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Claves ante nueva composición del Congreso

Junto con una izquierda más fortalecida, la actual oposición logra también una importante presencia, generando un equilibrio que obligará a negociar.

El Congreso que asuma en marzo del próximo año, adquirirá una morfología muy distinta al actual, no solo porque aumenta el número de diputados y senadores, sino porque sus nuevos integrantes -la totalidad de la Cámara de Diputados, y parte del Senado- fueron electos bajo el nuevo sistema proporcional, el cual trajo consigo una serie de sorpresas.

Quizás uno de los hechos más significativos es que la nueva composición de fuerzas refleja la espiral de polarización en que el país está entrando, con una izquierda cada vez más dura y atomizada, un centro que pierde creciente protagonismo y una centroderecha más fuerte, donde a su vez también conviven “moderados” con “conservadores”. El auge de Renovación Nacional y el detrimento parlamentario de la UDI abre un flanco en el sector que no se registraba desde la primer elección tras el retorno de la democracia.

A pesar de esta evidente polarización, hay un aspecto que parece favorable para efectos de dar cierto grado de estabilidad. Ninguna de las fuerzas en competencia obtuvo mayoría absoluta, por lo que cualquier reforma estructural debería ser objeto de negociación. De ello no se sigue necesariamente que surjan buenas políticas públicas que beneficien al país, pero cuando menos eventuales afanes de “retroexcavadoras” se verán más contenidos, pues la centroderecha obtuvo una representación de 73 diputados -sobre un total de 155-, mientras en el Senado se quedó con 19 cupos, cerca de la mitad.

Se trata de un cuadro muy distinto a como asumió el gobierno la actual Nueva Mayoría, que a fines de 2013 obtuvo en la Cámara una representación cercana al 60%, lo que permitió aprobar leyes a entera voluntad del Ejecutivo. Este equilibrio de fuerzas seguramente hará que de cara a una posible reforma constitucional, propuestas como una asamblea constituyente u otras fórmulas no contempladas en la actual institucionalidad encuentren más resistencia.

La gran sorpresa es el surgimiento de una tercera fuerza electoral, como es el caso del Frente Amplio, que contra todo pronóstico logró un total de 20 diputados y un senador, bloque que aparentemente fue el más beneficiado con el “arrastre” del nuevo sistema proporcional -si bien destacan las altas votaciones de tres de sus más emblemáticas figuras. Este peso parlamentario le dará una importante llave de negociación en el Congreso, pero a la vez dispersará más los votos de la izquierda en el Parlamento, no siendo claro qué aspectos la aglutinarán.

El tradicional eje conformado por el Partido Socialista-Democracia Cristiana -que a partir de 1990 fue la viga maestra que sustentó el proyecto de la antigua Concertación- quedará desdibujado en la nueva legislatura, especialmente por el ominoso retroceso electoral que experimentó la DC, tanto en votación presidencial como parlamentaria, lo que motivó ayer la renuncia de su presidenta y ex candidata presidencial, Carolina Goic.

El nuevo sistema proporcional que debutó este domingo no impidió que siguieran ocurriendo fenómenos que desconciertan al electorado, como el hecho de que candidatos con muy bajas votaciones fueran “arrastrados”. Así, el 20% de los diputados resultó electo con menos del 5% de los votos, en tanto una serie de emblemáticas personalidades de la política quedaron fuera del Congreso. En su lugar, han ingresado varias figuras desconocidas e inexpertas en materia legislativa, respondiendo a realidades muy locales o a fenómenos mediáticos, dejando una nota de incertidumbre sobre cómo ello incidirá en la calidad del trabajo legislativo.

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