Segunda vuelta: ¿Vale la pena votar en blanco?
Dos de los cinco candidatos derrotados en primera vuelta, Humberto de la Calle y Sergio Fajardo, han anunciado que no se sienten representados ni por Iván Duque ni Gustavo Petro, por lo que marcarán la tercera casilla del tarjetón. ¿Qué efectos tiene esta alternativa?
La opción del voto en blanco no había tenido tanta fuerza política en el país en una segunda vuelta presidencial, como la que tiene en las elecciones 2018. Desde que se conocieron los resultados de la primera vuelta, los dos ganadores, Iván Duque y Gustavo Petro, comenzaron a pescar en el centro y consolidar apoyos para fortalecer sus posibilidades para ganar la presidencial el próximo 17 de junio.
Duque madrugó a la recta final de la contienda y logró concretar los apoyos de los partidos tradicionales, incluso el de algunos dirigentes que durante muchos años se habían enfrentado abiertamente al expresidente Uribe. Al barco de su candidatura se subió César Gaviria, jefe del Partido Liberal, mientras que La U y Cambio Radical parecen resignados a acompañarlo en la segunda vuelta.
Gustavo Petro, en cambio, no la ha tenido tan fácil para conseguir los votos de la Coalición Colombia, que le podrían sumar más de 4 millones de votos, necesarios para reducir la ventaja que le sacó Duque en 27 de mayo. El candidato de la Colombia Humana, sin embargo, se aseguró el respaldo de una mayoría del Polo Democrático, su antiguo partido, y de algunos verdes. Sin embargo, la coalición que alcanzó el tercer lugar en las urnas, se dividió y algunos de sus líderes prefirieron optar por el voto en blanco.
Lo mismo ocurrió en el Partido Liberal. Mientras que el Director del Partido, César Gaviria, se fue con un grupo de congresistas para las toldas de Duque, su candidato, Humberto de la Calle, optó por el voto en blanco.
Me preguntan hoy, después del respaldo del director del @PartidoLiberal a la candidatura de @IvanDuque, si voy a acompañar esa decisión. Mi respuesta es No, en mi caso votaré en blanco. Es lo que dicta mi conciencia.
Además de Fajardo y De la Calle, son varios los dirigentes políticos y líderes de opinión que han manifestado su intención de votar en blanco en las próximas elecciones.
El también miembro de la Coalición Colombia, Jorge Robledo le dijo esta mañana a Blu Radio que aunque en el decisión del Polo de apoyar a Gustavo Petro era mayoritaria, existía la posibilidad legal y política de votar por otra opción si no se estaba de acuerdo con ninguna de las dos candidaturas. Aseguró que no consideraría votar por su excompañero de partido y que el voto en blanco, en su criterio, era una expresión de la democracia. “Así su validez sea solo política, es importante”, dijo.
El caricaturista Vladdo también se sumó al que bando que se ha denominado los NiNi (ni Petro, ni Duque), y eso que fue el líder del comité promotor que inscribió la candidatura de Gustavo Petro para la alcaldía de Bogotá en el 2011. “Algunos creen que a punta de descalificar a quienes no optamos por Duque ni por Petro van a hacernos cambiar de opinión. Con cada insulto y cada frase desobligante —provenientes de ambos bandos— nos convencen, aún más, de que ninguno de esos extremos nos representa”, escribió en su cuenta de Twitter.
Y el escritor paisa Héctor Abad aprobó la decisión de Fajardo al mantenerse coherente con lo que habían anunciado durante su campaña.
Esta corriente muestra que hay un significativo sector de la población que no se siente representado ni por Duque ni por Petro, y que la segunda vuelta supone «el peor de los mundos». En las pasadas elecciones, entre los dos candidatos alcanzaron un caudal de casi 12 millones 500 mil votos, pero hay otros 6 millones 500 votos que pueden inclinarse para uno u otro lado, o que eventualmente se podrían ir por esta tercera alternativa, o simplemente abstenerse de votar.
Hace cuatro años, el voto en blanco obtuvo 618.759 sufragios, que representaron el 4,02 por ciento de los votos. Pero aunque en esta ocasión el voto por esta opción sea, como se espera, mucho más alto, ¿tendría algún efecto?
Según la sentencia C-490 de 2011 de la Corte Constitucional el voto en blanco es “una valiosa expresión del disenso con efectos políticos a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector y como consecuencia de este reconocimiento la misma Constitución le adscribe una incidencia decisiva en procesos electorales orientados a proveer cargos unipersonales y de corporaciones públicas de elección popular”.
Por eso, aunque el magistrado del Consejo Nacional Electoral, Armando Novoa, busca eliminar esta casilla del tarjetón, es una opción totalmente válida para cualquier elector. Pero aunque la Constitución le reconoce ese valor político de expresión ciudadana, jurídicamente, por alta que sea la votación que obtenga, no tiene ningún efecto.
El artículo 258 de la Constitución ordena que si el número de votos en blanco en una elección alcanza a ser la mayoría, debe repetirse por una vez la votación. Pero eso no aplica para la segunda vuelta presidencial, solo para la primera. Así que aunque el voto en blanco llegara a ganarle a Duque y a Petro en esta elección, no cambiaría en nada el resultado. El ganador sería simplemente el que obtenga mayor número de los votos entre sí.
Pero aún así, los efectos políticos del voto en blanco sí se pueden llegar a sentir. Si el número de quienes no se sienten representados por ninguna de las dos opciones es alto, su voz tendrá que ser tenida en cuenta en el próximo gobierno. Es decir, es un efecto más simbólico que real, pero no por eso deja de ser una expresión de inconformidad frente a la polarización, que puede llevar al próximo Presidente a buscar acercarse más al centro.
Y de hecho, ese efecto ya se está sintiendo. Tanto Iván Duque como Gustavo Petro han ajustado su discurso para atraer a los seguidores de Humberto de la Calle y Sergio Fajardo. Duque en el tema de la paz; Petro, en su idea de una Asamblea Constituyente. Ambos parecen haber tirado de la reversa para cautivar.
Petro ha reconocido que el voto en blanco está más en su contra que en la de Duque, pues ha dicho que un voto por esa opción es un voto por Duque. Por eso ha cuestionado la decisión de quienes han preferido la neutralidad en segunda vuelta. “Si Fajardo, Robledo, Mockus o de la Calle hubieran sido los candidatos de segunda vuelta contra Uribe/Duque, no lo dudo un segundo, voto por ellos”, afirmó. Posición que no defendió hace ocho años cuando Mockus representaba la alternativa a la continuidad de Uribe. En aquel entonces, el hoy candidato defendía la tesis de que el voto en blanco sí sería significativo, pese a no tener efectos.
El voto en blanco, convidado de piedra a la segunda vuelta, podría convertirse en una expresión política de mucho significado, y así no tenga los alcances como para repetir la elección, podría ser una sorpresa, como las que recientemente se han registrado en las urnas.