Los empresarios de Nicaragua rechazan la oferta de diálogo de Ortega
Bastaron cuatro horas para que las principales cámaras empresariales del país respondieran con determinación a la solicitud de diálogo presentada por el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, para solucionar la profunda crisis política que afecta a este país. El Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) dijo en un comunicado que no podía haber diálogo con el Gobierno si el mandatario sandinista no ponía fin a la represión, liberaba a los capturados durante las manifestaciones y daba garantías de una irrestricta libertad de expresión a la población.
Es la posición más contundente del sector privado de Nicaragua, que hasta el anuncio de las reformas a la Seguridad Social impuestas por el presidente, mantenía una relación de «consenso» con Ortega. Los empresarios fueron claros al afirmar que el diálogo no se limita ya al tema de las reformas al Seguro, sino que va más allá, tomando en cuenta el pulso de la población en las calles.
«Expresamos nuestro total respaldo a todos los jóvenes y a la población en general que se han movilizado y manifestado pacíficamente en defensa de sus principios y derechos», dijeron los empresarios en un comunicado que es toda una declaración de intenciones frente al régimen de Ortega, que hasta el mediodía del sábado esperaba que su llamado al diálogo fuera escuchado sin condicionamientos.
Los empresarios exigen tres puntos claros al Ejecutivo sandinista: cese inmediato de la represión tanto de la Policía Nacional como de los colectivos fanatizados del FSLN, liberación inmediata de los apresados durante las protestas y restablecer en Nicaragua la irrestricta libertad de prensa y de expresión.
«No podemos ir a un diálogo si no se cumplen estas mínimas condiciones», afirman los empresarios, que además exigen a Ortega que en una futura mesa de negociación no deben ser ellos los únicos interlocutores, sino que se debe incluir a los jóvenes –motor de las manifestaciones–, a la academia y a la Conferencia Episcopal de Nicaragua.
Se trata de un duro golpe para Ortega, quien ve cómo poco a poco se le desvanece el poder que creía inquebrantable. Desde el miércoles comenzó una rebelión pacífica en Nicaragua, que el Gobierno ha intentando sofocar con una durísima represión. El viernes los empresarios se distanciaron del mandatario, pero tendieron un puente para una posible salida a la crisis, sin embargo este sábado Ortega se atrincheró en sus posiciones y, lejos de mencionar a las víctimas de la represión y las exigencias de la población, dijo que solo negociaría con la cúpula empresarial.
«Es claro que las protestas exceden las demandas del Seguro Social», dijo a EL PAÍS Azalea Solís, experta en temas constitucionales y representante del opositor Frente Amplio por la Democracia (FAD). «Hay un acumulado de diez años de abusos y humillación del régimen a la población y los empresarios se dieron cuenta que la gente dijo que el COSEP no los representaba, por lo que ellos han escuchado a las voces que dicen que no puede haber diálogo si no hay cese de la represión y se da cuenta de los desaparecidos en estos días«, explicó la analista.
Para Solís los nicaragüenses están demostrando su cansancio y alzando la voz ante once años de atropellos y autoritarismo. «El discursó de Ortega del sábado estimuló a la gente a salir a la calle«, afirma. «La gente está diciendo yo también tengo voz y, además, que hay una agenda larga por discutir, que no se limita al Seguro».
La analista no se aventura a afirmar que la posición de los empresarios signifique una ruptura con el Gobierno, pero asegura que estos toman nota de que la Nicaragua de hoy no es la misma de hace más de 72 horas, cuando iniciaron las manifestaciones contra Ortega. «Esto no quiere decir que Ortega esté con las maletas en una escalinata de avión, pero es evidente que la crisis se le salió de las manos», afirma Solís.
Al comunicado del COSEP se unió el de la Cámara de Comercio Americana Nicaragüense (AmCham), exigiendo las mismas condiciones. Ortega queda de esta manera aislado y con dos únicas opciones: ceder a los condicionamientos de los empresarios, la sociedad civil, los manifestantes y la Iglesia o recrudecer la represión. La violencia en Nicaragua ha dejado al menos diez muertos, aunque algunas fuentes aseguraron el sábado que esa cifra puede ser mayor.
Nicaragua vive cuatro días de extraordinarias manifestaciones a nivel nacional, que han desnudado la supuesta invulnerabilidad del régimen del comandante Ortega.