#ColombiaAvanza vs. #RetrocedeElPaís: el pulso final
No bastó montar de la nada un partido de oposición y que éste llegara a ser mayoritario en el Congreso. Ni infligir una humillante derrota en las urnas a sus candidatos más cercanos. La batalla de Álvaro Uribe contra Juan Manuel Santos continúa y ahora el pulso -quizás el último- es por la definición de su legado.
Así quedó claro el viernes pasado cuando mientras el Presidente daba su discurso en la instalación del Congreso, enumerando sus logros, el Senador trinaba todas sus falencias.
Desde el comienzo de su mandato hace ocho años, quedó claro que el verdadero objetivo de Santos era hacerse un lugar en la Historia de este país y en el escenario internacional, dos cosas que logró al obtener el Premio Nobel de Paz por haber logrado el desarme de las Farc.
Y es en esa clave -de haber cambiado la Historia de este país- que Santos dio su discurso del viernes; allí, delante de muchos de los congresistas que fueron parte de su coalición y hoy son de la de Uribe, reiteró la narrativa que ha venido esgrimiendo desde que se aproxima el fin de su mandato y que se sintetiza en el hashtag que utilizó de #ColombiaAvanzó.
Dijo cosas como, que gracias a lo que había hecho su Gobierno, “Hoy el Congreso de Colombia entra -por fin- en el siglo XXI”; que entrega el mando “con la satisfacción de hacerlo en el mejor momento de la democracia colombiana”; que entrega una economía “con la inversión más alta de su historia” y la “tasa de homicidios más baja de los últimos 40 años”.
“Quien estudie estos últimos ocho años podrá dar cuenta de la agenda reformista más ambiciosa de la historia reciente”, una frase que resume la forma cómo él ve su legado. La modernización de Colombia en varios frentes: la revolución en la infraestructura, la posibilidad de entrar sin visa a 91 países, la entrada a la Ocde y a la Otán, la reducción de la pobreza a casi la mitad, la desaparición de las Farc.
En su enumeración de logros hay varias exageraciones. Como, por ejemplo, decir que “el año pasado (la economía) recibió una inversión extranjera directa que duplica la que teníamos ocho años atrás” cuando en realidad el aumento fue del 34 por ciento y también algunas falsas como decir que “avanzamos –más que cualquier país de América Latina– en disminuir la vergonzosa desigualdad que aún sufre nuestra sociedad.”
Sin embargo, la mayoría de sus logros, como lo verificó el Detector de Mentiras de La Silla, son ciertos.
Álvaro Uribe no le reconoció ninguno. En 64 trinos, intentó aguarle la fiesta a Santos minimizando cada uno de sus logros.
Los trinos de Uribe
Cuando Santos rescató el hito de que los exguerrilleros de la Farc estuvieran sentados en el Congreso apostándole a la política y no a la guerra, Uribe trinó: “Congreso con personas condenadas por delitos atroces, sin reparar víctimas, sin cumplir sanciones simbólicas, inadecuadas. En Colombia criminalidad creciente y reorganización criminal de Farc. Paz aparente.”
Cuando Santos se congratuló de entregar 1400 kilómetros de dobles calzadas -“el doble que en toda la historia”, dijo– Uribe tuiteó: “Dejamos adjudicados 2.166 kms de nuevas calzadas para construir, este gobierno solo construyó 1.400”
Y así, uno a uno, fue criticando todos los aspectos de su gestión insistiendo en la narrativa que ha tenido su oposición desde que se oficializó su ruptura con Santos: que este gobierno es un derrochón; que está dejando endeudado al país; que no hay paz porque las Farc están resurgiendo con 29 disidencias y 4 mil hombres en armas; que dejó que la coca inundara el país; que estimuló la corrupción con mermelada y clientelismo, que fue socio permisivo de la dictadura de Maduro, etc.
La Silla Vacía está aplicándole su Detector de Mentiras a los trinos del Expresidente y lo publicará próximamente. Pero, mientras tanto, es claro que aunque varias de las cosas que dijo son ciertas, el líder del Centro Democrático escogió hábilmente las cosas en las que podía encontrar lunares.
