Alberto Fujimori, el ocaso de un autócrata
El hombre que gobernó Perú entre 1990 y 2000 cumple 80 años rodeado de polémica y con su apellido salpicado por la corrupción
Alberto Fujimori, el exgobernante de Perú entre 1990-2000, llega a los 80 años mirando al pasado. El expresidente trabaja en las memorias que comenzó a escribir a mano en prisión, donde cumplió once de 25 años de condena por homicidios y secuestros considerados crímenes de lesa humanidad, y con la intención de unir a su familia. La tarea es complicada. Su hija mayor, Keiko, sigue enfrentada políticamente con el menor del clan, el congresista Kenji, quien fue suspendido. El partido fujimorista Fuerza Popular, con mayoría en el Congreso, es rechazado por la mayor parte de los peruanos, según los sondeos.
“En los contados años que me quedan me dedicaré a tres objetivos: unir a mi familia, mejorar en lo que pueda mi salud y hacer un balance equilibrado y sereno de mi vida”, escribió Fujimori en una carta difundida el miércoles por la agencia France Presse. “He llegado a los 80 con todas las huellas que dejan los años, con todos los sobresaltos de la vida política, enormes satisfacciones y profundos pesares”, añadió.
La partida de nacimiento de Alberto Fujimori señala que nació el 28 de julio de 1938, el día que Perú celebra las fiestas patrias y su independencia. Luis Jochamowitz, el biógrafo no autorizado del autócrata, pone en duda el oportuno cumpleaños y asegura que la partida de bautismo de Fujimori señala que su nacimiento fue el 4 de agosto. Otros documentos y fotografías también cuestionan la versión oficial, entre ellos el pasaporte japonés de Fujimori y una ficha de Cancillería sobre el ingreso de su madre a Perú. Fujimori nació en una época en que el Gobierno tenía una política contra el registro de hijos de ciudadanos japoneses nacidos antes de 1936, poco antes de la Segunda Guerra Mundial.
No solo el pasado de Fujimori está salpicado por la polémica. El apellido está rodeado de cuestionamientos hoy en día gracias al clan que domina la política peruana. “Su presente y su futuro se dan por interpósita persona: su hija”, comentó esta semana en un conversatorio Jochamowitz. De acuerdo a una encuesta de julio de GFK Perú, un 74% desaprueba la labor de la excandidata presidencial Fujimori, quien lidera la oposición. Un 8% aprueba la gestión del presidente saliente del Congreso, el fujimorista Luis Galarreta. Un 32% cree que Fuerza Popular es la formación política que más se beneficia con la corrupción del sistema de justicia expuesta por la prensa en audios producto de escuchas telefónicas.
Las grabaciones de conversaciones de jueces, fiscales, políticos, empresarios y miembros del Consejo Nacional de la Magistratura difundidas desde el 7 de junio contienen referencias a líderes del fujimorismo y a Fuerza Popular. Uno de sus protagonistas es el empresario Antonio Camayo, quien aportó a la campañas de Keiko Fujimori. Los diálogos registrados en los últimos seis meses revelan sobornos, pactos para modificar condenas, tráfico de influencias y nombramientos a cambio de beneficios para los integrantes de la trama.
El juez supremo César Hinostroza, que en uno de los audios acuerda una reunión con la “Señora K de la fuerza número uno”, reconoció el viernes en una entrevista radial que se refería al fujimorista Fuerza Popular, pero evitó confirmar si hablaba de la hija de Alberto Fujimori. En decenas de movilizaciones contra la corrupción celebradas en varias ciudades del Perú, los manifestantes corearon: “¿Quién es la señora K? ¡Keiko Fujimori!”
El indulto a Fujimori
La noche del 24 de diciembre, el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, concedió al político un indulto humanitario alegando que no quería ver morir en prisión a un expresidente. El exbanquero de inversión llevaba meses anunciando el perdón, pero las evidencias de que Fujimori no tenía una enfermedad terminal ni que las condiciones de prisión agravaban su salud dificultaban la decisión. Tenía presión alta, una hernia en el disco lumbar y el crecimiento benigno de la próstata, además de una anormalidad en los latidos del corazón.
Elmer Huerta, uno de los principales oncólogos peruanos, comentó entonces que si bien Fujimori tuvo un diagnóstico de cáncer precoz en la lengua en 1997, seis cirugías extirparon las lesiones y el mal no reapareció. Las condiciones de prisión no podían influir en ello, en su opinión. El expresidente tenía asistencia médica continua, vivía en un inmueble de más de 190 metros cuadrados con un huerto, taller de pintura, entre otros espacios que sumados llegaban a casi 800 metros cuadrados. Además, podía recibir visitas en cualquier momento.
Kuczynski estaba amenazado en diciembre por una posible destitución. El Congreso de mayoría fujimorista divulgó documentos de los pagos que recibió de la constructora brasileña Odebrecht cuando fue ministro del Gobierno de Alejandro Toledo por haber realizado consultorías. El congresista Kenji Fujimori, peleado con su hermana, le ofreció al mandatario los votos para impedir la remoción en el Congreso, pero le pidió firmar el indulto a cambio. El menor de los hijos de Fujimori consiguió que nueve parlamentarios de Fuerza Popular desobedecieran a su hermana mayor. Kuczynski se mantuvo en el cargo, pero en marzo renunció antes de someterse a una nueva votación para destituirlo. Desde entonces, el enfrentamiento entre los hermanos escaló.
Vida en libertad
El autócrata vive actualmente en una residencia rentada de 900 metros cuadrados al sur de Lima. La renta es pagada por un amigo empresario, de acuerdo a Alejandro Aguinaga, el médico de cabecera del expresidente.
Fujimori debe afrontar un nuevo juicio y tiene impedido salir del país desde mayo. La condena por 25 años que recibió en 2009 se debió a las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, cometidas en 1991 y 1992 por el Grupo Colina, un destacamento del Ejército que creó su Gobierno asesorado por el jefe de facto de las fuerzas armadas, Vladimiro Montesinos, y por el secuestro agravado del periodista Gustavo Gorriti y el empresario Samuel Dyer.
El juicio pendiente es por otro de los crímenes del Grupo Colina, el asesinato en enero de 1992 de seis personas en Pativilca, una localidad costera al norte de Lima. Este grupo fue supuestamente creado para luchar contra el terrorismo de Sendero Luminoso, pero cometió más de 60 asesinatos. La mayoría de las víctimas fueron opositores a Fujimori, personas sin militancia ni vínculo con la subversión e incluyó también a menores de edad.
Fujimori destaca, en el balance de sus 80 años, el fin del terrorismo y de la crisis económica durante su Gobierno. “Después de 1990 mi vida cobró un ritmo vertiginoso porque me comprometí a rescatar al Perú del desastre que heredé: caos, terrorismo y ruina económica. Una nación como la nuestra podrá sufrir altibajos y retrasos, pero finalmente llegará a su destino, que es ser un país líder en América Latina. Sé que puse los cimientos para lograrlo”.
La captura del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, fue producto de un grupo de inteligencia de la policía que no se sujetó a las órdenes de Montesinos. En muchas regiones del país, los campesinos se organizaron para combatir la subversión con o sin apoyo del Gobierno de Fujimori.