Yoani Sánchez: Tiempos de apretarse el cinturón… los ciudadanos
Raúl Castro presidirá este enero su primer desfile sin la sombra de su hermano. (EFE/Archivo)
Mi generación no conoce de buenas noticias. Crecimos con la grisura subvencionada del mercado racionado, llegamos a la pubertad en medio de los rigores del Período Especial, criamos a nuestros hijos en un país con dos monedas y nos advierten ahora de que vienen tiempos de tensión económica. No parece haber respiro en esta larga secuencia de descalabros, caídas y recortes que hemos padecido por décadas.
Este diciembre, la Asamblea Nacional del Poder Popular ha puesto en números negativos aquello que la realidad estaba evidenciando hace tiempo: Cuba no crece, la producción no remonta y las llamadas reformas raulistas no le han dado a los ciudadanos una vida mejor. La Isla camina hacia el abismo de los impagos, los recortes a sectores vitales de la economía y la continuidad del estancamiento.
Por otros lares, los gobernantes renunciarían ante el panorama en el que se encuentra la nación, debido –en gran medida– a su mala gestión. Sin embargo, como el cargo de general presidente no se lo ha ganado a través del voto popular, nadie podrá castigarlo en las urnas en los próximos comicios. Para la oposición que reclame su salida, siempre le queda aplicar con mano dura la represión y castigo.
En lugar de un mea culpa, los funcionarios que detallaron este martes la debacle económica ocurrida y los tonos sombríos que teñirán también el próximo año han llamado a ser más productivos, prescindir de gastos superfluos y tomar de las llamadas «reservas de eficiencia», el último eufemismo oficial para explicar lo poco que queda en las arcas nacionales.
La parada militar, con su carácter de alarde de fuerza, dilapidará parte de los recursos que se necesitan para arreglar las deterioradas carreteras de la Isla, por poner solo un ejemplo
Sin embargo, pocas horas después concluir la sesión parlamentaria en que se desgranaron tan malos augurios comenzó el segundo de los tres ensayos previstos –este viernes se realizará el tercero– para el gran desfile militar que se desarrollará en la Plaza de la Revolución de La Habana el próximo 2 de enero. Una multitudinaria concentración, con pasarela de tanques de guerra y soldados de marcha sincronizada que costarán a Cuba cientos de miles de pesos, cuando no millones.
El tráfico de las más importantes arterias capitalinas estuvo paralizado desde la madrugada de ayer miércoles. Miles de empleados estatales no tuvieron que cumplir con su jornada laboral y una larga fila de ómnibus tuvo que trasladar desde diversos municipios hasta la explanada. Ingentes cantidades de merienda se distribuyeron entre los más fieles participantes de lo que va tomando visos de una «coronación raulista». El hermano menor ha planeado su propia investidura, ya en solitario, en el poder y tras la muerte del expresidente Fidel Castro.
¿Por qué ese derroche castrense en medio de la crisis que vive el país? No son coherentes tantos delirios de grandeza marcial con un decrecimiento del 0,9% del PIB este año. Esta parada militar, con su carácter de alarde de fuerza y de «enseñar los dientes», dilapidará parte de los recursos que se necesitan para arreglar las deterioradas carreteras de la Isla, por poner solo un ejemplo.
En esta ciudad que sufre serios recortes en su alumbrado público, con las terminales de última hora colapsadas ante la poca disponibilidad de transporte interprovincial y donde una libra de carne de cerdo cuesta hasta dos días de salario, más que un despilfarro, lo que ocurrirá el próximo lunes será una sonada falta de respeto.
Así son ciertos políticos. Llaman –por enésima vez– a ajustarse el cinturón y recortar las expectativas de una vida mejor, mientras ellos malgastan enormes cantidades de recursos nacionales en jugar a la guerra.