Oswaldo Álvarez Paz: Increíble pero cierto
Parece mentira pero hasta hace muy poco tiempo los amigos y relacionados del exterior pensaban que exagerábamos cuando referíamos aspectos claves de la situación venezolana. Ahora pareciera que están mejor informados que nosotros mismos. El reclamo es por lo que consideran extrema pasividad por parte de la oposición política organizada frente a lo que, definitivamente, es una tiranía o una dictadura del siglo XXI. La comunidad internacional está dando total respaldo a la iniciativa del referendo revocatorio como salida pacífica y constitucionalmente democrática para destituir a Nicolás Maduro, primer paso para el cambio integral de régimen. Está tan convencida como nosotros, de la necesidad de hacerlo este año 2016. Aceptar su realización el año próximo sería, como bien ha dicho María Corina Machado, salir del dictador y consolidar la dictadura. No puede ni debe ser. Resulta inaceptable.
Lo cierto es que estamos en una encrucijada difícil, sumamente peligrosa, al borde de una confrontación final de resultados imprevisibles a corto plazo, pero inevitable si queremos mantenernos fieles a los principios y valores fundamentales de la vida en libertad y democracia. Esto es lo más importante y obligante.
Más allá de los caminos que la Constitución establece para lograr el cambio, la nación venezolana tiene derecho a ejercer su derecho a la legítima defensa contra la tiranía. Su existencia está amenazada y al igual que las personas naturales, tiene la obligación de reaccionar con la intensidad necesaria para desaparecer las amenazas reales que la están condicionando. Basta con repasar, entre otras cosas, las lúcidas conclusiones de Santo Tomás de Aquino cuando justifica el “derecho a la rebelión”. En la Venezuela de hoy, está plenamente justificado.
Sin embargo es indispensable lograr la unidad de objetivo. Sin ella será imposible diseñar estrategias exitosas que puedan ser compartidas por todos. Cuando el objetivo está claramente definido y aceptado, nunca habrá errores fatales. De lo contrario, cualquier tontería puede convertirse en una verdadera tragedia. Es necesario clarificar el “qué queremos” para poder acordarnos en el “cómo conseguirlo”. Hay bastantes aproximaciones, pero todavía no parece que exista la unidad de ser y de destino que la hora reclama.
La oposición democrática ha sido leal y consecuente con las exigencias constitucionales y éticas para lograr el revocatorio. El CNE y el TSJ, bajo la dirección abierta del ejecutivo, trabaja en dirección radicalmente contraria. El llamado es a todos los sectores, civiles y militares, más allá de la politiquería circunstancial que pueda existir en cada segmento, a cerrar filas activamente en defensa de la libertad. Todo lo demás tiene solución a corto y mediano plazo.
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