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Aveledo: Ante las constantes, flexibilidad y tino

Constantes en la estrategia del gobierno para permanecer, han sido dividir a la oposición y debilitar la confianza en el voto. Constantes ajenas a la lógica política y que en propiedad, debemos considerar antipolíticas, porque conspiran contra la naturaleza de la política que, diría Crick, parte de la aceptación de la existencia simultánea en un mismo territorio y bajo un gobierno común de grupos diferentes con sus intereses y tradiciones. No es un descubrimiento nuevo, ya en la antigüedad Aristóteles hablaba del reconocimiento de que el Estado no es una sola tribu, religión, interés o tradición. Así se sostiene un nivel razonable de estabilidad y orden.

Y eso ¿cómo sería consistente con la insistencia de quien escribe en buscar la solución en las rutas de la política? A lo cual respondo que precisamente porque las antipolíticas nos han metido en este laberinto y porque este es un solo país, a pesar de cuanto se ha hecho por fragmentarlo, sólo en la política puede haber salidas para el país y dentro de él, para quienes están en el poder y para quienes consideramos que su relevo es imperativo.

Si el dato anotado es cierto, como creo, me parece que lo sensato para quienes aspiramos a un cambio político que posibilite otros procesos de cambio necesarios es plantearse los escenarios posibles en un cuadro como el que vivimos.

En la abrupta decisión de cambiar un Consejo Nacional Electoral cuyo período no está vencido y que puede mostrar logros como un proceso electoral con participación verdaderamente plural y resultados aceptados, pueden tener incidencia desconfianzas intra-oficialistas, pero la oportunidad y el modo delatan la conexión con aquellas constantes mencionadas al comienzo. Como una primaria ordenada ayuda al sistema constitucional, no se quiere incurrir en el costo de una oposición con credibilidad fortalecida, pues conviene mantenerla cercada aunque el precio lo pague el país entero.

Haciendo seguimiento del proceso, y el grupo en el poder lo hace atentamente, los indicios apuntaban a una primaria ordenada con amplia participación de actores políticos y votantes, así que sabotear esa posibilidad apunta a dividir la oposición y reavivar la desconfianza en la eficacia de votar. Además, disuade a eventuales participantes, promueve lanzamientos “por fuera” de las iniciativas unitarias y replantea discusiones superadas en el campo democrático. Ya se sabe de maniobras para alejar a personalidades y partidos con manifiesta intención de competir.

La apuesta oficialista es demasiado obvia como para no verla. Al encallejonar a la Comisión Nacional de Primaria a revertir su decisión de hacer la elección con apoyo del CNE, se da la razón a quienes se abanderaron de una consulta “pura”, libre de conexión con el ente electoral que regirá los comicios de 2024.

¿Por qué se hace eso? El razonamiento sencillo nos lleva a concluir que en el poder se considera preferible una opción muy polarizante, su apuesta sería que ésta es la que más compacta el debilitado espacio electoral chavista y la que más divide el campo alternativo. ¿Están equivocados? Quizás sí e incluso diría, ojalá que sí. Pero la demostración de esa equivocación en la apuesta roja corresponde a la dirigencia del espacio pro-cambio, con una madurez política para responder y tomar la iniciativa. Como la madurez exigida es política, vuelvo a la casilla uno: los venezolanos que queremos cambio no somos una secta ni una tribu, ningún liderazgo individual cohesiona porque sí. Hará falta política para reunir, comprender, emprender y sumar, de parte de todos y todas los y las responsables.

A la Primaria le han dado una zancadilla, nos querrán convencer que es un empujón al abismo. No lo es. Toca pararse y seguir adelante. El adversario no determina nuestra estrategia, condiciona sí las decisiones para buscar la táctica más eficaz. Esta artimaña no será la última, porque las constantes estratégicas son dividir y desanimar. El sobrevenido anuncio de la inhabilitación a la precandidata favorecida por la maniobra anterior lo confirma. La consciencia del terreno que pisamos nos ilumina la razón.

 

 

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