Kirchnerismo: objetivo, hostigar a Macri
El año 2016 no fue sencillo para Mauricio Macri. Su presidencia ha tenido aciertos pero también grandes problemas para seguir adelante con sus planes para sacar a Argentina de la enorme crisis dejada por Cristina Fernández de Kirchner.
La victoria de Macri en las elecciones de noviembre de 2015 es algo que el kirchnerismo parece no perdonarle. Para levantar aún más la ira de sus sectores más radicales, la Justicia argentina ha mantenido las causas contra la expresidenta que logró incrementar su fortuna durante su mandato a niveles poco imaginables.
Argentina ya conoce cuáles son los alcances de estos ataques constantes del kirchnerismo. De hecho, el propio Gobierno sabe que existe y es así que el diario La Nación informó que desde la propia sede presidencial de la Casa Rosada le atribuyen al kirchnerismo maniobras de «desestabilización política». Esto, a través de «la agitación de la conflictividad social, del paro docente y la marcha del sindicato de la Confederación General del Trabajo (CGT)». Pero eso no se detiene ahí porque incluso apuntan a ciertos fiscales que se han ocupado de lanzar denuncias contra Macri y sus ministros.
El pasado 1 de marzo, cuando Macri se dirigió a la Asamblea Legislativa con motivo de la inauguración del periodo 135 de sesiones ordinarias, los parlamentarios kirchneristas –del Frente Para la Victoria– olvidaron el respeto por la institucionalidad y desplegaron una serie de carteles agrediendo al presidente, cosa que fue secundada por los legisladores del Frente de Trabajadores de Izquierda (FIT). Toda una puesta en escena de lo que los kirchneristas quieren hacer en Argentina: torpedear en todo momento la administración de Macri.
Las reacciones no se hicieron esperar. Álvaro de Lamadrid, abogado y dirigente de la Unión Cívica Radical, señaló en una columna en Infobae que «la expresidente Cristina Kirchner y el Partido Justicialista, tienen clara esta situación y pulen su trabajo subterráneo basado en la tentación desestabilizadora». Además, cree que «todos ven al Gobierno, en el fondo, más allá de las colaboraciones impostadas de momento, como un enemigo al que hay que acabar» y agrega que «todos confluyen cegados en la estrategia final, más allá de cómo se mueven en las apariencias».
Para él, estas actitudes y las acciones de los sindicatos tienen «comunes propósitos de búsqueda de caos, desorden y clima de inseguridad para debilitar y erosionar al Gobierno» y que «se pretende generar un clima electoral propicio para instalar la idea de desgobierno y descontrol, causando a su vez miedo y zozobra en la opinión pública». Desde su punto de vista, el objetivo es uno: «Persiguen el hecho de que el Gobierno centre sus energías en la defensa de su gobernabilidad y renuncie a investigar la corrupción pasada y a llevar adelante reformas medulares, como, por ejemplo, la reforma política, judicial y sindical».
En comunicación con Libertad Digital, De Lamadrid cree que a corto plazo, el kirchnerismo quiere «dar un tiro de advertencia al gobierno en el sentido que su estabilidad política es endeble y preocuparlo por la gobernabilidad, dando a entender de modo extorsivo que si se investiga la corrupción criminal de Cristina Kirchner, tendrá que afrontar una obstrucción desestabilizadora».
Pero a largo plazo, apunta, lo que quiere es «intentar volver al poder, asegurar y consagrar la impunidad impidiendo además que se lleven adelante cambios en los cuales la sociedad está ilusionada y ve necesarios: cambios en la justicia, la democratización sindical y la reforma política». Sea como sea, cree que está en juego volver al pasado o afianzar un cambio «que si bien con obstáculos, debe producirse. Es el desafío de los argentinos».