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The New York Times / Editorial: Exportar el caos a Venezuela

El presidente Donald Trump también está sacudiendo al resto del mundo. Después de sembrar el miedo entre muchas personas la semana pasada con sus extravagantes declaraciones sobre Corea del Norte y poner nerviosos a muchos por la posibilidad de una guerra nuclear, Trump amenazó el viernes con usar la fuerza para calmar el caos en Venezuela.

La amenaza solo atizó el conflicto entre el presidente Nicolás Maduro y la oposición. También causó inquietud en toda América Latina, que ha sufrido diversas intervenciones estadounidenses a lo largo de su historia.

No está claro por qué Trump se refirió al tema de Venezuela cuando hablaba con reporteros sobre Corea del Norte, o qué intentó decir cuando mencionó: “Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluida una posible opción militar si es necesaria”. Fue otro ejemplo de un pavoneo imprudente en materia militar de parte de un presidente cuyo lema de “Estados Unidos primero” rechazaba las intromisiones en el extranjero; sin embargo, en siete meses en el poder ha realizado los primeros ataques con misiles contra las fuerzas sirias y ha expandido las operaciones de antiterrorismo en Yemen, Somalia y Pakistán. También está considerando enviar más tropas a Afganistán.

Venezuela, país que posiblemente tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo, tuvo la oportunidad de convertirse en una de las principales democracias de Sudamérica. En cambio, Maduro convirtió al país en una catástrofe económica y a sí mismo en un dictador. Emuló a su antecesor, Hugo Chávez, al tener gastos públicos excesivos que se volvieron insostenibles aunados a una mala administración y a una caída en picada de los precios del petróleo. Se estima que el nivel de inflación para 2017 en el país será del 720 por ciento y se cree que 80 por ciento de los venezolanos vive en la pobreza, además de que algunos sufren de desnutrición y hambre. Más de 120 personas han muerto durante varios meses de protestas para exigir la destitución de Maduro. Algunos analistas temen el estallido rotundo de una guerra civil.

En este contexto, la amenaza de una acción militar de parte de Trump es un salvavidas para Maduro. Como otros líderes venezolanos, Maduro ha usado a Estados Unidos para arengar a su gente, frecuentemente con advertencias engañosas de intentos de una invasión estadounidense. El lunes, miles de seguidores del gobierno se reunieron en Caracas para demostrar su apoyo a Maduro y su rechazo a la “opción militar” de Trump.

Los líderes latinoamericanos también respondieron a esa amenaza. Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, dijo el domingo: “La posibilidad de una intervención militar no debe ser contemplada”. La situación parece haber hecho retroceder el progreso en las relaciones logrado por el gobierno de Barack Obama, el cual fortaleció los lazos con América Latina al intentar colaborar para resolver los conflictos regionales.

Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, acaba de terminar un viaje por la región durante el cual intentó reducir la indignación. El martes en Buenos Aires dijo que confiaba en alcanzar una solución “pacífica” para Venezuela a través de presionar a Maduro por vías económicas y diplomáticas. Sin embargo, Pence también dijo a NBC News el lunes: “Simplemente no vamos a tolerar ver que Venezuela colapse en una dictadura”.

La precipitada decadencia de Venezuela no es una tragedia solamente para sus habitantes, también es una amenaza a la estabilidad regional. Trump debería continuar endureciendo las sanciones, pero cualquier solución duradera será lograda exclusivamente en colaboración con los líderes latinoamericanos.


ORIGINAL IN ENGLISH:

The New York Times

Exporting Chaos to Venezuela

The Editorial Board

President Trump is rattling the rest of the world, too. Having scared a lot of people last week with his bombast over North Korea, causing jitters about nuclear war, he threatened on Friday to use force to quell chaos in Venezuela. That threat poured fuel on the worsening conflict between President Nicolás Maduro and his opponents. It also unsettled people across Latin America, which has suffered a long history of American intervention.

It’s still not clear why Mr. Trump raised the subject of Venezuela in a discussion with reporters about North Korea, or what precisely he meant when he said, “We have many options for Venezuela, including a possible military option if necessary.” Still, it seemed like another instance of reckless militaristic swagger by a president whose “America First” campaign rejected foreign entanglements, yet who in seven months has carried out the country’s first missile strikes against Syrian forces and has expanded counterterrorism operations in Yemen, Somalia and Pakistan. He is also considering sending more troops to Afghanistan.

Venezuela, with possibly the world’s largest oil reserves, had a chance to become one of South America’s leading democracies. Mr. Maduro turned the country into an economic basket case and himself into a dictator. He modeled himself on his left-wing predecessor, Hugo Chávez, with excessive public spending that, coupled with mismanagement and falling oil prices, was unsustainable. The inflation rate for 2017 is estimated at 720 percent, and it is believed that 80 percent of Venezuelans live in poverty, some suffering from malnutrition and full-scale hunger. More than 120 people have died in several months of protests demanding Mr. Maduro’s removal. Some analysts fear outright civil war.

In this environment, Mr. Trump’s threat of military action is a lifeline for Mr. Maduro. Like other Venezuelan leaders, Mr. Maduro has used the United States to rally his people, often with specious warnings of American plots to invade. On Monday, thousands of government supporters rallied in Caracas to support Mr. Maduro and denounce Mr. Trump’s “military option.”

Regional leaders also responded to his threat. Juan Manuel Santos, the president of Colombia, said on Sunday, “The possibility of a military intervention shouldn’t even be considered.” The episode appears to have set back the progress made by President Barack Obama, who strengthened ties with South America by working cooperatively to resolve regional disputes.

Vice President Mike Pence, on a trip to the region, attempted to calm the outrage, saying in Buenos Aires on Tuesday that he was confident about reaching a “peaceable” solution for Venezuela through economic and diplomatic pressure on Mr. Maduro. But Mr. Pence also told NBC News on Monday, “We’re simply not going to tolerate seeing Venezuela collapse into dictatorship.”

The precipitous decline of Venezuela is not just a tragedy for its people, but a threat to regional stability. Mr. Trump should continue to toughen sanctions, but any lasting solution will be achieved only in concert with regional leaders.

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