Los países latinoamericanos, a la zaga de la OCDE en gasto educativo
Alumnos de la UNAM, este lunes. CUARTOSCURO
México y Chile destinan mucho menos por alumno que la media del club de las economías avanzadas, pese a que en porcentaje sobre el total gasto público el esfuerzo sea mayor
México y Chile siguen a la zaga de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en gasto educativo. El país norteamericano gastó en 2015 –último dato disponible– algo menos 2.900 dólares por alumno de educación primaria y Chile superó por poco los 5.000. Ambas cifras suman tanto los fondos públicos como los privados y están, según los datos del estudio Panorama de la Educación 2018, presentado este martes por el organismo en su sede parisina, notablemente por debajo de la media del club de las economías avanzadas (casi 8.500 dólares por alumno). La inversión en educación de Brasil, Costa Rica y Colombia, los otros tres países que, pese a no formar parte de la organización sí figuran en el estudio, también está lejos de ser la óptima.
La situación se repite, con una brecha aún mayor respecto a la media de la OCDE, en el caso de la educación secundaria: México gasta algo menos de 3.130 dólares por alumno y Chile destina algo más de 4.900, una cifra que debe ser puesta en valor para la media del resto de economías de la región pero que palidece cuando se compara con las del resto de países del club de las naciones más avanzadas del planeta, cerca de 9.870 dólares por estudiante. Solo el país austral se queda cerca del umbral del 50% de gasto medio, con México muy rezagado.
Aunque el gasto educativo no es el único factor explicativo del nivel formativo de la población de un país, la escasez de recursos destinados a esta área sí afecta a los resultados. Y el fracaso escolar es el gran damnificado por la baja inversión: más de la mitad de hombres y mujeres mexicanos de entre 25 y 34 años ni siquiera ha terminado la secundaria –la cifra más alta de los países estudiados y que el ente relaciona directamente con los elevados niveles de desigualdad en el mercado laboral–, frente al poco más de 15% del promedio de la OCDE. «Las tasas de graduación en la educación secundaria superior han mejorado en la última década», constata el informe presentado este martes, el mayor de cuantos elabora el organismo comandado por Ángel Gurría. «Pero siguen [estando] 30 puntos porcentuales por debajo de la media».
Menos de la cuarta parte de los mexicanos culmina su formación con un título de educación terciaria –típicamente, una carrera universitaria–, a pesar de que quienes lo hacen obtienen, en promedio, unos ingresos el doble de altos que un trabajador con educación por debajo del nivel de educación media superior.
En el caso de Chile, las cifras son notablemente mejores en lo que a abandono escolar temprano se refiere –el 17% de los hombres de entre 25 y 34 años y el 16% de las mujeres no completa la educación media–, pero igualmente decepcionantes en el caso de la educación superior, que solo completa el 28% de los hombres y el 31% de las mujeres, 10 y 19 puntos porcentuales respectivamente por debajo de la media de la OCDE.
Mayores recursos para la educación superior
Aunque también a años luz de la media de la OCDE, sí se ve un mayor esfuerzo económico de las autoridades mexicanas y chilenas en el caso de la educación superior: pese a seguir lejos de la media (de 11.050 dólares por alumno), el país norteamericano dedica algo más de 6.400 dólares y el sudamericano, casi 8.070. Es el único rubro en el que México –un país que, a pesar de permanecer distante de sus pares, en los últimos años ha dado un importante estirón en lo que a gasto educativo se refiere– supera ligeramente el umbral del 50% del gasto medio de las economías más avanzadas del planeta.
El esfuerzo de los dos miembros latinoamericanos de la OCDE –el proceso de admisión de Argentina ha quedado postergado temporalmente, Colombia está a las puertas y Brasil tiene serias opciones de acceder al selecto grupo en futuras rondas de ampliación– sí es considerable sí se tiene en cuenta que estos países son, junto con Turquía, los más pobres del club de las economías desarrolladas. En 2015, México dedicó el 5,3% de su PIB a educación, cifra que asciende al 6,1% en el caso de Chile. Ambos países superan, ahí sí, la media de la organización con sede en París, del 5%. Si se mide en porcentaje del gasto público total, los dos representantes latinoamericanos también están por encima de la media (11,1%): México destina el 17% y Chile, el 17,5%. Pero ambos porcentajes se ven desvirtuados por la baja presión fiscal en comparación con los países con Estados del bienestar más desarrollados, sobre todos en el norte de Europa.
Salvo excepciones –Estados Unidos y las naciones europeas que más sufrieron los embates de la crisis económica de 2008: España, Irlanda o Francia, entre otras– todos los países de la OCDE, conscientes de que la única forma de engancharse a un futuro en el que las habilidades adquiridas serán aún más importante que hoy, han aumentado las partidas dedicadas a la educación. México y Chile, aunque siguen esa misma línea general al alza, tendrán que remar mucho más rápido que el resto de economías avanzadas si quieren cerrar la brecha en los próximos años.