Ricardo Sucre: “No veo a la oposición con capacidad de generarle una crisis al Gobierno”
El politólogo consideró que hay un “70 % de probabilidades” de que Maduro termine su mandato, aunque acotó que este no tiene “fuerza” para eliminar las elecciones.
Caracas. Las opiniones de Ricardo Sucre Heredia suelen generar polémica. El politólogo y exintengrante de la Unidad de Análisis Político de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), durante más de cinco años, no evade los “temas tabú” de la oposición y es poco complaciente al analizar la actuación de la alianza que una vez asesoró.
Esta vez Sucre vuelve a escapar a la opinión mayoritaria y señala que el balance del aniversario del 6D no es del todo malo para la oposición. Razona que se crearon “expectativas muy altas”, que no tenía “viabilidad política” la salida del Gobierno este año y que de ello debe derivar un aprendizaje para la Unidad. “Hay que sincerarse en su dinámica interna; ¿queremos seguir unidos o no?”, cuestiona.
Sucre apunta que este año el Gobierno consiguió su objetivo fundamental y cifra en “70 %” la probabilidad de que Nicolás Maduro logre culminar su mandato, sin embargo, duda que este tenga la “fuerza” para volver a suspender unas elecciones. El también analista en temas militares considera que la MUD debe mejorar su comunicación con los uniformados si quiere lograr una transición política: “Deben decir con claridad cuál es su propuesta para la Fuerza Armada”.
¿Qué balance se puede hacer a un año del 6D?
—El año 2016 es el año de la sinceración política, donde ves tus capacidades y fortalezas y debilidades, y eso, en teoría, te permite hacer una estrategia más realista, menos centrada en las presiones de grupos de opinión. Es un balance modesto, no es una cosa que vaya a lograr entusiasmar, pero sí es un momento de sinceridad que hacía falta. Se venía de unas expectativas muy altas que no tenían asidero en la realidad y eso no le hizo bien a las fuerzas democráticas y quizás el precio sea alto, pero te coloca frente a una realidad mucho más clara y eso va a obligar a que se defina una correlación política dentro de esas fuerzas.
¿Qué aprendizaje o cambios debería hacer la MUD en su estrategia política?
—La primera vía es sincerarse en lo que es posible. Hay que hacer un ejercicio de realismo, qué tenemos, y qué no, en qué se puede avanzar y en qué no. Lo otro es quizás una cosa que es la más difícil dentro de la oposición, porque ahí tienes dos visiones de fondo: la visión del salidismo y la del no salidismo. Hay que hacer una discusión más franca, analizar las posibilidades reales, no analizar las cosas con prejuicios, que creo que es una cosa que afecta mucho la dinámica interna de la Mesa. No creo en las propuestas salidistas pero tampoco me negaría a discutirlas. ¿Cuáles son sus propuestas? ¿Qué es lo que tienen? Y sobre eso creo que el rol del secretario ejecutivo es fundamental, tratar de construir una hoja de ruta mínima, que pueda tener sus objetivos alcanzables, que los puedas medir y con esos objetivos mínimos tú puedes avanzar.
¿Se necesita algún cambio en las estructuras de la Mesa?
—Cambios de estructuras no creo. Escuché lo de la creación de un “tercer nivel” y siento que esos son espejismos, eso no es entrarle al problema de fondo que es un problema interno político, que es que ahí hay dos corrientes y hay un tema político externo que es: ¿Podemos tumbar al Gobierno sí o no? Eso me parece que es marear la cosa y burocratizar más a una instancia que de por sí es burocrática.
Los partidos, que son los accionistas de la Mesa —la secretaría solo se deriva de eso—, tienen que discutir qué clase de Mesa quieren y para eso tienen que resolver sus problemas. Nadie quiere romper la Unidad porque nadie quiere pagar el costo, es una marca que sale bien en las encuestas, pero tienes que sincerarte: rompemos o no rompemos, si no rompemos nos mantenemos unidos. ¿Tenemos capacidad de generar una crisis que obligue al Gobierno a salir? Sí creo que el rol es de la secretaria ejecutiva, no voy a descargar sobre “Chúo” Torrealba porque me parece que quieren tenerlo como chivo expiatorio y esa experiencia se vivió con [Ramón Guillermo] Aveledo…
¿Los mismos sectores que con Aveledo?
