20 años de la Primavera Negra, la larga sombra de la represión en Cuba
La Isla es hoy un país mucho más difícil de controlar por la policía política, una nación mucho más consciente de la necesidad de un cambio de sistema y una sociedad menos dócil
Fragmento de un cartel de protesta contra la Primavera Negra. (Archivo)
Hace 20 años una ola represiva se extendió por Cuba. Mientras la comunidad internacional seguía atenta el inicio de la guerra en Irak, Fidel Castro llevó a la cárcel a 75 disidentes, en una ofensiva autoritaria conocida como la Primavera Negra. Dos décadas después, los presos políticos en la Isla superan el millar, la Ley Mordaza sigue vigente y el número de ciudadanos que reclama un cambio político se ha multiplicado significativamente.
Si tras los arrestos de aquellas jornadas de marzo de 2003, el régimen cubano logró acallar significativamente a la oposición y asestar un durísimo golpe al periodismo independiente, ese efecto apenas duró un breve tiempo. El surgimiento de las Damas de Blanco, madres y esposas que reclamaban la liberación de los prisioneros de conciencia, el repudio internacional y la aparición de nuevos actores opositores hicieron zozobrar el guion que Castro había previsto.
Si las sentencias de hasta 30 años dictadas contra los 75 buscaban cortar en seco la disidencia en la Isla, entonces aquel mensaje ejemplarizante de los tribunales fracasó. Si el posterior destierro de buena parte de los presos políticos estaba pensado para dejar un páramo sin líderes entre los activistas cubanos, se puede concluir que la estrategia no dio los frutos que se esperaban. Si el encarcelamiento de reporteros iba dirigido a extirpar de raíz el periodismo independiente, entonces el fiasco fue aún mayor.
Para canalizar ese enfado popular el régimen ha impulsado el mayor éxodo migratorio que ha experimentado la Isla y mantiene tras las rejas a cientos de manifestantes del 11J
Dos décadas después, la prensa no controlada por el Partido Comunista se ha abierto un espacio en la audiencia cubana, incluso desplazando con creces a los medios oficialistas. Varias oleadas de disidentes, artistas y reporteros han insuflado otros métodos, asumido las nuevas tecnologías para difundir su mensaje y se han ganado la simpatía de millones de ciudadanos dentro y fuera de la Isla.
El Movimiento San Isidro, el periodismo independiente, los artistas del 27N y el activismo, cada vez con causas más diversas y cercanas a las preocupaciones de los ciudadanos, contribuyeron significativamente a que en la Isla estallaran las protestas populares más importantes de su historia. El 11 de julio de 2021 evidenció la rotunda derrota de la Primavera Negra, porque aquella razia opresiva no extirpó la inconformidad ni los deseos de libertad del corazón de los cubanos.
Aunque la legislación que llevó a la cárcel a aquellos 75 opositores sigue vigente y se le han sumado nuevas normativas restrictivas, nunca el régimen cubano ha tenido que lidiar con tantas manifestaciones públicas de rechazo. Para canalizar ese enfado popular ha impulsado el mayor éxodo migratorio que ha experimentado la Isla y mantiene tras las rejas a cientos de manifestantes del 11J. Pero Cuba es hoy un país mucho más difícil de controlar por la policía política, una nación mucho más consciente de la necesidad de un cambio de sistema y una sociedad menos dócil.
Es cierto que aquella Primavera Negra no desembocó en un verano libertario, pero tampoco en el largo invierno de la mansedumbre ciudadana que Castro había previsto.