14 aforismos de Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez fue un poeta nacido en Moguer, Huelva, en 1881. Culminó una obra inmensa, reconocida con el Premio Nobel de Literatura en 1956. En ella se evidencia casi al completo la evolución de la poesía española del siglo XX, desde aquellos primeros pasos que entroncan con el modernismo, hasta una poesía humana y esencial, desnuda de retórica, culminada con títulos como Animal de fondo (1949) y Espacio (1954). Murió en San Juan, Puerto Rico, en 1958. La visibilidad del aforismo lírico alcanzó en Juan Ramón Jiménez la máxima expresión, un modo de decir singular y sedimentado en el abrazo entre filosofía y poesía. El afán por lo breve del premio Nobel duró más de cinco décadas y está recogido en Ideolojía (1990). Son conocidos los vértices esenciales de sus aforismos en los que el poeta volcó biografía y esteticismo hasta componer un cálido diario estético y ético. En él se plasma su devoción por la belleza, su incansable quehacer poético y su conciencia de la naturaleza humana, no exenta de retina crítica. De ahí nacen sus aforismos, que muestran el sentir intelectivo de una personalidad única. Presentamos una selección entresacada del libro Aforismos e ideas líricas de Juan Ramón Jiménez (Isla de Siltolá, Sevilla, 2018), preparado por el poeta y crítico José Luis Morante.
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Lo entrevisto es mejor, y dura más que lo visto.
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Donde está la ilusión, allí está el mundo.
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He vivido lo ideal y he cantado lo real.
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Tengo siempre dos obsesiones, en lucha perpetua: el arte y la muerte.
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La fe se cura viajando. La duda no es una enfermedad.
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Si queremos ser felices, no vayamos nunca tras lo que se va. Quedémonos siempre con lo que se queda.
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En poesía, la forma debe ir por dentro, la idea por fuera.
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Ironista es el que desciende de lo real. Lírico el que asciende.
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Cuidemos nuestra podre, que dentro de ella está la primavera.
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Los recuerdos son las siete plagas del indolente.
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No hay mejor modo de pasar a la perfección que pasar por lo imperfecto.
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No se debe escribir en el idioma de las palabras sino en el de los sentimientos.
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En arte conviene estraviarse, pero que sea por poco tiempo.
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He soñado mi vida y he vivido mi sueño.