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Los laberintos y su significado oculto: enigmas sin puerta de salida

¿Son símbolos mágicos? ¿Mapas del más allá? ¿Recorridos iniciáticos? Arqueólogos, historiadores y antropólogos tratan de averiguar qué hay tras los antiguos laberintos y qué llevó al hombre a crear estas arcaicas encrucijadas.

El concepto de laberinto está claro: un intrincado lugar, de fácil acceso, y del que es muy difícil salir. Lo que ya no está tan claro es dónde se realizó el primero, en qué se basó su inventor para trazarlo, qué significado tenía para las sociedades primitivas y por qué ha fascinado históricamente a egipcios, indios hopi o budistas. Como puede apreciarse, las preguntas sin respuesta se acumulan.

Para empezar, es difícil fechar los laberintos más antiguos, porque casi todos son petroglifos. Se trata de diseños circulares tallados a la entrada de tumbas, como la galería funeraria de Newgrange, en Irlanda, o la de Luzzanas, en Cerdeña, que se habrían realizado entre el 2500 y el 2000 a. C. En España tenemos la Pedra do Labirinto de San Xurxo de Mogor o la de Meis, ambas en Pontevedra, fechadas entre los años 900 y 500 a. C. En Italia disponen de los petroglifos laberínticos de Val Camonica (750-550 a. C.). Y en la mayoría de países del Mediterráneo se han hallado estos símbolos en tablillas, tejas, monedas y sellos datados entre el 1300 a. C. y el 250 d. C.

Se dice que la palabra procede del término griego lábrys, ‘hacha de dos filos’, que es el emblema de la casa del rey Minos de Creta y de algunas divinidades relacionadas con el culto a la serpiente. Pero lo cierto es que los laberintos arquitectónicos más antiguos son los egipcios. Por eso también se estima que el vocablo podría venir del término egipcio Lapi-ro-hut, ‘templo a la entrada del lago’, nombre del inmenso palacio, y tumba a la vez, levantado por el faraón Amenemhat III, de la XII dinastía, hacia el 2000 a. C., y en cuyo centro reside su cadáver. Este laberinto pudo servir como ejemplo al construido por Dédalo, (130 a. C.), cerca de la ciudad de Cnosos y bajo las órdenes del rey Minos. El mito dice que allí vivía el Minotauro, monstruo que se alimentaba de carne humana y que fue abatido por el joven Teseo, quien dispuso del ovillo de seda de Ariadna para guiarse por el laberinto.

Esta encrucijada arquitectónica de Creta fue un modelo recurrente en todo el Mediterráneo durante siglos. Su diseño, sencillo en un principio, se fue complicando poco a poco. En la Edad Media los muros y el piso de algunas catedrales europeas se cubrieron con creaciones semejantes. Con el tiempo, este mismo diseño fue apareciendo en América y Asia, sin que los especialistas hayan logrado explicar, aún hoy, la relación entre esos laberintos y los europeos. Este hecho desata aún más preguntas: ¿Llegaron los fenicios a América antes que Colón y los exportaron hasta allí? ¿Surgieron de manera espontánea? Y, si es así, ¿significaban lo mismo para todas las culturas que los desarrollaron? Las hipótesis son numerosas y ninguna da una explicación convincente.

Los laberintos están considerados por las teorías reduccionistas como el fruto de un pasatiempo mental; por las antropológicas, como símbolo de los ritos funerarios y de la fertilidad. Y por el especialista Paolo Santarcangeli, como el elemento con el que el hombre «trata de matar el monstruo que anida en su seno».

Sean una cosa u otra, lo seguro es que, por su diseño arquitectónico, durante la Edad Media se colocaron como trampa frente a las fortalezas para que los enemigos acabaran perdidos y a merced de los soldados. Pero también se usaron como talismán contra las influencias negativas o para ahuyentar los peligros.

El rey británico Enrique II, en el siglo XII, les encontró otra utilidad. En un parque de Woodstock mandó construir uno para refugiar a su amante Rosamunda. Pero a la pobre mujer no le sirvió de mucho, pues Leonor de Aquitania, usando la técnica del ovillo de Ariadna, logró encontrarla y envenenarla.

Con el tiempo, los laberintos han ido perdiendo su función ‘mágica’ y se han convertido en elementos ornamentales. Hoy se usan en psicología para analizar el comportamiento animal y para construir robots cada vez más inteligentes. Quizá ellos sean los que nos expliquen el significado real de estos símbolos arcaicos. El mito de Teseo, el joven que mata al Minotauro del laberinto de Creta, hace referencia, según la hipótesis más aceptada, a la resurrección espiritual del joven tras acabar con la bestia.