—Yo diría que sí, que los mismos sectores, la diferencia es que quizás es bueno o malo, en el caso de Aveledo hay cosas buenas y malas. No voy a descargar sobre “Chúo”, siento que su balance es mixto, también tiene cosas buenas y fallas. La diferencia es que el sector no salidista se está definiendo más. La crítica que yo le haría a él, y yo lo puedo entender, porque el parecía que iba a ser el chivo expiatorio y quiere decirle al público: ‘Esto fue lo que yo planteé y dije y no es mi culpa’ pero me parece que está siendo muy autónomo en sus declaraciones y creo que eso sí le resta fuerza a ese trabajo que tendría él de coordinar, de facilitar, promover esa discusión de esos temas. Lo coloca en una posición en la que le restas legitimidad al sector más crítico, aunque sea minoritario.
Hay gente en la Mesa que dice: ‘Bueno, son cinco gatos’. Pueden ser cinco gatos pero son actores políticos que tienes que considerar. No creo que sea cambio de estructuras. El sector salidista presionó con Aveledo, pero el sector no salidista, la camisa de fuerza de Aveledo, tampoco la quería. Hicieron un análisis estratégico erróneo que fue: Chávez va a morir y el chavismo va a desaparecer, ¿para qué necesitamos otro coordinador?
Se le quitó peso a la secretaría general.
—Se le quitó muchísimo peso y entonces ahora tienen una secretaría que, por lo que he podido recoger por compañeros con los que he hablado, no hay esa formalidad, aunque tengo entendido que “Chúo” Torrealba se ha acercado al grupo estratégico con un poco de más frecuencia, pero no es algo sistemático y es evidente que una secretaría sin más fuerza, cuando tiene partidos con metas antagónicas, el resultado es el que se tiene: cada quien anda por su lado y quizás en la cuestión electoral sí se aglutina la Mesa. Cuando eso pasa termina esa capacidad.
¿No sería una tragedia para la MUD que se rompa la unidad?
—El Gobierno quisiera que eso ocurriera, y creo que esa va a ser la estrategia, más que ilegalizar la Mesa, los partidos o suspender elecciones. La estrategia es mostrar esas contradicciones al público y decir: ‘Miren esa gente no tiene capacidad’ y que sea la propia Mesa la que se cocine. Concederle eso al Gobierno sería un premio político grande, pero está un problema de fondo, porque en cierto modo ya se lo estás concediendo con las diferencias que ya se ven de facto. A lo mejor no hay una ruptura formal, pero sientes que se ha normalizado, que hay dos grupos, que se llevan pero hay diferencias.
¿Hasta qué punto puedes soportar eso cuando te resta eficacia política? Así no puede actuar, se vio en el diálogo. La carta que mandó [Carlos] Ocariz [a los facilitadores], pero no firman los cinco integrantes, entonces pierdes eficacia. Desde ese punto de vista si la Unidad no puede caminar junto con esas dos tendencias ,yo consideraría seriamente una ruptura ordenada, que sería eso: o aceptamos tendencias o nos dividimos por un tiempo, tú por tu camino yo por el mío. Cuando venga el campo electoral haremos la maqueta juntos, pero de resto tendremos vías distintas, tendremos un centro de coordinación, eliminamos la secretaría, haremos algo rotatorio, pero yo sí consideraría ya unas opciones que te permitan tener eficacia política.
Habla de sincerar las posibilidades de la Mesa. ¿Cuáles son las posibilidades?
—Las posibilidades es el tema polémico para la Mesa y el mundo opositor. Sus posibilidades son el calendario electoral, no veo a la oposición con la capacidad de generarle una crisis al Gobierno. ¿Qué perspectivas tienen? ¿Vas a repetir el guion de 2016? Ahora va ser con lo del dólar, que ahora sí la gente va a salir y a bajar de los cerros. Va a llegar marzo y eso no se va a cumplir, entonces vas a hacer magia y vas a repetir el mismo guión. Tus posibilidades son dentro del marco constitucional, las regionales, las presidenciales. Pudiste llevar mejor el tema del revocatorio. La falla no es el revocatorio, porque ese es un derecho, pero sí la estrategia que tuviste para promover esa iniciativa, tus posibilidades en términos políticos y electorales son el calendario electoral y tus posibilidades políticas son a partir de tu presencia en la Asamblea Nacional (AN).
Tener una inserción más orgánica en el tejido social venezolano, que no son tus activistas, que asisten a tus marchas, sino que realmente la gente te perciba como interesada en los problemas. Eso era lo que yo veía con la AN, que fuera una verdadera casa del pueblo, que la gente sienta que puede encontrar no una solución material, porque no es una instancia ejecutiva, pero un reconocimiento de los problemas. A pesar de todo, la AN sale bien evaluada en las encuestas, pero la gente también ve que no tiene eficacia política. Esa es la tarea que hay que hacer para poder avanzar. Si no dependemos de un acto externo, de que Donald Trump diga ‘Maduro, tú serás el próximo’. Cosas que no dependen de ti. Esa posibilidad de una crisis no ha ocurrido y más bien siento que la MUD perdió algunas cosas. Siento que su política se alejó de la Fuerza Armada. Ha sido francamente negativa.
¿Por qué?
—Tengo la impresión de que te alejaste del ámbito militar. No es que antes estuvieras cerca, pero en diciembre de 2015 había una cierto respeto institucional, alguna comunicación, se dio el Plan República, las palabras de Padrino [López] esa noche. Había un reconocimiento institucional. Yo escucho al Padrino López de hoy y lo comparo con el de diciembre del año pasado y es un giro de 180° y veo a la Fuerza Armada más cercana al Gobierno.
¿Y eso tiene que ver con la actuación de la Mesa?
—No exclusivamente, pero en parte sí. ¿Qué opciones le das a la FANB? Algunos voceros son más moderados, otros dicen que vienen los juicios de Núremberg, otros dicen que los militares son víctimas, otros que deben ser juzgados, ¿Cuál va a ser la respuesta del sector militar? Alinearse más con el Gobierno. Veo a Padrino más cercano al Gobierno, más comprometido. Veo a oficiales del Alto Mando, que eran más discretos, no quiere decir que eran de oposición, pero por ejemplo a Cruz Arteaga, que es el de la Aviación, lo veo más comprometido y en parte eso responde a la política de la Mesa.
¿Qué debería cambiar la MUD en su estrategia con la Fuerza Armada?
—Alejarse de expresiones de que si los ‘milicos’. Aunque no lo dicen abiertamente se nota, ‘ustedes son como un mal necesario. Si por nosotros fuera seríamos como Costa Rica’. Ponerme en una posición más horizontal. ‘Ustedes sí me importan’ y realmente comunicarlo. En segundo lugar, decir realmente mi propuesta para la FANB, más allá del artículo 328, ¿con qué se come eso? Hay una estructura militar que Chávez forjó y Maduro ha continuado. Yo diría que uno de los activos más importantes que tiene Maduro es la Fuerza Armada. Es un sector con el que logró establecer un buen puente y química. Seguir con la lógica de Punto Fijo lo que hace es alejarlos. ‘Mi propuesta es que usted regrese al cuartel porque las cosas de los civiles son de los civiles y la de los militares de los militares’.
Es un tema poco tratado en la AN.
—Si en la AN en vez de sacar los cuadros [de Bolívar], haces una sesión especial respetuosa y a lo mejor no van, pero cumples con la formalidad, lanzas una invitación al Alto Mando y das un buen debate. Más allá del cuento de los militares, que si el cartel de los soles ¿Cuál va ser la respuesta de un jefe militar ante eso? No va a querer nada contigo, a lo mejor no tiene nada que ver en el negocio. Han cambiado toda la estructura y la normativa de la FANB. Hay un desconocimiento de lo que pasa adentro y se habla de una lógica muy de los 80. Se habla de unidades militares que no existen ya o categorías: suboficiales, clases, eso ya no existe.
Tienes que tratar de meterte en ese mundo y decir tu visión. Eso no quiere decir que los trates con guantes de seda, porque aquí todo es blanco o negro, diles sus cosas, ahí está el caso de la masacre de Barlovento para decirles sus cosas. Esos son los militares que vas a comandar mañana, no hay otra FANB, podrás dar de baja a medio mundo si quieres. Hay una cosa como de ganar puntos con el mundo opositor y dices: ‘Padrino, ven y tal’, te van a aplaudir, pero si quieres llegarle a ese mundo, esa es la peor forma, ¿qué prefieres? ¿Construir una relación con los militares o que en la encuesta salgas con 70 % de popularidad? Esa es tu decisión, yo preferiría construir la relación con el mundo militar, porque eso es un factor de fuerza.
Si el calendario electoral es la única posibilidad de la oposición, ¿Qué sucede si el Gobierno suspende o corre de manera permanente los comicios?
—No lo descarto, pero no creo que el Gobierno tenga fuerza para hacer eso. Lo hizo ahorita pero creo que es un recurso que ya lo agotó. El Gobierno medirá y verá. ¿Qué puede hacer la oposición? Ahí está la otra parte que yo te decía. Tu cara de inserción orgánica en la sociedad. Así entiendo la calle, la calle tipo Ucrania, no sé si este país da para eso o si se tiene una estructura para eso. Ni siquiera sus promotores son capaces de articularla. ¿Cuál es la calle que puede funcionar? Tener una estructura orgánica, tener una presencia en el Metro de Caracas, en los trabajadores petroleros, Sidor, en los sindicatos universitarios, en los gremios, más allá de los tradicionales como Fedecámaras, Consecomercio, Conindustria que están un poco de capa caída. Que si se dice que vamos a hacer protesta, se para el transporte.
Igual, en ese caso, el Gobierno va tener que hacer elecciones. No va poder correr mucho esa fecha y aceptaría esa circunstancia y me prepararía para ganar, porque es lo que pienso y el país se está moviendo para eso. Ese es un balance que es positivo, si ese balance lo podemos llevar a la sociedad a lo mejor la sociedad puede tener unas cosas más claras y quizá la idea de un cambio o alternancia puede estar más sólida en la opinión y yo incidiría sobre eso.
¿Cómo ve al Gobierno a un año del 6D, logró evitar fracturarse?
—Yo creo que el 6D el Gobierno pensaba que podía lograr algún tipo de relación con la AN, una relación conflictiva, pero un tipo de relación. Ahí ocurrió [algo] por el estilo Maduro que podríamos llamar de “Yo llevo mis puntos, pero tus puntos no me interesan”, como en la mesa del diálogo. La Mesa no eres tú sólo, la oposición también presenta temas. Lamentablemente, ahí fue una buena oportunidad que se perdió porque la comisión de la AN de José Guerra [encargada de realizar propuestas económicas al Gobierno] hizo un buen informe, con buenos puntos, faltó voluntad política de los dos. La comisión no cerró la puerta, y pasó lo que pasó. El Gobierno cumplió su papel que era cerrar el 2016 y llegar a 2017.
¿Cuál es el reto del Gobierno? Yo no veo esas fracturas, la Fuerza Armada está más cohesionada en torno a Maduro, el mundo oficialista de base está más cohesionado. En el mundo oficialista mucha gente dice: ‘Este señor no es tan tonto, tan débil o tan pelele’. Hay un Gobierno que siente que ha pasado un tiempo difícil, que está convencido de que Maduro no será la estrella pero no es ningún estúpido y ahora su problema es si puede hacer algún tipo de ajuste. Ya lo viene haciendo, pero me refiero a un ajuste más ordenado. Restringiste importaciones, devaluaste moneda, ajustaste precios, pero algo más ordenado, aceptas el mercado cambiario o no lo aceptas, unificas o no unificas.
¿A su juicio es posible que el Gobierno recupere popularidad?
—Esa popularidad estratosférica ya no se recupera, el país ya vivió la experiencia, ya son 18 años. Eso es un gran activo que tiene la oposición que no ha sabido aprovechar, más allá de la encuesta. Se instaló una gente en la idea de una alternancia, y alternar es cambiar. Puede no perder, que no es ganar, porque eso lo veo difícil, tener 35 %, 38 %, 40 % y a lo mejor hay tres candidatos de la oposición, ahí puedo pelear. Lanzan una figura como Padrino López que ahorita tiene muchas críticas, pero a lo mejor asume el plan de Unasur y con un 40 %, quizá puedan hasta ganar.
¿Cuáles son las probabilidades de que Maduro llegue a 2018?
—Es bastante probable. En números daría un 70 % que tiene de probabilidades de culminar. Habiendo pasado esta prueba, una de las más complejas, la pasaron y se sienten más seguros. 2018 puede parecer muy lejos, ofensivo para una gente, pero en términos políticos el 2018 yo lo veo a la vuelta de la esquina.
¿Cometió un error la oposición al sentarse en la mesa de diálogo?
—No, el error estuvo en sentarte ahí sin prepararte para eso. Yo sigo pensando que la oposición va a ser Gobierno, esa alternancia se va a producir y a mí me interesa eso como oposición ¿Para qué voy? Es un espacio para carearme con el Gobierno y decir: ‘Señores, nosotros vamos a ser Gobierno y ustedes van a ser oposición en algún momento. Yo estoy sentado aquí porque me interesa la paz del país, que tengan una vida tranquila, pacífica, productiva. El reconocimiento de nuestras fuerzas y eso pasa porque logremos ciertos canales y mecanismos que nos permitan prepararnos para una alternancia y transición’. Siento que el error es presentarte y decir que si en 15 días no hay respuesta o que si no pasa esto, etc… ¿Tú tienes fuerza para eso? Si no la tienes, carea, busca el conflicto dentro de la mesa, es lo que yo hubiera hecho.
El Gobierno presenta lo de JP Morgan, nosotros vamos a llegar a un acuerdo donde se dice que el BCV no cumple sus funciones, que su directiva está al margen del mandato constitucional, y llevamos eso. Ahí podrán decir: ‘No lo firmamos’. Nos paramos los dos. Aquí te jugaste tu última carta, tu última bala, al decir que ‘nos paramos’, que yo no me la hubiera jugado ahorita. El Gobierno no ha llevado la cosa y yo estoy esperando que pase algo, que tú me tienes que complacer a mí, y que como yo soy mayoría entonces… Es como un juego muy infantil, tú eres un político, busca el conflicto si es el caso, que creo que es inevitable. No fue un error pero no fuiste con una estrategia, improvisaste, no puedes manejar la presión en la opinión y eso incide mucho en la Mesa y cede mucho, y todo llevó a que se llegara a donde estamos ahorita.
¿Estos errores de los que habla, le restarán apoyo electoral a la oposición?
—Potencialmente sí, no estoy seguro de que se materialice. Al fin y al cabo hay otro elemento que obra a favor de la oposición: es la que está ahí. La forma como puede operar es si surge una tercera alternativa que no sé si va surgir. Quienes plantean eso son personas conocidas, como dice la gente ‘son muchos quemados’. Entonces sale un outsider, ahí sí veo a la Mesa en aprietos. No lo veo como un hecho ahorita. Que yo te diga: ‘La Mesa cayó’. Su evaluación en las encuestas fluctúa. La última que vi había bajado un poco, pero nada alarmante, estaba en 50 % exactos, pero potencialmente, sí. Si sigues así creo que sí va a producir pérdida de apoyo, quizá sea pérdida de apoyo en negativo, gente que dice: ‘Yo no voy a votar por ellos porque me engañaron’ y en positivo en el sentido de si surge alguna figura.
Creo que hay algunos que quieren moverse en esa área pero todavía no veo que le puedan mover el piso a la Mesa. Igual no me confiaría, yo siento que esa es otra falla de la oposición, que tiende mucho a confiarse, porque hay una inercia que me beneficia. Eso afectó mucho el juicio estratégico: ‘Bueno podemos hacerlo mal pero somos los que estamos y la gente lo que ve es a nosotros y nos van aceptar todas nuestras cosas’. Ese perdón de la gente ya no va a ser tan benevolente y si tú no cambias, la gente puede castigarte de las dos formas en que hablamos.