En las escuelas las familias pagan por la limpieza, las reparaciones, los repasadores…
«Cinco, cuatro, tres…«, resuena el conteo regresivo de los días en muchas casas ante la proximidad del curso escolar. El inicio de las clases, el 3 de septiembre, supone un cambio en la rutina y cuantiosos gastos para las familias, que destinan esos fondos a apuntalar la maltrecha educación cubana. Un presupuesto que no entra en las estadísticas oficiales pero sin el que las aulas apenas podrían funcionar.
Desde la caída del campo socialista y el fin del subsidio soviético, el sistema educativo ha sufrido en la Isla un marcado deterioro. En este curso 2018-2019 las autoridades se enfrentan al reto de cubrir las demandas de 1.745.000 alumnos en todos los niveles de enseñanza, repartidos en unas 10.700 instituciones con diferentes grados de deterioro en su infraestructura o en el suministro de materiales educativos.
“Hay al menos tres grandes grupos de gastos a los que deben enfrentarse los padres antes o durante el curso escolar”, opina Marbelys González, graduada en el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona y por dos décadas maestra de español en la enseñanza secundaria. “En primer lugar está todo el dinero que deben invertir en recursos escolares como libretas, gomas, mochilas, uniformes y otros implementos de uso docente”.
Aunque las autoridades entregan en la enseñanza primaria un módulo escolar que incluye libros, libretas, crayolas, plastilina, témperas, acuarelas y un álbum de papel de colores para el uso de cada alumno, estos recursos “no están listos todos en la primera semana de septiembre sino que van llegando a lo largo del curso y algunos nunca llegan”, lamenta González.
Las autoridades entregan en la enseñanza primaria un módulo escolar que incluye libros, libretas, crayolas, plastilina, témperas, acuarelas y un álbum de papel de colores para el uso de cada alumno
En la medida que se avanza de grado en la enseñanza, el suministro estatal de estos materiales se reduce considerablemente y las familias deben asumir su adquisición. Desde principios de agosto se dispara en las tiendas y en el mercado negro la venta de cuadernos escolares de mejor calidad que los que se distribuyen gratuitamente en los centros escolares, instrumentos para las clases de geometría y otros insumos como merenderos.
“Una familia debe gastar un promedio de 50 CUC solo para garantizar un mínimo de recursos al escolar”, calcula Yusmila, maestra en activo en una escuela primaria de Cárdenas, una zona cercana a Varadero donde muchas familias viven del turismo. “Aquí se puede reconocer fácilmente a los alumnos cuyos padres pueden gastar ese dinero o más y los que se quedan por debajo”.
El Gobierno instauró desde hace décadas un sistema de uniformes escolares que evita que las diferencias sociales se expresen a través de la ropa, pero elementos como el calzado o las mochilas se convierten en evidentes señales del poder adquisitivo. “Tengo alumnos que vienen con zapatos remendados y otros que cambian de zapatos hasta tres veces en un mismo curso”.
El segundo grupo de gastos que las familias deben tributar son los relacionados con la infraestructura escolar. En esa lista entran desde los bombillos para iluminar las aulas, pasando por los ventiladores para soportar las largas horas de calor, hasta llegar a los productos de limpieza o hojas de papel para las clases.
El Gobierno instauró desde hace décadas un sistema de uniformes escolares que evita que las diferencias sociales se expresen a través de la ropa, pero elementos como el calzado o las mochilas se convierten en evidentes señales del poder adquisitivo
Por regla general en cada aula se realizan recaudaciones de un monto fijo, conocidas como poninas o colectas, que se destinan a financiar la compra de estos elementos. “El año pasado la recaudación del aula de tercer grado de mi hijo superó los 45 CUC por familia durante todo el curso, entre una cosa y otra”, lamenta Yohandy Echevarría, padre de un niño que estudia en un centro del Reparto Monterrey de San Miguel del Padrón en La Habana, una zona de bajos ingresos. “No todas las familias pudieron dar esa cantidad”.