Por ejemplo, como la reducción de la pobreza en los últimos ocho años es innegable, su crítica es a “dos años con estancamiento en la reducción de la pobreza” o no dice nada de la baja drástica en homicidios pero trina sobre un hecho cierto y es que la extorsión está disparada.
La revancha que espera Santos
Santos, como lo dijo en su entrevista con La Silla hace unas semanas, está convencido de que, como le sucedió a Winston Churchill, el primer ministro inglés con el que tanto se identifica, la Historia será mucho más benevolente con él de lo que han sido las encuestas de popularidad.
La política “genera una especie de niebla que no deja ver las cosas como realmente son y que la historia es como el viento que se va llevando esa niebla, la verdad va surgiendo y creo que está comenzando a surgir más rápido de lo que la gente se da cuenta o se imagina”, dijo.
También aseguró en esa misma entrevista que no teme que la llegada del candidato de su rival a la Casa de Nariño pueda poner en jaque su paso a la Historia. “No siento que eso pueda poner en peligro mi legado porque los resultados nadie me los puede quitar”, aseguró.
Es cierto que las carreteras pavimentadas están pavimentadas, y las armas dejadas por las Farc están fundidas y nadie puede deshacer eso. Pero también es un hecho que Santos es vulnerable a cómo quede registrado su paso por la Historia ya que durante ocho años nunca pudo tener un verdadero control de su narrativa presidencial, ni elaborar un mensaje que calara en los colombianos y en el que creyera la mayoría, como lo muestra la Gallup Poll de manera consistente a partir de su primer año de Gobierno.
Quizá porque cambió varias veces de mensaje y de prioridades: arrancó con su discurso de las cinco locomotoras, varias de las cuales nunca lograron despegar como la de la Ciencia y la Tecnología y la de la Minería; al año de su mandato, como lo contó La Silla en este análisis,quiso reemplazar el discurso de la seguridad que lo abarcaba todo durante la época de Uribe hacia el de la Prosperidad y sus “tres pilares” («Más seguridad, más empleo y menos pobreza” son y serán nuestra obsesión, dijo en el discurso del 2011.).
En el 2012, su consigna era por lo que llamó sus “cinco ejes”: “Una Colombia moderna, justa y equitativa, con progreso y bienestar social». Para el 2014, ya era “¡El país de la paz!”. Y en el 2015, recuperó todo lo anterior y le introdujo la idea de la educación: «Una Colombia moderna, equitativa, educada, segura y en paz”, fue el mensaje de su discurso al Congreso.
A partir del 2016, volvió la narrativa de la paz y en el 2017 echó un discurso muy parecido al del viernes con cifras de sus logros en muchas áreas, que Uribe también desmintió.
En cambio, durante todo el tiempo que le hizo oposición, Uribe machacó la misma crítica: la idea de que por la vanidad del Nóbel estaba “entregando” el país a las Farc, que estaba “derrochando” el presupuesto nacional, descuidando la seguridad y dividiendo al país entre amigos y enemigos de la paz.
A juzgar por encuestas como la Gallup Poll y por el regreso del uribismo al poder, en esa batalla de narrativas Uribe -a quien le quedan pocos días en la oposición- va ganando la partida.
Sin embargo, en la última encuesta postelecciones, hubo un quiebre, y un nuevo optimismo.
Un optimismo que le sirve a Iván Duque pero también a Santos porque ahora el 44 por ciento de las personas que contestaron el sondeo opinó que la implementación del Acuerdo de Paz con las Farc va por buen camino, mientras que hace dos meses esa percepción no superaba el 26 por ciento. Y la popularidad de Santos por primera vez en todo su mandato llegó al 40 por ciento.
Frente a ese nuevo optimismo también habrá dos interpretaciones. Santos dice que es porque ya “la niebla” de la política comienza a dispersarse y los colombianos comienzan a ver que #ColombiaAvanzó. Y Uribe, seguramente dirá que el optimismo es porque acabó la era en el que #RetrocedeElPaís.
Los historiadores del futuro tendrán la última palabra.