Ricardo Bada: Los libros que cambiaron el siglo XX
¿Por qué no volver a reflexionar acerca de diez libros que cambiaron el siglo XX de nuestras culpas y pecados? Sólo que ¿cómo ponerse de acuerdo en cuáles serían esos diez libros…, si es que fueron diez? Y sobre todo tener, desde nuestro punto de vista, la humildad necesaria como para saber que cuando decimos que un libro cambió un siglo, en realidad estamos hablando de otra cosa: de cómo la mentalidad de un siglo logró plasmarse en unas páginas que darían a conocer ese cambio. Pero de lo sabido no se habla, como juiciosamente asevera el viejo refrán castellano, así que regresemos a esa posible decena de libros.
De una manera absolutamente indudable, y a no dudar avalada por la siquiatría en pleno, La interpretación de los sueños, del doctor Segismundo Freud, estaría entre ellos. Y también el ensayo sobre la teoría de la relatividad, del profesor Albert Einstein. Y asimismo, desde luego, el relatorio del camarada Nikita Kruschov al XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, que aunque no sea un libro valdría para nuestros fines: en 1956 significó la divisoria de aguas en la historia de la URSS y el tímido anuncio de una futura glasnot.
Si bien menos indudables, me atrevo a pensar que entre los restantes libros se encontrarían La galaxia Gutemberg de Marshall McLuhan, El segundo sexo de Simone de Beauvoir y El hombre unidimensional de Herbert Marcuse, así como El libro rojo de Mao Zedong, el Informe Kinsey sobre el comportamiento sexual del ser humano, Cibernética y Sociedad de Norbert Wiener y la encíclica Pacem in Terris del Papa bueno, Juan XXIII, obviando el hecho de que ella tampoco sea libro en un sentido estricto.
Y ya llevamos diez sin haber metido en la lista ni El hombre sublevado de Albert Camus, ni Tristes trópicos de Claude Lévi-Strauss, ni El fenómeno humano del jesuita Teilhard de Chardin poniendo patas arriba la perfección del Dios cristiano, ni la Teoría general del empleo, de los intereses y del dinero de Lord Keynes dictándole al capitalismo la norma de que también el gobierno tiene que intervenir en la economía, ni Las formas ocultas de la propaganda de Vance Packard, que demostró que haciendo un uso concreto (solapado, subliminal) de la publicidad se puede vender todo, desde cortadoras de césped hasta candidatos a la presidencia de un país: Estados Unidos es el mejor ejemplo.
Aún así, ¿no es verdad que faltaría todavía el libro que sin cambiar el siglo lo ha reflejado hasta tal punto que el nombre de su autor ha generado un adjetivo tan definitorio como definitivo? ¿no es verdad que faltaría una novela incompleta titulada El proceso, de un tal Franz Kafka, gracias a la cual sabemos que nuestro mundo es un mundo kafkiano?
Como ven ustedes, la elección no es tan sencilla. Si se les ocurre una selección harto distinta de la mía, por favor, no dejen de escribírmelo y comunicármela, y créanme que soy consciente de que también hay un libro avergonzante más que vergonzoso, Mein Kampf de Adolf Hitler, que le cambió el rumbo al siglo. Por cierto que después de más de cincuenta años de vivir en Alemania, y después de que por motivos profesionales haya tenido que oír y ver casi todo el material grabado y filmado que existe sobre el autor de ese libro, llegué hace mucho a la convicción de que su título es una errata y un error. No se debió llamar nunca Mein Kampf [Mi lucha] sino más bien Mein Krampf [Mi pataleta, Mi crispación]. Cualquier documento acústico o visual lo demuestra fehacientemente. Y sí, aunque sea triste constatarlo, ese libro marcó el siglo XX. Pero el objeto de nuestros afanes, el propósito de nuestra lista, no puede ni debe ser, de ningún modo, la basura no reciclable.