Lourdes Flores Nano: Enero 2018 – abril 2020
“El gobierno no puede olvidar que en un régimen semipresidencial como el nuestro, hay mucho margen de acción para el Ejecutivo, con prescindencia del Parlamento”.
El gobierno ha consumido 18 de los 60 meses de gestión; le quedan 42. Pero, en realidad, el tiempo útil para la tarea gubernamental corre solo de enero del 2018 a abril del 2020. En los 12 meses previos a la elección general, las energías se concentrarán en el objetivo electoral. El deber de un gobierno genuinamente democrático no podrá ser otro que garantizar un proceso limpio y, si acaso le queda fuerza, completar alguna meta pendiente de ejecución.
Como quiera que rechazo el dramatismo de quienes no conciben un gobierno capaz de cumplir su período, dedico estas líneas a reflexionar sobre una agenda país que permita al remozado Gabinete Aráoz retomar iniciativa, liderar y perdurar.
1. Un gobierno más cercano: Luego del turbulento cierre de año dominado por los efectos de la frustrada vacancia y el concretado indulto, urge restablecer una relación más cercana y creíble entre el gobierno y la ciudadanía. Esa mayor cercanía debe expresarse en la concreción de obra pública y servicios públicos apreciados por la gente. PPK debe concretar su oferta de la “revolución social” en el agua reiteradamente ofrecida en campaña o en el eficiente uso de los recursos destinados a la reconstrucción del norte. Debe asociar su imagen a esa tarea que el pueblo reclama con justicia y que agradecerá.
2. La recuperación del crecimiento económico: Ha sido común en las semanas pasadas sostener que las contradictorias versiones presidenciales y la percepción del trueque indulto-no vacancia han sido las principales causas de pérdida de credibilidad. Siendo eso cierto, considero que más daño en la credibilidad del gobierno ha sido la frustración generada por el mediocre desempeño económico de nuestro país frente a la enorme expectativa que supuso el acceso al poder de un economista de la talla de nuestro presidente. Aprovechando los buenos precios de nuestros minerales y la recuperación de la economía mundial, el gobierno tiene la obligación de recuperar el tiempo perdido. Si la economía y el empleo crecen, el gobierno revalorará su principal activo y con ello, retomará parte de la credibilidad perdida.
3. La seguridad ciudadana: Los importantes golpes infligidos al crimen organizado, que deben continuar, requieren complementarse con respuestas más eficientes frente a expresiones cotidianas de inseguridad ciudadana como la violencia familiar o los hurtos y robos que nos afligen a los peruanos sin distinguir condición social. Si la percepción ciudadana de inseguridad ciudadana disminuye, se reforzará la sensación de autoridad de un gobierno que luce débil.
4. ¿Es posible alguna reforma?: Parecería que un gobierno sin mayoría, que además desperdició el impulso inicial, está condenado solo a administrar, sin producir reforma sustantiva alguna. No obstante, en materia de reformas, bien podría el gobierno priorizar y eligiendo una o dos de ellas, empeñarse en llevarlas adelante.
La reforma política, y en particular la referida al financiamiento privado de la política, se cae de madura y estimo que sería posible un consenso en torno a ella. Difícil, pero no imposible sería pensar en la eliminación del voto preferencial y en el retorno de la bicameralidad. Rescatar lo más valioso del proyecto Donayre podría ser otra alternativa.
La reforma de la justicia, priorizando alguno de sus aspectos básicos como lo hiciera el presidente al proponer un debate sobre la composición del Consejo Nacional de la Magistratura, que era una forma de abordar la forma de elegir a los jueces; avanzar en más procesos orales y menos engorrosos o en la digitalización, como esforzadamente plantea el presidente de la Corte Suprema, son algunos retos que podría el gobierno acometer y legar a su sucesor.
Bajo el liderazgo de Mercedes Aráoz, un equipo ministerial recompuesto tiene el deber de demostrar liderazgo y capacidad de acción aun en tiempos de turbulencia política. Habiéndose reafirmado la opción por la convocatoria a personalidades, le toca a la primera ministra la dura tarea de la negociación política permanente y de formar mayoría caso por caso. El gobierno no puede olvidar que en un régimen semipresidencial como el nuestro, hay mucho margen de acción para el Ejecutivo, con prescindencia del Parlamento. En el escenario congresal, no parece sensata la apuesta de la ruptura del fujimorismo como único sustento de gobernabilidad. Más bien, es la propia Fuerza Popular la llamada a reflexionar por el costo pagado como consecuencia de su intemperancia y virulencia políticas. Aunque ninguna fuerza parlamentaria ha aceptado un cogobierno, sería deseable que fuerzas políticas como Alianza para el Progreso, Acción Popular y el propio aprismo constituyeran un centro político que atempere la polarización que el antifujimorismo parlamentario y callejero alentarán.
La agenda del Perú no puede quedar detenida en los episodios políticos con los que se cerró el 2017. Sería incluso deseable que, superada la reacción inicial canalizada a través de la protesta callejera, se deje a las instituciones nacionales o internacionales decir su palabra y se canalice la energía colectiva hacia una agenda propositiva para el período enero 2018-abril 2020. Esa, en mi concepto, sería la mejor demostración de la tan mentada reconciliación, además de adecuada manifestación de buena política.
Antes de terminar este artículo, en relación a las afirmaciones publicadas en un medio de comunicación sobre supuestos aportes a la campaña presidencial del 2006 de Unidad Nacional, quiero decir que las mismas han sido aclaradas mediante una carta notarial el viernes 12 que puede ser vista en mi página de Facebook.