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Ortega mantiene la represión e impone la censura a televisoras independientes

Un grupo de manifestantes protestan contra la reforma de la Seguridad Social en Nicaragua. CARLOS HERRERA

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, endureció la represión contra centenares de manifestantes que se oponen a una reforma a la Seguridad Social y que desde la tarde del miércoles protestan en varios puntos de Managua, la capital, y otras ciudades importantes del país. Hasta el mediodía de este jueves (hora local, una hora más en México), se registraba una veintena de heridos, incluyen un joven universitario que perdió un ojo. Además, en una muestra de autoritarismo inédito hasta ahora, el mandatario obligó a Telcor, la institución reguladora de las telecomunicaciones, a que sacara del aire las transmisiones de los canales 100% Noticias y Canal 12, únicas televisoras independientes del país, que mantenían una cobertura constante de los hechos violentos.

Miguel Mora, director de 100% Noticias, confirmó a través de un comunicado que Telcor ordenó a las compañías de cable a que censuraran la transmisión de su canal, entre ellas Claro, propiedad del mexicano Carlos Slim. La censura se amplió luego al Canal 12, por el que se retransmiten programas críticos con el Gobierno, entre ellos Esta Noche y Esta Semana, del periodista Carlos Fernando Chamorro, una de las voces más críticas y respetadas del país. Ortega tiene un control absoluto de Telcor.

Las únicas televisoras que se mantuvieron al aire fueron las de la familia Ortega, que controla cinco canales, y los del empresario mexicano y aliado de Ortega, Ángel González, que también mantiene propiedad de otras cinco televisoras. Ellos mantenían en su programación telenovelas e información edulcorante, que incluía a manifestantes respaldando las medidas de Ortega.

Las redes sociales se mantenían activas como única vía importante para recibir las transmisiones en vivo de medios impresos que han desplegado a sus reporteros en la cobertura de los incidentes. En Twitter, el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, hizo un llamado al presidente para que detenga la represión desatada desde el miércoles. “Hago un llamado a Daniel Ortega y a su esposa para que detengan la violencia y la represión. ¡No pongan en peligro la paz del país! Sepan escuchar, dialoguen, tengan la madurez de rectificar tantos errores por el bien de Nicaragua. ¡Sean sensatos!”, escribió el religioso.

También se pronunció la embajadora de Estados Unidos en Managua, Laura Doga, quien dijo estar “preocupada por la violencia”, llamó “a la calma” y pidió “que las fuerzas del orden respeten a los medios de comunicación y los derechos de los manifestantes”.

La noche del miércoles ocho periodistas de distintos medios de comunicación fueron agredidos por los colectivos del Frente Sandinista, en su mayoría hombres jóvenes fanatizados enviados a reventar cualquier manifestación crítica con el Gobierno. Este jueves se recuperaba de las agresiones el reportero de Julio López, mientras que el fotógrafo Alfredo Zúñiga, colaborador de la agencia Associated Press denunciaba los golpes que había sufrido en la cabeza, por lo que tuvo que ser suturado. A Zúñiga le robaron su equipo de trabajo.

La violencia se registraba en varios puntos de la capital, principalmente en universidades públicas, hasta ahora bajo férreo control del Frente Sandinista. Se registraron varios heridos en la Universidad Nacional de Ingeniería y en la Universidad Nacional Agraria, donde un joven perdió un ojo en las trifulcas. En horas de la tarde los enfrentamientos entre estudiantes y simpatizantes de Ortega se mantenían.

Managua era una ciudad sitiada por la Policía Nacional y las huestes del Frente Sandinista. Varios comercios decidieron cerrar sus puertas y empresas suspendieron sus labores, mientras se anunciaban nuevas manifestaciones en Granada –a 45 kilómetros de Managua–, Estelí –localizada en el norte del país y célebre bastión del sandinismo– y otras ciudades del centro de Nicaragua.

Ortega oficializó el jueves una reforma a la Seguridad Social que reduce en un 5% las pensiones e incrementa la contribución que la patronal y los trabajadores deben entregar para sostener el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social. Las reformas fueron rechazadas por el sector empresarial y encendieron las llamas de las protestas.

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