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Editorial: La deriva de Sánchez

1474568984_419976_1474569365_noticia_normal_recorte1Su hoja de ruta agudizará la crisis del PSOE y provocará otras elecciones

Después de varias semanas de incertidumbre, Pedro Sánchez desveló ayer sus planes: pedir autorización al Comité Federal del PSOE para intentar formar un Gobierno. No aclaró con quien, pero resulta obvio que tendría que ser con Podemos y los partidos nacionalistas, puesto que Ciudadanos ha dejado rotundamente claro que no participará en una coalición con las decenas de fuerzas populistas y de extrema izquierda que rodean a Pablo Iglesias. En caso de que el comité federal le impida tomar ese disparatado camino, Sánchez convocaría un congreso para luchar por la secretaría general y volver a ser candidato. Una hoja de ruta poco responsable que provocará, con toda seguridad, una inmensa crisis en su partido y nos llevará a la convocatoria de las terceras elecciones generales en un año.

La estrategia de Sánchez parece olvidar los intereses de España —e incluso los de su propio partido— para centrarse en su pura supervivencia como líder socialista. Utilizando a Mariano Rajoy como excusa (algo fácil, teniendo en cuenta la posición monolítica del presidente del Gobierno en funciones), el secretario general del PSOE ha ido cerrando todos los puentes hacia la gobernabilidad mientras insiste en buscar un pacto imposible, con la escasa autoridad de quien pretende gobernar después de haber sufrido dos derrotas históricas consecutivas. Las cifras podrían salir si se suman los votos favorables de Podemos, CiU, PNV y CC, y las abstenciones de ERC y Bildu; pero el resultado sería catastrófico.

Sea como fuere, gobernar con 85 diputados (menos del 25% de la cámara) y con los apoyos de fuerzas políticas con preferencias radicalmente incompatibles entre sí, o que al día siguiente quieran imponer sus criterios para ocupar tu espacio, es un proyecto condenado al fracaso.

En vez de plantear una deriva que conduce hacia la ingobernabilidad en España y que agudizará la crisis de su partido, Sánchez debería abrir un tiempo de análisis y debate interno. La supervivencia de un Partido Socialista moderado, reformista y con vocación de gobernar y mejorar España, no de ser el primero del pelotón de perdedores, debería de ser ahora la prioridad absoluta de todo aquel que sienta lealtad a las siglas del PSOE.

Esa reflexión se va a hacer aún más necesaria y urgente a partir del próximo domingo, cuando se prevé un nuevo desastre electoral socialista en Galicia y el País Vasco. Uno más de la era Sánchez. No parece, por tanto, que sea él la persona más adecuada para encabezar la travesía del desierto que tendrá que abordar el PSOE tras la sangría de votos sufrida en las últimas citas electorales.

Solamente desde la oposición y con un nuevo proyecto político sólido y consensuado pueden los socialistas afrontar los enormes problemas que tienen ante sí. Hay que convocar un congreso, sí; pero no para apuntalar al secretario general de cara a otras elecciones. Primero hay que evitar esas terceras elecciones dejando que gobierne el partido más votado, y luego emprender la refundación de un PSOE capaz de volver a ilusionar a los españoles con el proyecto socialdemócrata y europeísta que le hizo grande.

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