Yoani Sánchez: Había comida pero no nos tocaba
Cuando salió el sol este lunes, cerca de 250 personas ya aguardaban a las afueras de la tienda de Boyeros y Camagüey, en La Habana, para comprar alimentos y productos de aseo en divisas. Desde la pasada semana, cuando el oficialismo cubano confirmó lo que ya los medios independientes habían adelantado, el inicio de la venta de comida en monedas extranjeras a través de tarjetas magnéticas ha monopolizado las conversaciones y la indignación.
Este fin de semana se filtraron varias imágenes del interior de uno de los comercios que se alistaba para abrir sus puertas este 20 de julio. Entonces, nos dimos de bruces con una realidad que sospechábamos pero que hemos visto confirmarse en esos estantes llenos de conservas, en las neveras cargadas de carnes y en las tarimas repletas de productos de aseo. Había productos pero no tocaban a quienes solo tenían moneda nacional.
¿Dónde estaban todas estas salsas, estos cortes de res, estos picadillos y estos paquetes con frijoles cuando por meses la gente ha debido pasar horas, si no días, en una cola para comprar lo poco que tenían a la venta las tiendas en pesos convertibles? ¿Es que acaso nos van a hacer creer que todo esto arribó al país la semana pasada, burlando el embargo que siempre esgrime la Plaza de la Revolución como pretexto para el desabastecimiento?
Estas mercancías estaban aquí pero las autoridades no quisieron venderlas en las tiendas en CUP y CUC
Estas mercancías estaban aquí pero las autoridades no quisieron venderlas en las tiendas en CUP y CUC. Todos esos argumentos de que no había materias primas y de que la pandemia había dejado al país sin la posibilidad de comprar artículos básicos eran solo para justificar por qué no había productos a la venta en esos papelitos de colores que todavía insisten en llamar «pesos cubanos», cuando en realidad parecen levitar de tan poca valía.
Nos han tenido pasando la mayor parte del tiempo de nuestras vidas en una larga fila para alcanzar un paquete de pollo congelado o un poco de detergente, mientras en los almacenes estatales había toneladas de mercancía que estaba reservada exclusivamente a quienes tienen la moneda de ese país que para la propaganda oficial sigue siendo «el enemigo». Peculiar adversario este, del que se necesita usar su moneda para sostener a un sistema disfuncional e improductivo como el que existe en esta Isla.
Hoy, cuando la policía repartió los primeros 200 turnos a las afueras del mercado de Boyeros y Camagüey, los clientes no solo se prepararon para adquirir alimentos y artículos de limpieza, sino también para asomarse a ese inventario de productos que nos han escamoteado por meses.