La nueva estrella política de Venezuela
Por primera vez en muchos meses, el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, se encuentra a la defensiva: la oposición está adueñándose de la iniciativa política en medio de crecientes presiones internacionales por el restablecimiento de la democracia. Podría ser la última oportunidad de Venezuela de evitar convertirse en una nueva Cuba.
Y el presidente Trump, junto con los líderes de Brasil, Colombia y otras democracias latinoamericanas, podría ayudar a precipitar la salida de Maduro si declara a Juan Guaidó, el nuevo presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela controlada por la oposición, como presidente provisional de Venezuela.
Eso podría desencadenar una serie de eventos potencialmente devastadores para el régimen de Maduro, como explicaré en un momento.
El nuevo impulso de la oposición venezolana comenzó el 10 de enero, cuando Maduro asumió el cargo por un segundo período de seis años, y la mayoría de las democracias latinoamericanas, Estados Unidos y la Unión Europea lo declararon “ilegítimo”.
Estos países argumentaron que dado que las elecciones del 20 de mayo de 2018 en Venezuela fueron una farsa, no podían reconocer como legítimo este segundo mandato de Maduro.
También dijeron, con razón, que la Asamblea Nacional es la única institución democrática que queda en Venezuela. La Asamblea Nacional fue elegida en 2015, y la oposición ganó abrumadoramente. Desde entonces, Maduro la ha despojado de casi todas sus funciones, pero no la ha cerrado formalmente.
Guaidó, de 35 años, invocó días atrás el artículo 233 de la Constitución de Venezuela para decir que Maduro es un “usurpador” de la presidencia desde el 10 de enero, e insinuó que se proclamará presidente encargado. Según el artículo 233, cuando la presidencia está vacante, el presidente de la Asamblea Nacional asume el cargo de presidente encargado para realizar una nueva elección.
Pero en el momento de escribir este artículo, Guaidó todavía no se ha proclamado formalmente presidente, y solo ha indicado tácitamente que lo hará.
Mientras que algunos opositores de línea dura le exigen que forme un gobierno paralelo de inmediato, Guaidó —y su mentor político, el líder opositor en prisión domiciliaria Leopoldo López— esperan entre otras cosas una manifestación masiva que la oposición ha convocado para el 23 de enero.
Mientras tanto, Brasil y Canadá ya han sugerido que consideran a Guaidó como el presidente legítimo. El gobierno de Trump aún no ha llegado tan lejos. El vicepresidente Mike Pence dijo que “felicitamos, reconocemos y apoyamos” la decisión de la Asamblea Nacional de declarar a Maduro como “usurpador”.
Entre la serie de medidas que podrían tomarse si Guaidó se proclama formalmente presidente encargado:
▪ Guaidó podría comenzar a nombrar embajadores en países clave que lo apoyan. La mayoría de estos países probablemente reconocerían a sus enviados y expulsarían a los embajadores de Maduro.
Es cierto que Maduro ordenaría el arresto inmediato de Guaidó. Pero Guaidó podría buscar refugio en una embajada amiga en Caracas y dirigir su gobierno desde allí. Maduro probablemente no se atrevería a tomar por asalto a —digamos— la Embajada de Brasil.
▪ Guaidó podría ordenar a los países que lo reconocieron que congelaran todos los activos del régimen de Maduro y sus transacciones financieras, paralizando al gobierno de Maduro. La Asamblea Nacional ya ha autorizado a Guaidó a dar ese paso.
▪ Guaidó también podría autorizar un corredor de ayuda humanitaria internacional a Venezuela, algo a lo que Maduro se ha opuesto firmemente.
Eso permitiría a las democracias occidentales enviar alimentos y medicamentos a las fronteras de Colombia y Brasil. El pueblo venezolano se enfurecería aún más contra Maduro si dicha ayuda permaneciera estancada por la negativa de Maduro a dejarla entrar al país.
Estas y otras posibles medidas podrían precipitar la salida de Maduro sin una intervención militar internacional, que —para que quede claro— sería una pésima opción, además de poco realista. Las medidas de Guaidó presionarían a los militares venezolanos a exigir una solución pacífica y constitucional.
En suma, si Trump y las principales democracias latinoamericanas reconocen formalmente a Guaidó, podrían ayudar a acelerar una salida constitucional en Venezuela. ¡No deberían esperar más!