriba