«No existe nada peor que un artista que colabora con un gobierno represor»
Tiene un apellido polaco, un nombre de origen hebreo y sangre venezolana corriéndole por las venas. Jonathan Jakubowicz es un cineasta tan complejo y versátil como la madeja de influencias que componen su árbol genealógico. Nacido en Caracas en 1978, el director ha recibido desde las presiones del Gobierno de Hugo Chávez hasta los aplausos más sonados de los espectadores. Este diciembre su filme Hands of Stone se proyectará en Cuba durante el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.
La película, basada en la historia del boxeador panameño Roberto Durán, cuenta en su reparto con el también venezolano Édgar Ramírez, en el rol protagónico; y el laureado Robert De Niro en el papel de su entrenador. Jakubowicz respondió las preguntas de 14ymedio sobre las expectativas que le despierta la cita con el público cubano y acerca de su reacción ante la exclusión de la cinta cubana Santa y Andrés, del director Carlos Lechuga.
Pregunta. Durante el Festival de cine de La Habana los cubanos podrán disfrutar de su película Hands of Stone, una de las más interesantes cintas que se proyectarán en la edición de este año. ¿Qué puede adelantar a los espectadores de la Isla antes de ver la historia del legendario Roberto Mano de piedra Durán?
Respuesta. Creo que los cubanos sentirán la historia de Durán como propia. Durán es hijo de un Marine americano que está asignado a la zona del canal y tiene un amorío con una panameña, para luego abandonarla. La relación de Manos de Piedra con Estados Unidos es compleja desde su propio nacimiento. Pero paradójicamente es sólo gracias a la ayuda de su entrenador gringo, el personaje que hace De Niro, que llega a ser campeón mundial y a vencer a los ídolos boxísticos de EE UU en los escenarios más grandes del mundo. Es una épica latinoamericana, filmada principalmente en Panamá pero con leyendas de Hollywood invitadas. Estoy seguro de que la van a gozar.
«Sólo alguien que sabe lo que es ser perseguido como consecuencia de su arte puede comprender el dolor que eso significa»
P. Ha estado al tanto de la censura sufrida por la película Santa y Andrés, dirigida por el cineasta cubano Carlos Lechuga, incluso llegó a pensar retirar Hands of Stone de la muestra, en solidaridad con el creador. ¿Por qué ha mantenido su película en la cartelera del Festival? ¿Qué opina de la exclusión del filme de Lechuga?
R. Cuba y Venezuela son naciones hermanas, no sólo por nuestra historia sino por nuestro presente político. Cuando salió mi primera película, Secuestro Express, el gobierno de Chávez me abrió dos juicios y sacaron en los medios del Estado todo tipo de informaciones para desacreditarme. Sólo alguien que sabe lo que es ser perseguido como consecuencia de su arte puede comprender el dolor que eso significa. Por ello me afectó mucho leer sobre la censura que se está aplicando a esta película cubana.
Sentí que ir al Festival a mostrar mi película sería una hipocresía, como cuando yo veía a cineastas internacionales fotografiándose con Chávez mientras yo era perseguido. Me dio miedo convertirme en esa nefasta figura del artista que apoya al represor, una figura muy frecuente en nuestros países y que le ha hecho muchísimo daño a nuestros pueblos. Pero los propios cineastas cubanos me pidieron que no sacara mi película de la programación, pues el festival es una de las pocas ventanas que le quedan a la Isla para ver hacia el mundo exterior, y decidí hacerles caso. A fin de cuentas yo no vivo en Cuba y lo único que puedo hacer es aquello que ayude a quienes residen allí.
P. Usted ha vivido en carne propia el hostigamiento dentro de su país. ¿Cómo sintió todas aquellas presiones?
R. Con mucha angustia y mucha tristeza. Mi película ni siquiera era en contra del Gobierno, pero fue realizada por gente de todas las clases sociales de Venezuela, y el éxito que tuvo llenó de inseguridad a Chávez, cuyo poder siempre se basó en dividir a la población. Al atacarnos, atacó nuestra invitación a superar los problemas que teníamos como sociedad, pero también hizo imposible que yo siguiera haciendo cine en mi país. Por ello me llenan de admiración cubanos como ustedes, como Gorki Águila, El Sexto y otros tantos que se atreven a quedarse en la cueva del represor para dar la batalla por la libertad desde dentro.
Acabo de publicar un libro, Las Aventuras de Juan Planchard, que muestra la corrupción de la revolución chavista en todo su esplendor. Es mi grano de arena en esta lucha. Hay gente que me pregunta si no me da miedo publicarlo, y mi respuesta es que si hay gente en Cuba y Venezuela que se juega la vida a diario por su libertad, lo mínimo que puedo hacer es apoyarlos con mi arte.
P. ¿Qué cree de la relación entre el cine y el poder? ¿Los creadores y las instituciones oficiales?
R. El cine y el poder siempre han estado relacionados, el problema es cuando desde el poder se reprime a algunos cineastas, y se celebra y apoya a otros. No existe nada peor que un artista que colabora con un gobierno represor. Poner tu sensibilidad al servicio de un poder que persigue a seres humanos que lo que quieren es expresarse como tú es una contradicción que, en mi opinión, te anula como creador, y convierte a tu obra en propaganda.
La historia está llena de artistas talentosos que lo hicieron y terminaron perseguidos por la propia maquinaria que apoyaron. Generalmente los que se quedan por siempre arrimados al poder son los mediocres, que no tendrían ninguna capacidad de trascendencia de no ser por la ayuda que reciben como pago por su complicidad.
Poner tu sensibilidad al servicio de un poder que persigue a seres humanos que lo que quieren es expresarse como tú es una contradicción que te anula como creador
P. En Cuba, desde hace más de tres años, un grupo de cineastas promueve una Ley de Cine para ganar en autonomía y proteger su trabajo. ¿Qué recomendaría a sus colegas de la Isla sobre ese tema?
R. En mi opinión deben enfocarse en crear métodos para que su cine sea visto online. Así como ahora existen espacios periodísticos que salen de La Habana y llegan a todo el mundo, hay que crear espacios para que cineastas locales pongan sus trabajos en las redes. Casi todos los cineastas del mundo están haciendo trabajos para que se exhiban en internet.
Hasta Woody Allen está haciendo una serie para Amazon. Nadie puede subestimar el poder del internet como herramienta de distribución del cine independiente del futuro. Me parece loable que intenten pasar esa ley, pero en mi experiencia el arte no puede vencer a los gobiernos autoritarios con leyes. Los puede vencer con arte. Las leyes no se hicieron para los artistas.