El monto que pagó la familia de Echevarría se destinó a comprar dos ventiladores, una escoba, un candado para cerrar el aula y que no se robaran en la noche los objetos adquiridos, cinco lámparas de luz fría con sus correspondientes bombillos, la impresión de los diplomas de fin de año y la reparación del televisor del aula.. “Nada fue un lujo, todo fueron cosas básicas que la escuela no puede garantizar”, agrega el padre.
Desde que Raúl Castro asumió el poder, en 2006, el presupuesto destinado al sector disminuyó ostensiblemente. Los gastos en Educación cayeron en 5 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto, desde el 14,1% en 2008 al 9% en 2017, un período en el que también se cerraron 1.803 centros docentes, según cifras oficiales.
En la escuela de San Miguel del Padrón los padres financiaron también la impermeabilización del techo del aula que “tenía filtraciones y se echaban a perder las mesas y otros materiales”, explica Echevarría. “Si no lo pagamos nosotros no se pueden dar clases porque el Ministerio de Educación dice que no tiene los recursos”.
La ministra de educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella, ha reconocido recientemente que en todo el país hay 1.665 centros docentes en estado constructivo regular o malo (un 16,1%), sobre todo en Artemisa, Matanzas y Mayabeque. Según los padres de familia entrevistados por 14ymedio, los mayores daños.
En la escuela de San Miguel del Padrón los padres financiaron también la impermeabilización del techo del aula que “tenía filtraciones y se echaban a perder las mesas y otros materiales”
Cada curso los maestros hacen un llamado para que los padres contribuyan a aliviar estos problemas, pero en la mayoría de los casos se trata de soluciones de corta duración o de materiales que las familias prestan por la duración del año escolar. “Cuando se acabe el curso, vamos a rescatar todo lo que se pueda para el año que viene”, precisa Yohandy Echevarría.
Sin embargo, es en el pago de servicios educativos y de limpieza donde los hogares gastan la mayor partida dedicada a sus hijos en edad escolar. Repasadores, maestros adicionales para cubrir las fallas docentes y personal contratado para higienizar las aulas y los baños se llevan los montos más altos.
“Un peso convertible por cada clase particular de inglés, lo mismo por un repasador de matemáticas y 2 CUC a la semana por el entrenador de fútbol que usa el patio de la escuela para mantener prácticas privadas de un equipo sub 12”, calcula Boris, abuelo de dos niños que están a su cuidado desde que la madre emigró a Holanda. A eso hay que sumarle “otros 2 CUC al mes para pagar a una auxiliar de limpieza en cada aula”.
En total, Boris gasta una partida cercana a los 40 CUC, el doble de su pensión mensual, a apuntalar la educación de sus nietos. “Podemos hacerlo gracias al dinero que manda la madre, pero otras familias no tienen recursos para sostener esos gastos”, aclara. “Esos son los que tienen que conformarse con las malas clases que imparten los profesores y con no aprender ciertos contenidos porque el maestro faltó”.
En total, Boris gasta una partida cercana a los 40 CUC, el doble de su pensión mensual, a apuntalar la educación de sus nietos
En 2016 el Ministerio de Educación promulgó un aumento de sueldo de unos 200 pesos para los maestros que tuvieran más carga docente. No obstante, el salario medio de un profesional de la educación ronda los 533 CUP, un poco más de 20 dólares al mes, y sigue siendo una de las causas principales del éxodo de profesionales hacia otros sectores de la economía.
El curso que comenzará el próximo lunes tendrá un déficit de 10.000 docentes, según han reconocido las autoridades. Las asignaturas más castigadas por esta falta de profesores son las de Educación Física, Computación, Matemáticas y Biología.
“El hecho de que los padres recojan dinero para que el maestro tenga un mayor estímulo para quedarse frente al aula es algo que se hace de forma discreta pero cada vez está más extendido”, reconoce una metodóloga de Educación en La Habana que pidió el anonimato. “En el Ministerio se sabe de esa práctica pero no podemos castigar a los profesores porque llevan años pidiendo un salario digno”.
Los padres van haciendo una alcancía especial para esos gastos, la misma donde echan dinero para el pago de un aula limpia o sin goteras.