ALGUNAS PISTAS FALSAS

  • A. Estados alterados de conciencia. Esta hipótesis, no demostrada, afirma que el diseño de los laberintos fue visualizado por los chamanes prehistóricos durante los ‘estados de peligro’ a los que les llevaba el consumo de drogas psicotrópicas.
  • B. Acertijo y diversión. Los laberintos de jardinería del siglo XVI tomaron esta figura como un juego para hallar los caminos desde la entrada al centro. Pero su simbolismo arcaico dista de esta explicación.
  • C. Firma de una academia esotérica. Ciertas pinturas de Durero y Da Vinci muestran unos dibujos entrelazados y circulares con sus nombres en el centro. Se dice que los pintaron porque ambos pertenecían a asociaciones secretas y conocían el significado de los laberintos, aunque lo más probable es que los usaran como símbolos protectores.
  • D. Viaje a la unidad del ser. Ciertas teorías ven en estos diseños el símbolo del centro espiritual del ser, la sabiduría que se alcanza tras un dificultoso viaje. Pero, ¿tenían sus creadores unos pensamientos tan elevados?

A. TRES HIPÓTESIS.

    • Ritos iniciáticos
      Para el historiador de las religiones, Mircea Eliade, el mito de Teseo y el laberinto hacen referencia a ritos relacionados con la diosa madre del mundo subterráneo. Esta divinidad, asociada a la serpiente, se oculta bajo el símbolo de la casa de Minos: el hacha de doble filo, un emblema ligado a la muerte y, curiosamente, tan universal como el laberinto, puesto que lo hallamos en las culturas maya, china o camboyana. La función del laberinto es reflejar la muerte simbólica y la resurrección espiritual que el iniciado ha de obtener en vida.
    • Ritos de fertilidad
      La leyenda de Teseo dice que éste salió del laberinto mediante una danza que Ariadna le enseñó. Este detalle, y el posterior matrimonio con su salvadora, hacen pensar que los laberintos están asociados a rituales de fertilidad de la tierra. De hecho, esta tradición habría sido reflejada en el folclore de algunos lugares de Europa, como Inglaterra, Finlandia y Suecia, donde una muchacha encerrada en el centro de un laberinto debía ser rescatada por los jóvenes durante las ceremonias de Pascua. Situados frente a las iglesias, estos entramados aparecen en la obra de Shakespeare, a los que alude como «extraños laberintos en el caprichoso césped».
    • Ritos funerarios
      El hecho de que se hallen en muchas tumbas parece indicar que se trata de símbolos funerarios protectores que calman a los muertos y alejan a los intrusos. O de mapas del más allá para guiar al alma. A esta teoría contribuye una leyenda de la isla polinesia de Malekula, según la cual, el espíritu del difunto recorre un laberinto trazado en la arena hasta encontrar a su guardián femenino. Cuando el alma se aproxima al centro, el guardián borra parte del camino obligando al espíritu a recomponerlo para continuar su viaje y así renacer a una nueva vida.

B. UNA PRUEBA

El significado primitivo más probable del término laberinto es el de ‘símbolo protector’. Según el antropólogo J. G. Frazer, una de las leyes de la ‘magia simpática’ obliga a delimitar los espacios con signos protectores, como laberintos o incluso redes, instrumentos necesarios para encontrar comida o para paralizar al enemigo. En Egipto, frases como «el rey ha extendido su red» significaban la creación de una fortaleza. Así mismo, algunos ideogramas chinos aluden a ritos de establecimiento que consisten en trazar círculos concéntricos o una espiral alrededor de las aldeas. El hecho de haber hallado laberintos pintados en las paredes de algunas casas afianza esta interpretación. Estos diseños fueron empleados como protección ante los lobos o ante espíritus malignos.

5 PREGUNTAS CLAVE

  1. ¿Cómo surgió este símbolo? Tras observar la perfección de la tela de araña o del cielo. En éste, las estrellas forman un tejido laberíntico en el que las más brillantes serían los nudos de mallas invisibles.
  2. ¿Ha sido llamado el laberinto del Minotauro? No. Aunque se piensa que pudo estar en las cuevas cretenses de Gortynba. La forma de su diseño se aventura a partir de dibujos hallados en monedas cretenses o pompeyanas.
  3. ¿Existió el hilo de Ariadna? Algunos antropólogos apuntan que en el mito jamás hubo tal ovillo. El sistema que usó Teseo para escapar del laberinto fueron unos pasos de baile que le enseñó Ariadna, la ‘danza de las grullas’, cuyos movimientos lo llevaron hasta el Minotauro.
  4. ¿Cuántas clases de laberintos hay? Umberto Eco distingue tres: el univiario, con un único camino en espiral; el manierista, un árbol con infinitas ramificaciones; y el rizoma, una red en la que cada punto está conectado.
  5. ¿Qué simbolizan los que se encuentran en las catedrales? El pecado, que se identifica con el reptar de la serpiente, y, por asociación, la dificultad de mantenerse en el camino verdadero. Recorrerlos de rodillas -ninguno tenía callejones sin salida que obligaran a detenerse- sustituía el viaje hacia Tierra Santa.
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