Derechos humanos

New York Times: En defensa de la democracia en Venezuela

21tue2-blog427Mientras una ilegalidad creciente, el saqueo y el hambre amenazan con sumir a Venezuela en un estado de anarquía, sus vecinos siguen estando sorprendentemente reacios a enfrentar al presidente Nicolás Maduro.

Ha habido facilitadores descarados, un menguante pero resuelto grupo de gobiernos de izquierda que han servido como apologistas del despótico presidente. Existen asimismo los cooptados, un paquete de naciones del Caribe y Centroamérica que han cerrado los ojos ante los abusos de Maduro a cambio de petróleo subsidiado. Y están también los ambivalentes, un grupo grande y poderoso de naciones que solamente critican suavemente al gobierno de Venezuela, en todo caso, por sus crecientes violaciones de los derechos humanos.

El jueves, diplomáticos de todo el hemisferio tienen previsto reunirse en Washington, a petición de Luis Almagro, el secretario general de la Organización de los Estados Americanos, para discutir la caída de Venezuela en el caos. Miembros clave de esta organización, entre ellos Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, México, Perú y los Estados Unidos, deben exigir al gobierno venezolano que comience a permitir la entrega de ayuda humanitaria y aceptar que la oposición realice un referéndum sobre si el gobierno de  Maduro debe concluir antes de tiempo.

Es evidente que el gobierno de Maduro ha dejado de gobernar democráticamente, un compromiso que se requiere de todos los países miembros de la OEA. El Sr. Maduro ha llenado instituciones estatales cruciales, incluido el Tribunal Supremo, con miembros leales y ha obstaculizado constantemente al Parlamento controlado por la oposición. Su gobierno ha mantenido a varios adversarios políticos arbitrariamente encarcelados durante años.

El desastre en Venezuela es general y no se resolverá sin reformas integrales, que el régimen de Maduro no ha estado dispuesto ni siquiera a contemplar. El gobierno ha rechazado las ofertas de ayuda humanitaria, aun cuando los venezolanos perecen en número cada vez mayor porque los hospitales se han quedado sin medicinas, y la comida se ha vuelto tan escasa que los camiones de transporte y tiendas son saqueados sistemáticamente.

A la larga, lo más probable es que Venezuela necesite ayuda de las instituciones financieras internacionales para empezar a abordar el problema de una inflación fuera de control, evitar el impago de sus préstamos y diversificar una economía que ha sido peligrosamente dependiente del petróleo y vulnerable a sus fluctuaciones de precios.

Nada de esto es probable que suceda a menos que la oposición política tenga éxito en su esfuerzo para expulsar al Sr. Maduro por medios constitucionales. Pero sin una firme presión internacional, Maduro, cuyo mandato termina en 2019, puede encontrar maneras de sabotear el referendo revocatorio.

Si los líderes regionales no adoptan una posición firme y unida en contra del señor Maduro, solo cabe esperar que la crisis de Venezuela aumente. Esto llevaría a enfrentamientos políticos más violentos y, muy probablemente, produciría un éxodo hacia los países vecinos. Los líderes de esas naciones deben darse cuenta de que este desastre está ahora muy cerca de convertirse también en su problema.

Traducción: Marcos Villasmil


ORIGINAL EN INGLÉS:

The New York Times – Editorial Board

Standing Up for Democracy in Venezuela

As growing lawlessness, looting and hunger threaten to plunge Venezuela into a state of anarchy, its neighbors remain strikingly reluctant to confront President Nicolás Maduro.

There have been unabashed enablers, a shrinking but resolute camp of left-wing governments that have served as apologists for the despotic president. There are the co-opted, a pack of Caribbean and Central American nations that have turned a blind eye to Mr. Maduro’s abuses in exchange for subsidized oil. And there are the ambivalent, a large and powerful group of nations that only gently criticize the government of Venezuela, if at all, for its mounting human rights violations.

On Thursday, diplomats from across the hemisphere are scheduled to convene in Washington at the request of Luis Almagro, the secretary general of the Organization of American States, to discuss Venezuela’s descent into chaos. Key members of this organization, including Argentina, Brazil, Canada, Chile, Colombia, Mexico, Peru and the United States, should demand that the Venezuelan government start allowing the delivery of humanitarian aid and permit the opposition to hold a referendum on whether Mr. Maduro’s term should end early.

Clearly, the Maduro government has failed to govern democratically, a commitment required of all O.A.S. member nations. Mr. Maduro has packed crucial state institutions, including the Supreme Court, with loyalists and has stymied the opposition-run Parliament at every turn. His government has kept political opponents arbitrarily jailed for years.

The calamity in Venezuela is multipronged and won’t be solved without comprehensive reforms, which the Maduro regime has been unwilling to even contemplate. The government has been refusing offers of humanitarian aid, even as Venezuelans perish in growing numbers because hospitals have run out of medicine, and food has grown so scarce that trucks and shops are routinely looted.

In the long run, Venezuela will most likely need help from international financial institutions to start addressing its runaway inflation, avoid defaulting on its loans and diversify an economy that has been perilously dependent on oil and vulnerable to its price fluctuations.

None of this is likely to happen unless the political opposition succeeds in its push to oust Mr. Maduro through constitutional means. But without firm international pressure, Mr. Maduro, whose term ends in 2019, may find a way to sabotage the recall vote.

If regional leaders fail to take a strong and united stand against Mr. Maduro, Venezuela’s crisis can only be expected to grow. That would lead to more violent political confrontations and, quite likely, an exodus into neighboring countries. Leaders in those nations should realize that this disaster is now very close to becoming their problem.

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